Política comercial de EEUU provoca temores de pérdida de empleos y problemas económicos en África

Cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se reunió en julio con cinco líderes africanos en Washington, su falta de familiaridad con el continente quedó en evidencia. Elogió el inglés del presidente de Liberia, Joseph Boakai, aunque el idioma oficial de ese país es, precisamente, el inglés, y gesticuló a otro líder para que concluyera sus comentarios. Pero lo más destacado fue la promesa del republicano de transformar las relaciones entre Estados Unidos y África: un cambio de la ayuda al comercio, aun cuando la región se tambalea por los altos aranceles y los drásticos recortes de ayuda.
Los líderes africanos ofrecieron minerales que van desde el manganeso hasta el uranio y, posiblemente, el litio. El presidente de Senegal incluso intentó aprovechar el amor de Trump por el golf invitándolo a construir un campo. Sin embargo, a muchas naciones les preocupa el nuevo rumbo de Washington.
Tras recortar miles de millones de dólares en ayuda exterior, que incluyen el cierre de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), que proporcionó más de 12.000 millones de dólares en asistencia humanitaria solo en 2025, el gobierno de Trump dice estar forjando un nuevo enfoque: la “diplomacia comercial”. El comercio, y no la ayuda, es la orden del día.
“Esta es ahora verdaderamente nuestra política para África”, dijo en mayo Troy Fitrell, el principal diplomático de Estados Unidos para África, al anunciar la estrategia en Abiyán, Costa de Marfil. Los embajadores ahora serán evaluados no según los proyectos de ayuda, sino por “qué tan bien apoyan” a las empresas locales y “qué tan efectivamente abogan por las empresas estadounidenses y la cantidad de acuerdos que facilitan”, dijo.
África representa menos del 1% del comercio de bienes de Estados Unidos, pero Fitrell lo calificó como “el mercado sin explotar más grande del mundo”, proyectando que su poder adquisitivo podría superar los 16 billones de dólares para 2050.
Acuerdos tempranos, dudas persistentes
Washington presume de un rápido avance: 33 acuerdos con un valor de 6.000 millones de dólares en los primeros 100 días de Trump, además de 2.500 millones de dólares en compromisos en una cumbre empresarial entre Estados Unidos y África realizada en junio. Los proyectos abarcan desde almacenamiento de granos e infraestructura digital en Angola, hasta empresas energéticas en Ruanda, Sierra Leona y el Congo, y turismo en Etiopía.
Aun así, a muchas personas les preocupan los costos. Las pérdidas de empleo y el sufrimiento económico provocado por los aranceles van en aumento aun cuando Washington celebra estos logros.
Trump no inventó la idea de priorizar el comercio sobre la ayuda. Los líderes africanos han impulsado esto desde la década de 1970. El problema, dicen los críticos, son las implicaciones: altos aranceles e incertidumbre sobre la Ley de Crecimiento y Oportunidad para África (AGOA, por sus siglas en inglés), el programa insignia de Estados Unidos para el comercio con el continente.
“En realidad, estos aranceles no tienen que ver con balances comerciales. Es una guerra económica”, dijo el Centro de Información y Desarrollo Alternativo, una ONG sudafricana.
Temores de que los empleos puedan desaparecer
Trump ha impuesto un arancel del 30% a productos selectos de Sudáfrica y amenaza con otro 10% para las naciones alineadas con el bloque BRICS de economías en desarrollo. El Consejo de Negocios Automotrices de Sudáfrica afirma que las exportaciones de vehículos a Estados Unidos han caído más del 80% y advierte que los aranceles “atacan el corazón de la agenda de industrialización de Sudáfrica”. Más de 100.000 empleos, principalmente en el sector automotriz y agrícola, están en riesgo, dice el consejo.
Las naciones más pequeñas también se tambalean. Lesoto declaró un estado de desastre después de ser golpeado con aranceles del 50%, la segunda tasa más alta después de China, antes de que Trump anunciara una pausa de 90 días. Alrededor de 12.000 empleos textiles están en juego, según el ministro de Comercio, Industria y Desarrollo Empresarial de Lesoto, Mokhethi Shelile. Desde los agricultores de vainilla de Madagascar hasta los cultivadores de cacao de Costa de Marfil y los exportadores de petróleo de Nigeria, los aranceles han sacudido las economías y han generado dudas sobre la intención de Washington.
“Estados Unidos ciertamente no puede tenerlo todo”, dijo Bester Brendon Verster, economista de Oxford Economics Africa. “La postura de ‘ayuda al comercio’ corre el riesgo de dejar atrás a África una vez que Estados Unidos haya obtenido lo que quería, que probablemente serán minerales críticos”.
Un acuerdo en riesgo
La AGOA, promulgada en 2000 y renovada en 2015, permite que Estados Unidos tenga acceso libre de aranceles a casi 2.000 productos de 32 naciones africanas. Expira en septiembre, sin una señal clara de que será renovada.
El ministro de comercio de Sudáfrica advirtió que será “muy difícil” mantener la AGOA en las condiciones actuales. Fitrell afirmó que es un “gran admirador” del acuerdo, pero dijo a los líderes africanos que deben hacer más para presionar al Congreso. Los futuros acuerdos pueden requerir “una atención mucho mayor hacia alguna forma de reciprocidad” para reflejar el impulso de Trump a favor de los intereses económicos de Estados Unidos, dijo.
Mientras tanto, Beijing aprovecha las políticas de cero aranceles para expandir su influencia. En junio, China, que es ya el mayor socio comercial de África, dijo que planea otorgar acceso al mercado libre de aranceles a 53 naciones africanas. Aun así, Verster dijo que algunas de ellas podrían mostrarse cautelosas al fortalecer sus lazos con China, por temor a desencadenar represalias de Estados Unidos.
“Alinearse con China... podría traer más castigos económicos de Estados Unidos”, afirmó.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.