Migrantes cuentan los detalles sobre sus dramáticas travesías para llegar a Estados Unidos
Los solicitantes de asilo le cuentan a Andrew Buncombe cómo llegaron a McAllen, Texas, lo que creó un gran desafío para Biden
Un hombre de El Salvador demuestra cómo cruzó el río en un bote, remando furiosamente hacia el otro lado y la oportunidad de una vida mejor.
Una familia de Honduras dice que cruzó por la tarde, empujando incluso cuando el agua les llegaba a la cintura. Una madre de tres de Guatemala cuenta cómo le pagó US$ 12.000 a un coyote - o traficante de personas - para llevarla a ella y a sus hijas, en un viaje que duró 23 días, caminando, en camión, por “todo”.
Están exhaustos, pero eufóricos, mientras esperan en un puñado de instalaciones improvisadas, administradas por grupos caritativos, en la ciudad fronteriza de McAllen, en Texas, la siguiente etapa de su viaje, para ser enviados en avión o autobús, con sus familiares en todo Estados Unidos: Los Ángeles, Miami, Indiana.
Y muchos reflejan que sus viajes no se habrían emprendido si Donald Trump todavía fuera presidente; la elección de Joe Biden y su decisión de procesar algunas, pero no todas, las solicitudes de asilo dentro del país, les ha dado esperanzas.
“Cuando Trump era presidente esto no era posible, dice Pearla Fernández Milian, de Salamá, 100 millas (160 kilómetros) al noreste de la Ciudad de Guatemala. "Biden es bueno".
El punto es subrayado por Albert Solis, quien durante los últimos 12 años ha trabajado como asistente pastoral principal en la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, en la ciudad texana de Mission, uno de varios lugares que ayudan a los migrantes.
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Hace un mes comenzaron a recibir 100 personas por noche, luego bajó a 50, y ahora ha vuelto a subir a 150. La iglesia funciona como una instalación de desbordamiento cuando otras organizaciones benéficas se quedan sin espacio. Él dice que la iglesia intervino para ayudar a la gente, y asegura que muchos mencionaron que la victoria de Biden en noviembre pasado fue un factor en su decisión de partir.
“La gente entendió el mensaje”, indica. “Un grupo de Honduras nos dijo la semana pasada que tuvieron una fiesta de celebración la noche en que Biden fue elegido”.
Los expertos y activistas en inmigración señalan que la administración Biden ha mantenido en vigor gran parte de una ley, el Artículo 42, promulgada por Trump en marzo pasado, como un medio para poner fin a toda inmigración. En noviembre pasado, un tribunal anuló eso y, aunque mantuvo en vigor gran parte del artículo 42, la administración de Biden señaló que permitiría el procesamiento solo de menores no acompañados.
Eso le ha creado varios dolores de cabeza al nuevo presidente. Al menos 5.000 jóvenes no acompañados están ahora retenidos por la Patrulla Fronteriza y de Aduanas en todo el Valle del Río Grande, a menudo durante días, antes de ser entregados a los funcionarios del asentamiento de refugiados. Las reglas establecen que no deben permanecer allí por más de 72 horas.
A principios de esta semana, la administración se apresuró a responder después de que el congresista de Texas Henry Cuellar publicara imágenes de una instalación infantil densamente poblada en Donna, cerca de McCallen. Dijo al sitio web de noticias Axios que los jóvenes se enfrentaban una "contención terrible".
Biden está corriendo para encontrar instalaciones adicionales, en ubicaciones como las de Carrizo Springs, operadas por el Departamento de Salud y Servicios Humanos, cerca de San Antonio.
También está pidiendo al Pentágono que intente permitirle usar dos instalaciones militares en el estado, a medida que aumenta el número de niños migrantes.
Sin embargo, no son solo los niños que ingresan a los Estados Unidos. The Independent vio a grupos familiares, incluidos los padres, recibir ayuda de las organizaciones benéficas antes de enviarlos a sus familiares. Cientos están llegando todos los días.
Y debido a los números, los funcionarios han estado liberando a muchos migrantes antes de que tengan una cita en la corte para sus casos de asilo. Más bien, las personas deben comunicarse con las autoridades cuando llegan a su nuevo destino, un cambio "destinado a mitigar los desafíos operativos", según información de la Aduana y Patrulla Fronteriza (CBP) filtrada a los medios.
Esto no significa que no haya seguimiento. “Es casi imposible en este momento para el DHS retener a estas personas porque agotará gran parte de los recursos”, declaró Rick Barrera, litigante del bufete de abogados Barrera de Texas, a KVEO-TV de Harlingen.
“Hay un procesamiento significativo antes de la liberación. Hay varias direcciones y lugares de familiares, no se trata simplemente de llenar el formulario e irte".
