Aunque no tocó tierra ni causó daños, huracán Erin afectó a nidos de tortugas

Cuando el huracán Erin azotó las islas de barrera de Carolina del Norte con fuertes vientos y olas esta semana, destruyó muchos nidos de tortugas marinas amenazadas, enterró los huevos en la arena o los arrastró mar adentro.
En la isla de Topsail, más de la mitad de los 43 nidos de tortuga boba se perdieron en la tormenta, indicó Terry Meyer, directora de conservación del Centro de Rescate y Rehabilitación de Tortugas Marinas Karen Beasley.
“No esperaba que el nivel freático estuviera tan alto y que los huevos estuvieran literalmente sumergidos en el agua cuando llegamos a ellos”, agregó. “No creo haber visto eso a una escala tan grande”.
Erin no llegó a tocar tierra y no causó daños generalizados en infraestructura a pesar de tener el doble de tamaño que un huracán medio. Pero las tortugas no tuvieron tanta suerte.
Las tortugas bobas, conocidas por su gran cabeza y los fuertes músculos de su mandíbula, están amenazadas en Estados Unidos debido a la pesca accidental, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Son la principal tortuga marina del estado y anidan cada dos o tres años entre mayo y agosto, con alrededor de 100 huevos por nido.
Meyer manifestó que, en el contexto general, la destrucción de docenas de nidos no tendrá un impacto significativo para la especie. Pero para los muchos voluntarios que pasan cada verano ayudando a monitorear cada uno de los nidos en los 42 kilómetros (26 millas) de playa, es desgarrador.
“Cuando desentierras un nido que tiene 100 crías muertas, completamente desarrolladas y listas para salir, aunque yo sea mayor y esté curtida, es bastante difícil de manejar”, comentó.
A unos 53 kms (33 millas) al noreste, la tormenta probablemente arrasó con ocho de los 10 nidos de tortuga boba que quedaban en Emerald Isle, dijo Dale Baquer, coordinadora del programa y presidenta de la Patrulla de Tortugas Marinas de Emerald Isle.
Uno sobrevivió cuando las tortugas lograron eclosionar el miércoles por la noche, mientras que otro probablemente se salvó debido a su ubicación más elevada en las dunas, apuntó Baquer. Pero para los demás hay pocas posibilidades, aunque no se sabrá con certeza hasta que hayan transcurrido unos 75 días en el ciclo de incubación.
“Han sufrido mucho daño. Muchas mareas altas y mucha agua estancada. Pero vamos a seguir siendo optimistas”, expresó.
Ambas organizaciones intentaron adelantarse a la tormenta recogiendo señales, estacas o cercas que pudiesen ser arrastradas por el viento o causar otros problemas para las tortugas.
Pero hay poco que puedan hacer dadas las estrictas leyes de Carolina del Norte para la protección del proceso natural de eclosión de las tortugas marinas.
Baquer contó que el único momento en que pueden obtener un permiso estatal para intervenir es si sabe que un nido ha eclosionado o si la marea lo alcanza y los huevos están siendo arrastrados.
“Es estresante y, por supuesto, no es algo a lo que una se acostumbre, pero creo que todos tenemos una mentalidad científica de que esto es la naturaleza y esto es lo que va a suceder”, dijo.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.