Estados Unidos: ¿Qué país saldrá mayor beneficiado con el resultado de las elecciones?

¿Cómo afectará las relaciones internacionales la decisión de la votación de este 3 de noviembre?

Via AP news wire
Martes, 03 de noviembre de 2020 19:57 EST
El líder norcoreano Kim Jong Un estrecha la mano del presidente estadounidense Donald Trump en la aldea fronteriza de Panmunjon en la Zona Desmilitarizada, Corea del Sur.
El líder norcoreano Kim Jong Un estrecha la mano del presidente estadounidense Donald Trump en la aldea fronteriza de Panmunjon en la Zona Desmilitarizada, Corea del Sur. (AP Foto/Susan Walsh, archivo)

Desde hace cuatro años, los países del mundo observan cómo un presidente estadounidense muy peculiar se relaciona con la comunidad internacional... o la desdeña.

Antiguas alianzas se volvieron tensas, se eliminaron acuerdos, se erigieron barreras arancelarias, se retiraron fondos. Algunos países fueron blanco del escarnio presidencial. Otros, como Corea del Norte, recibieron acercamientos diplomáticos otrora inconcebibles.

Se puede decir sin temor a equivocarse que para los países del mundo el primer cuatrienio de Donald Trump ha presentado un espectáculo singular. Ahora que ha llegado el punto de inflexión con las elecciones del martes, ¿qué cabe esperar si su presidencia finaliza... o continúa? País por país, ¿cómo se observa y evalúa la jornada electoral en Estados Unidos?

Corresponsales de The Associated Press alrededor del mundo aportan sus observaciones y análisis de lo que estaría en juego para sus países.

VENEZUELA

El presidente venezolano Nicolás Maduro sin duda aprovechará las elecciones en Estados Unidos para buscar un nuevo inicio en sus fracturadas relaciones con su adversario más problemático, sin importar quién sea elegido a la Casa Blanca.

Ni Trump ni su rival demócrata Joe Biden reconocen a Maduro como mandatario legítimo de Venezuela, pero en la víspera de la jornada electoral el presidente venezolano reiteró su deseo de reanudar las negociaciones.

“Nosotros vamos a tener una sola política —el diálogo, el diálogo y el diálogo— con quien gane en los Estados Unidos”, dijo Maduro. “A la superación de las rémoras de esta política imperialista, ojalá”.

Las tensas relaciones con los últimos cinco presidentes de Estados Unidos se quebraron completamente durante el gobierno de Trump, quien ha presionado para que Maduro deje el gobierno de Venezuela, etiquetándolo como “dictador”.

Trump cerró la embajada de Estados Unidos en Caracas y expresó su respaldo a Juan Guaidó, líder de la Asamblea Nacional de Venezuela, como presidente legítimo del país. También impuso fuertes sanciones financieras en contra de Maduro, y autoridades del Departamento de Justicia acusaron formalmente al líder de la nación sudamericana de narcoterrorismo, ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por su captura.

Luis Vicente León, presidente de la empresa encuestadora Datanalisis, con sede en Caracas, dijo que, en un segundo período, Trump podría reconocer su fracaso en sus intentos por obligar a Maduro a dejar la presidencia y elaborar una nueva estrategia, con la posibilidad de invitar al mandatario del país sudamericano a negociar su salida.

Si Biden gana, probablemente no levantará las sanciones, pero podría implementar medidas para atenuar el dolor que le provocan a la población venezolana, como otorgar permisos para la entrega de ayuda humanitaria o gasolina, indicó León.

“Para Maduro, esto crearía una oportunidad”, comentó. “Es una cuestión de sutilezas y no de cambios profundos”.

(Colaboró Scott Smith en Caracas)

MÉXICO

Se prevé que la economía de México se contraiga casi 10% este año, la mayor caída en la región, y el presidente Andrés Manuel López Obrador sabe que cualquier posibilidad de salir de ese agujero dependerá en gran medida de una rápida recuperación económica de Estados Unidos.

Quizás más importante que el hecho de quién gane la Casa Blanca será que haya un resultado claro y estabilidad en su vecino del norte, ya que Estados Unidos y México son los principales socios comerciales del otro.

López Obrador ha demostrado una sorprendente habilidad para llevarse bien con Trump, quien cuando era candidato hace cuatro años dijo que México estaba enviando violadores y criminales a Estados Unidos. A los dos líderes les gusta la retórica populista, a pesar de provenir de extremos opuestos del espectro político.

Raymundo Barraza Gómez, dueño y director de una joyería en la ciudad fronteriza de Tijuana, recuerda la preocupación y la incertidumbre que sintieron los empresarios cuando Trump fue elegido hace cuatro años.

“Al inicio de su administración esperábamos que hacia México fuera mucho más dura todavía la cuestión económica. Sin embargo, como te digo, a través de este tiempo no ha sido tan malo”, manifestó.