Los republicanos han atacado a Biden por ser débil con la inmigración y "abrir la frontera", después de cuatro años de políticas de línea dura de Trump. Algunos demócratas y grupos de derechos de los migrantes instan al presidente a tratar de adelantarse al tema, que parece caótico y confuso, especialmente dado que prometió que su política de inmigración sería más humana que la de su predecesor.
A los periodistas casi se les ha impedido ingresar a las instalaciones, excepto un reportero solitario al que se le permitió acompañar a los funcionarios de la Casa Blanca y una delegación del Congreso a Carrizo Springs.
Esta semana, el presidente buscó comprender el tema, no solo ordenando el establecimiento de más instalaciones en la frontera, sino nombrando a la vicepresidenta Kamala Harris para supervisar los esfuerzos del gobierno y trabajar con varios países, no solo México, sino El Salvador, Guatemala y Honduras, que concentra la gran mayoría de los migrantes.
Indicó que esos países "necesitan ayuda para repeler el movimiento de tanta gente, para detener la migración a nuestra frontera sur".
“Este nuevo aumento que estamos enfrentando ahora comenzó con la última administración, pero es nuestra responsabilidad tratarlo con humanidad”, agregó.
“Hubo un aumento serio de personas que se dirigían a la frontera sur, incluso en medio de eso [la administración Trump]. Eso fue porque hubo graves desastres naturales".
Los problemas mencionados con más frecuencia por quienes se dirigen a las naciones del Triángulo Norte- una pobre economía, violencia de pandillas, corrupción- solo han empeorado en los últimos años. Los migrantes todavía están tratando de escapar del impacto de las guerras civiles y dictaduras de la era de la Guerra Fría, muchas de las cuales involucraron a Estados Unidos, que gastó millones en socavar los movimientos democráticos en lugares como Guatemala y Nicaragua.
En los últimos años, el cambio climático ha presentado más problemas para estos países, provocando sequías severas y haciendo que la agricultura, pilar de muchas de las naciones, sean aún más peligrosas. Los caficultores han sido devastados repetidamente por la sequía.
La hermana Norma Pimentel, directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle del Río Grande, ha estado brindando ayuda a cientos de migrantes.
Ella dice que ha habido un aumento repentino en las llegadas de migrantes en varios puntos desde 2014, como resultado de los cambios políticos en los Estados Unidos. Hubo un aumento repentino, dice, cuando Trump prometió construir un muro.
Ahora señala, hablando fuera de sus oficinas en McAllen, que la administración de Biden estaba permitiendo que los solicitantes de asilo, que anteriormente tenían que esperar en México en condiciones peligrosas ingresaran, al país, se hicieran la prueba de COVID-19 y luego esperaran con sus familias para ser procesados.
“Este es un proceso más ordenado”, afirma. “Estas personas han hecho todo lo posible para llegar hasta aquí. Han caminado durante días, sus pies están hechos pedazos. Algunos simplemente han tenido que dormir en la carretera".
Pimentel cuestiona a quienes alegan que la "frontera está abierta". Asegura que no lo está, pero que los traficantes de personas y los coyotes le decían a la gente que “ahora es el momento” para venir. “Simplemente los están explotando”, añade. Mientras habla, un hombre que pasa en un automóvil grita desde su ventana: "Regrésenlos".
En la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, Alejandro Valle Borohosa, dice que pasó 18 días viajando con su esposa y dos hijos desde La Libertad, en el norte de El Salvador, un país que tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo. Demostró cómo él y otros habían remado a través del río.
“Había 20 personas en el barco”, revela, y dice que se reunirán con familiares en Los Ángeles. Coniesa que solo tiene un par de pantalones y zapatos, y que había sido una mezcla de emociones cuando se despidieron de su madre, esperando un nuevo futuro. "Ella estaba triste, pero también feliz", aseguró.
Javier Villanueva, su esposa Dilcia y sus dos hijos también esperan la siguiente etapa de su viaje.
Han viajado desde Tocoa en el norte de Honduras, a pie y en autobús. Habían salido de su casa hace un mes, sin la ayuda de un coyote.
“No teníamos el dinero”, comentó Villanueva, quien ha enfrentado problemas no solo de las pandillas, sino también de la policía, que golpeó a su hijo de 15 años, Sixto.
“En todas partes del país es peligroso”, declara Villanueva, que trabajaba como camionero entregando agua. El hombre indica que no hay trabajos adecuados, no hay futuro para sus dos hijos.
Menciona que el cambio de gobierno en Estados Unidos fue un factor en su decisión de viajar ahora.
La familia cruzó el Río Grande. Su esposa Dilcia, señala cómo el agua les llegaba a la cintura, mientras caminaban por la tarde. "Sí. Estábamos asustados".
La familia está esperando una última pieza de papel para su hijo más joven, Elthon de cuatro años, antes de viajar para reunirse con un amigo que vive en Jacksonville, Florida.
Villanueva señala a sus hijos y sonríe ante la perspectiva de que puedan ir a la escuela, tener seguridad, disfrutar de una vida mejor. "Se trata de los niños".