Embajador de EEUU visita Fukushima, en muestra de apoyo a Japón
El embajador estadounidense a Japón visitó el jueves una ciudad en la prefectura de Fukushima donde compartió un almuerzo de mariscos con el alcalde, conversó con pescadores y compró alimentos locales para demostrar que son seguros después de que se vertieron aguas residuales radiactivas tratadas de la planta nuclear destruida de Fukushima al mar. Rahm Emanuel respaldó a Japón y criticó la veda de China sobre los frutos de mar japoneses, que calificó de medida política.
Emanuel comió lenguado y sashimi de róbalo con el alcalde de Soma, Hidekiyo Tachiya; conversó con pescadores y visitó una tienda de alimentos en la que compró duraznos, higos, uvas, lenguado y otros productos locales.
Todos estos alimentos serán servidos cuando sus hijos lo visiten este fin de semana, dijo Emanuel en una entrevista telefónica mientras regresaba en tren a Tokio. “Todos los comeremos. Como padre, pienso que si hubiera un problema, no lo serviría”.
El vertido de las aguas residuales al mar comenzó la semana pasada y se prevé que durará varias décadas. Asociaciones pesqueras japonesas y países vecinos se oponen, y China prohibió inmediatamente la importación de frutos de mar japoneses.
Emanuel dijo que el plan japonés de vertido del agua tiene bases científicas y es totalmente transparente, en “contraste total” con la manera como China manejó la pandemia de coronavirus.
“La veda china es política”, dijo. El fin de la veda “depende de si China quiere ser una buena vecina”.
El agua residual radiactiva se acumula en la planta de Fukushima desde que un gran terremoto seguido de tsunami en 2011 destruyó los sistemas de enfriamiento y causó desperfectos en tres reactores. Las 1,34 millones de toneladas de agua están almacenadas en unos 1.000 tanques y sigue aumentando debido a las filtraciones y el uso de agua de enfriamiento.
El gobierno y el operador de la planta dicen que la descarga del agua es inevitable porque la capacidad de los tanques quedará colmada a principios del año próximo y se necesitará espacio para desmantelar la planta, un proceso que se cree tomará décadas.