Un gobierno de Biden podría ofrecer más certeza a los jóvenes mexicanos que llegaron ilegalmente a Estados Unidos cuando eran niños y recibieron protección de la administración de Barack Obama. El candidato demócrata también prometió poner fin al plan migratorio de Trump conocido como “Permanecer en México”, el cual obliga a miles de solicitantes de asilo a esperar en Tijuana y otras ciudades fronterizas mexicanas mientras sus casos de asilo se procesan en Estados Unidos.

(Colaboró Jordi Lebrija en Tijuana, México)

CUBA

Los demócratas con Biden dicen que retomarán el diálogo con Cuba, al tiempo que el republicano Trump prometió más sanciones. Luego de cuatro años de un endurecimiento del embargo, la isla está atenta a los comicios en Estados Unidos que marcarán el futuro de las relaciones entre la potencia mundial y la pequeña isla, único país con un modelo socialista de partido único en el continente.

“Esta es la primera elección en mucho tiempo en la que hay una clara división en lo que proyectan para Cuba los dos candidatos”, dijo en entrevista con The Associated Press el analista y exdiplomático isleño Carlos Alzugaray.

Desde que asumió el poder en 2017, Trump comenzó un giro radical de las sanciones contra la isla, presionando por un cambio de modelo político y en sintonía con los exiliados de línea dura de Florida.

Restricciones para viajes y envíos de remesas, prohibición de cruceros, listas negras de hoteles en Cuba, persecución de firmas que trabajan con la isla, campañas contra la colaboración médica de la nación caribeña en el mundo, son algunas de las medidas aplicadas por Trump.

Tanto el gobernante estadounidense como varios funcionarios dijeron que buscan asfixiar financieramente al gobierno comunista para conseguir pluripartidismo. Las autoridades de la isla dijeron que no cederán a presiones.

Un cambio significativo en comparación con su predecesor Barack Obama, que inició un acercamiento, reabrió las embajadas, fomentó la firma de acuerdos y reconoció la inutilidad de las sanciones. Pero aunque flexibilizó sus políticas frente a la isla no pudo levantar el embargo, pues éste, por su carácter de ley, requiere la intervención del Congreso para ser eliminado.

En Cuba —cuya economía es limitada y dependiente del turismo, las remesas y la venta de servicios— el impacto de las medidas de ajuste se hizo sentir y la población, a la cual Trump dijo defender, se encontró entre las más afectadas: desde mediados de 2019 fue posible ver largas colas por desabasto de alimentos, medicinas y combustibles.

“Nos ha perjudicado (Trump)”, dijo a la AP Daniel Martínez, un emprendedor de 51 años. “Salga el que salga nosotros tenemos que lograr que nuestra economía mejore y dejar de depender de si los americanos son buenos o malos”.

Otras personas en las calles prefirieron abiertamente a Biden y nadie a Trump.

Para los analistas las líneas generales están marcadas.

“Con Trump más bloqueo, más hostilidad; serían cuatro años muy difíciles”, explicó Alzugaray. “Con Biden es el regreso a la política de Obama... hay una voluntad de revertir”, agregó el experto, para quien un primer paso podría ser enviar un embajador —ahora ausente_, restablecer los acuerdos entre expertos, por ejemplo con científicos, y la actividad consular, decisiones que pueden hacerse desde el ejecutivo, sin necesidad de apelar al Congreso.

(Colaboró Andrea Rodríguez en La Habana)

RUSIA

Desde Moscú, la elección estadounidense parece un concurso para demostrar “quién detesta más a Rusia”, según el vocero del Kremlin, Dimitri Peskov.

El presidente ruso Vladimir Putin se siente disgustado porque Trump no cumplió su promesa de mejorar las relaciones entre los dos países. Pero Biden tampoco ofrece muchas esperanzas al Kremlin.

Funcionarios estadounidenses dicen que Rusia intervino en la elección de 2016 para tratar de ayudar a Trump a derrotar a la demócrata Hillary Clinton. Sin embargo, para amarga decepción del Kremlin, Trump ha aplicado duras sanciones a Moscú.

Con todo, agentes de inteligencia estadounidenses creen que Rusia está utilizando una variedad de recursos para denigrar a Biden y que personas vinculadas con el Kremlin están ayudando al intento de reelección de Trump, aunque Putin ha negado reiteradamente cualquier injerencia.

“Las probabilidades de Biden de ganar lucen lo suficientemente altas para que Rusia se prepare para ello”, dijo la politóloga Tatiana Stanovaya, del Centro Carnegie de Moscú, en una columna reciente. “Las consecuencias negativas de la presidencia de Trump y la decepción que ha provocado han llevado a un enfoque más sobrio y pragmático”.

(Colaboró Vladimir Isachenkov en Moscú)

ISRAEL

La víspera de la elección presidencial en Estados Unidos, líderes de los asentamientos israelíes en Cisjordania se congregaron en la ciudad bíblica de Hebrón para orar por la victoria de Trump.

