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Votación en Senado esta semana pondrá a prueba popularidad de recortes de DOGE

Kevin Freking
Lunes, 14 de julio de 2025 13:20 EDT
AP EXPLICA-EEUU-CONGRESO-PRESUPUESTO
AP EXPLICA-EEUU-CONGRESO-PRESUPUESTO (AP)

Los republicanos del Senado pondrán a prueba la popularidad de los recortes de gastos del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) esta semana, cuando intenten aprobar la solicitud del presidente Donald Trump de recuperar 9.400 millones de dólares en gastos para medios públicos y ayuda exterior.

Los demócratas del Senado intentan anular la medida, pero necesitan que se les unan algunos republicanos que se sienten incómodos con la iniciativa del presidente.

El gobierno republicano de Trump emplea una herramienta poco utilizada que permite al presidente emitir una solicitud para cancelar una autorización de financiación previamente aprobada. La solicitud activa un plazo de 45 días durante el cual los fondos quedan congelados. Si el Congreso no actúa dentro de ese plazo, el gasto se mantiene. Ese plazo vence el viernes.

La Cámara de Representantes ya aprobó la solicitud de Trump con una votación mayoritariamente partidista de 214 a 212. El Senado tiene poco tiempo que perder para cumplir con la fecha límite para que el presidente firme. Se necesitará otra votación en la Cámara si los senadores modifican la legislación, lo que añade más incertidumbre al resultado.

A continuación, un análisis más detallado del debate de esta semana.

Medios públicos en la guillotina

Trump ha solicitado a los legisladores que retiren casi 1.100 millones de dólares de la Corporation for Public Broadcasting (Corporación para la Radiodifusión Pública, o CPB), lo que representa la cantidad total que debe recibir durante los próximos dos años presupuestarios.

La Casa Blanca afirma que el sistema de medios públicos tiene un sesgo político y es un gasto innecesario.

La CPB distribuye más de dos tercios del dinero a más de 1.500 estaciones de radio y televisión públicas operadas localmente, y gran parte del resto se asigna a la National Public Radio (Radio Pública Nacional, o NPR) y al Public Broadcasting System (Sistema de Radiodifusión Pública, o PBS) para apoyar la programación nacional.

Las posibles consecuencias de los recortes para las estaciones públicas locales de radio y televisión han generado intranquilidad en ambos partidos políticos.

El senador Mike Rounds, republicano por Dakota del Sur, dijo que le preocupa cómo afectarán las reducciones a las estaciones de radio que transmiten a los indígenas estadounidenses en su estado. Agregó que la gran mayoría de su financiación proviene del gobierno federal.

“No tienen una naturaleza política”, manifestó Rounds sobre las estaciones. “Es la única manera de comunicación real en las áreas más rurales de nuestro estado y de muchos otros estados también”.

La senadora Lisa Murkowski, republicana por Alabama, dijo que, en el caso de las estaciones de radio tribales de su estado, “casi todas informan que desaparecerán si los fondos públicos para la radiodifusión ya no están disponibles para ellas”.

Para justificar los recortes presupuestarios, el gobierno de Trump y los legisladores republicanos han señalado ciertas actividades con las que no están de acuerdo para hacer ver como despilfarro buena parte de los fondos asignados a un programa.

En un testimonio reciente, el director de la Oficina de Administración y Presupuesto, Russ Vought, criticó la programación destinada a fomentar la diversidad, la equidad y la inclusión. Declaró que la NPR emitió en 2022 un programa titulado “Lo que los ‘patos queer’ pueden enseñar a los adolescentes sobre la sexualidad en el reino animal”. También citó una asamblea pública especial que CNN celebró en 2020 con “Sesame Street” (Plaza Sésamo) sobre la lucha contra el racismo.

Objetivo: la ayuda humanitaria

Como parte del paquete, Trump pidió a los legisladores la rescisión de aproximadamente 8.300 millones de dólares en programas de ayuda exterior destinados a combatir la hambruna y las enfermedades, así como a promover la estabilidad mundial.

Entre los objetivos:

— 900 millones de dólares para combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades, y fortalecer los sistemas de detección para prevenir epidemias más extensas.

— 800 millones de dólares para un programa que proporciona refugio de emergencia, agua, saneamiento y reunificación familiar a quienes se ven obligados a huir de su país.

— 4.150 millones de dólares para dos programas diseñados para impulsar las economías y las instituciones democráticas en países en desarrollo y de importancia estratégica.

— 496 millones de dólares para proporcionar asistencia humanitaria como alimentos, agua y atención médica a países afectados por desastres naturales y conflictos.

Algunos de los recortes en salud se destinan al programa conocido como PEPFAR que el presidente republicano George W. Bush inició para combatir el VIH/SIDA en los países en desarrollo. A dicho programa se le atribuye haber salvado 26 millones de vidas y cuenta con un amplio apoyo bipartidista.

Sobre el PEPFAR, Vought dijo a los senadores que “estos recortes son quirúrgicos y preservan específicamente la ayuda que salva vidas”. Pero muchos legisladores se muestran cautelosos, pues dicen no haber visto detalles concretos sobre dónde exactamente el gobierno realizará los recortes.

El gobierno también expuso que algunos recortes, como la eliminación de fondos para el UNICEF, alentarían a las organizaciones internacionales a ser más eficientes y a buscar contribuciones de otros países, “teniendo en cuenta a los contribuyentes estadounidenses primero”.

Los líderes estadounidenses han argumentado con frecuencia que ayudar a otros países mediante el “poder blando” no solo es lo correcto, sino también lo más inteligente.

El senador Mitch McConnell, republicano por Kentucky, respondió a Vought que hay “muchas tonterías absolutas disfrazadas de ayuda estadounidense que no deberían recibir ni un centavo más de financiación de los contribuyentes”, pero calificó el intento del gobierno de erradicarlas de “innecesariamente caótico”.

“En ciertos sitios críticos del mundo, en lugar de generar eficiencias has creado vacíos que adversarios como China van a llenar”, expuso McConnell a Vought.

Trump da su opinión

El presidente emitió una advertencia en su plataforma de redes sociales dirigida directamente a cada senador republicano que considere votar en contra de los recortes.

Escribió que era importante que todos los republicanos se adhirieran al proyecto de ley y, en particular, que eliminen la financiación a la CPB. “Cualquier republicano que vote a favor de permitir que esta monstruosidad continúe transmitiendo no tendrá mi apoyo ni mi respaldo”, advirtió.

Para los republicanos que buscan la reelección, la perspectiva de que Trump trabaje para derrotarlos es motivo de pausa y podría ser una señal de que el paquete se tambalea.

El senador Thom Tillis, republicano por Carolina del Norte, optó por anunciar recientemente que no buscaría la reelección luego de que el presidente convocara a un contrincante en las primarias para enfrentarlo cuando votó en contra de avanzar con el proyecto de ley de recortes masivos de impuestos y gastos de Trump.

Esquivar un bloqueo legislativo

Los proyectos de ley de gasto ante el Senado de 100 miembros casi siempre requieren el apoyo bipartidista para su aprobación. Esto se debe a que necesitan 60 votos para superar el obstruccionismo parlamentario y avanzar. Pero el esfuerzo de esta semana es diferente.

El Congreso estableció un mecanismo especial durante la presidencia del republicano Richard Nixon para considerar rápidamente una solicitud de reversión de fondos previamente autorizados. Bajo este procedimiento, solo se necesita una mayoría simple en el Senado para que la solicitud del presidente sea sometida a una votación final.

Es una maniobra poco utilizada. En 1992, el presidente republicano George H.W. Bush tuvo cierto éxito con su solicitud de rescisiones, aunque el proyecto de ley final incluía algunos recortes solicitados por él y muchos que no. Trump propuso 38 rescisiones en 2018, pero el paquete se estancó en el Senado.

Si los senadores votan a favor de la aprobación del proyecto de ley, se abre la posibilidad de 10 horas de debate, además de la votación sobre decenas de enmiendas potencialmente espinosas en lo que se conoce como una “votatón”, es decir, una maratón de votaciones.

Los demócratas consideran la solicitud del presidente como un intento para erosionar el bloqueo legislativo en el Senado. Advierten que es absurdo esperar que colaboren con los legisladores republicanos en medidas de gasto bipartidistas si los republicanos cambian de opinión unos meses después y utilizan su mayoría para eliminar las partes que no les gustan.

Chuck Schumer, el líder demócrata en el Senado, ofreció una advertencia severa en una carta a sus colegas: “La forma en que respondan los republicanos a esta pregunta sobre las rescisiones y otros asuntos futuros tendrá graves implicaciones para el Congreso, el papel mismo del poder legislativo, y, lo que es más importante, para nuestro país”, escribió Schumer.

El líder de la mayoría del Senado, John Thune, republicano por Dakota del Sur, tomó nota de la advertencia.

“Me decepcionó ver al líder demócrata en su reciente carta de ‘Querido colega’, amenazar implícitamente con un cierre del gobierno”, dijo Thune.

El gobierno de Trump compara el primer paquete de rescisiones con un caso de prueba y dice que podría haber más en el futuro si el Congreso le sigue la corriente.

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