Fue un gesto altamente simbólico de los colonos, que están entre los mayores beneficiarios de las medidas de Washington para el Medio Oriente.

A diferencia de todos sus predecesores, Trump ha tomado tomado partido por la derecha religiosa y nacionalista y beneficiado al primer ministro Benjamin Netanyahu con regalos diplomáticos: retirarse del acuerdo nuclear con Irán, reconocer a Jerusalén como capital de Israel, y presentar un plan que le permite anexar grandes territorios en Cisjordania, incluyendo todos sus asentamientos.

Aunque se ha cuidado de tomar partido abiertamente, Netanyahu no ha ocultado sus preferencias al expresar la esperanza de que las medidas de Trump “continuarán en los próximos años”.

Los palestinos, marginados y humillados por Trump, han expresado aún más claramente su preferencia por Biden.

El demócrata ya ha dicho que en caso de ganar anulará las medidas de Trump hacia Irán y los palestinos, para consternación de la derecha.

(Colaboró Josef Federman en Jerusalén)

IRÁN

En Irán, todo parece estar en el aire a la espera del resultado.

Los mercados de cambio están congelados, aunque el daño provocado por las sanciones de Trump ya está hecho. Un dólar vale 276.500 riales.

Cuando Trump prestó juramento en 2017, un dólar valía 37.000 riales.

El derrumbe de la moneda presiona al gobierno, a la vez que destroza los ahorros de la gente. Artículos tales como medicamentos, pañales y refacciones para autos son difíciles de conseguir y sumamente caros cuando se consiguen.

Irán no puede vender abiertamente su petróleo en el exterior debido a las sanciones, y los jóvenes no tienen trabajo. Al mismo tiempo, enfrenta lo que parece ser el peor brote del coronavirus en la región.

Hossein Kanani Moghadam, un excomandante de la Guardia Revolucionaria y ahora analista, sostiene que Estados Unidos “mantendrá su conducta hostil” no importa quién resulte elegido.

Pero opinó que Biden tratará de regresar a la mesa de negociaciones si resulta elegido, por eso los iraníes esperan con avidez el resultado.

(Colaboró Amir Vahdat en Teherán)

PENÍNSULA COREANA

Lo principal para las dos Coreas es la suerte de las negociaciones nucleares.

Reina la confusión en las negociaciones, y la elección tendría consecuencias graves para Corea del Norte en su brega incesante por crear un arsenal nuclear capaz de llegar a los aliados de Estados Unidos y el propio territorio nacional.

Las tres reuniones de Trump con el líder norcoreano Kim Jong Un a partir del 2018 —organizadas con ayuda de Seúl— trajeron una distensión temporal.

Pero las negociaciones para aliviar las sanciones estadounidenses a cambio de pasos hacia el desarme del Norte están estancadas.

Según expertos, la reelección de Trump significaría que el Norte intentaría reanudar esas reuniones. Pyongyang prefiere un proceso impulsado por las entrevistas entre los mandatarios, que le da la oportunidad de obtener concesiones tales como el inesperado acuerdo de Trump de desistir de las grandes operaciones militares conjuntas con Corea del Sur tras su primer encuentro con Kim.

Biden, a quien la prensa estatal norcoreana calificó de “perro rabioso” cuando acusó a Trump de buscar la amistad de dictadores, propone iniciar reuniones con funcionarios de menor nivel y exige que el Norte demuestre una auténtica voluntad de abandonar sus armas nucleares y sus misiles.

En tanto, Corea del Sur ha tenido problemas con Trump, menos fiel a las alianzas históricas que sus predecesores. Trump se ha quejado del costo de mantener 28.500 efectivos estadounidenses en Corea del Sur. Un acuerdo de reparto de costos caducó en 2019 y las partes no han podido acordar un reemplazo.

En una columna en el Yonhap News surcoreano la semana pasada, Biden prometió fortalecer la alianza.

(Colaboró Kim Tong-hyung en Seúl, Corea del Sur).

CHINA

Para China, la clave está en el comercio exterior, lo que le permitiría alcanzar las metas de crecimiento internas y convertirse en un líder tecnológico en el exterior.

La borrascosa relación comercial entre las dos primeras economías mundiales desde que asumió Trump es la clave de la visión china de la elección. Si bien un triunfo de Biden no le ofrece una garantía de alivio, Beijing espera evitar un mayor deterioro y estabilizar las negociaciones.

Trump aprovechó los temores sobre el espionaje comercial chino, la entrega forzada de tecnología y los subsidios estatales a las empresas chinas. Sobre esa base inició una guerra de aranceles en 2018, y el año pasado ajustó los controles sobre las compras chinas de chips y otros componentes informáticos de alta tecnología.

Esto podría ser un lastre para las ambiciones chinas de ser un líder global en tecnologías de punta y construir, en sus palabras, una “sociedad moderadamente próspera” en el país. Sin embargo, la falta de acceso a la tecnología estadounidense también impulsa una ofensiva hacia la autosuficiencia.

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