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¿Es sorpresa que las adolescentes eviten los deportes debido a sus períodos?

Podrá costar dinero del erario público reformar los vestuarios de una escuela secundaria. Pero, ¿cuánto más cuesta que tantas chicas dejen el deporte y el ejercicio de por vida?

Hannah Fearn
Lunes, 11 de octubre de 2021 12:33 EDT
"Las niñas van a la escuela con fajos de papel higiénico metidos en los calcetines, con ropa vieja rasgada y sin cambiarse las toallas sanitarias o los tampones con la frecuencia que deberían, lo cual es peligroso", dice la activista.
"Las niñas van a la escuela con fajos de papel higiénico metidos en los calcetines, con ropa vieja rasgada y sin cambiarse las toallas sanitarias o los tampones con la frecuencia que deberían, lo cual es peligroso", dice la activista.
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No hay una mujer adulta que al leer esto no pueda recordar la vergüenza del crujido de la envoltura del tampón en el baño de la escuela. Ese minucioso proceso de despegar una toalla sanitaria de su cubierta de plástico, milímetro a milímetro, para que no se escuche un sonido rasgante y te delate.

Peor aún, cómo se sentía andar con el temor constante de que un período, tal vez el primero, tal vez un ciclo irregular, llegara con fuerza y sin previo aviso, dejando evidencia visible de tu falta de preparación. Seamos brutales con la verdad: Tener un período en la escuela era una maldita pesadilla.

Sin embargo, la década de 1990, cuando tuve que adaptarme por primera vez al desordenado ritual de ser mujer, fue hace mucho tiempo. Desde entonces, la cultura de la positividad de cuerpo y la apertura facilitada por las redes sociales ha tenido un impacto enorme y bienvenido en cómo se discuten los períodos en público y cómo se sienten las mujeres sobre el manejo de su propia salud sexual y menstrual. La publicación del libro Period de Emma Barnett en 2019 marcó este momento decisivo cuando llegó a las listas de bestsellers.

Sin embargo y de manera lamentable, nada parece estar cambiando para las niñas más jóvenes. Los datos recopilados por Youth Sport Trust han revelado que más de un tercio de las niñas en edad escolar se desaniman de participar en deportes escolares debido a la frustración de sus períodos y las actitudes hacia sus cuerpos. Y la situación está empeorando: El 37 por ciento de las niñas encuestadas por la organización benéfica dijeron que sus períodos les impidieron mantenerse activas en la escuela el año pasado, en comparación con el 27 por ciento en 2018-19.

Un tercio adicional también dijo que se sentía insegura al participar en un deporte debido a que otros las veían. En la semana en que Adele ha sido castigada públicamente por el atroz crimen de equivocarse en su programa de ejercicios, esta no es una reacción infantil. Los cuerpos de las mujeres son vistos y se comenta sobre ellos todo el tiempo; las niñas ven esto por lo que es a una edad temprana.

Pero, ¿por qué, cuando las mujeres apenas una década mayores celebran su menstruación en TikTok e intercambian recomendaciones de ropa nterior menstrual en Twitter, las chicas todavía se sienten así? ¿Qué tiene la menstruación durante la adolescencia que les resulta tan difícil a las niñas? Después de todo, los períodos sin complicaciones no son una barrera para la participación en el deporte; de hecho, se sabe que algunos deportes como la natación son beneficiosos para ayudar a aliviar los cólicos menstruales y los síntomas del SPM, que pueden ser particularmente intensos durante los años de la adolescencia ya cargados de hormonas.

El problema no son sus cuerpos, sino el entorno que los rodea. Las niñas se sienten físicamente incómodas con sus cuerpos dentro de la escuela y no quieren llamar la atención sobre ellas cambiándose de ropa o ajustandola, porque están sangrando mientras se mueven.

Francamente, no las culpo. Rara vez les damos a los adolescentes la privacidad y la discreción que damos por sentado en la vida adulta. Ve a un gimnasio, ya sea uno lujoso exclusivo para miembros o a las instalaciones de la comunidad local, y en los vestuarios habrá opciones: Un espacio abierto y compartido para quienes se sienten cómodos en el o cubículos privados para quienes prefieran cambiarse sin testigos presenciales.

Los cubículos de los inodoros en las oficinas ahora se diseñan regularmente como pequeñas habitaciones individuales con paredes y puertas del piso al techo. ¿Por qué seguimos esperando que las adolescentes, que se están acostumbrando a los cambios que atraviesan sus cuerpos, compartan cubículos y se desnuden en los vestidores abiertos? ¿Por qué les hacemos ejercitarse con un uniforme de educación física escolar feo e incómodo, descrito por algunas niñas encuestadas como “atrevido”, en lugar de ofrecerles la opción de elegir un uniforme deportivo que se adapte a su forma, incluidos brassieres deportivos de buena calidad?

La pubertad siempre estará plagada de confusión y vergüenza, pero si las mujeres adultas finalmente están haciendo caso omiso de generaciones de vergüenza asociadas con nuestros cuerpos, entonces les debemos a las niñas más jóvenes ayudarlas a hacer lo mismo; y más oportunamente que cuando nosotros lo logramos. Podrá costar dinero del erario público reformar los vestuarios de una escuela secundaria. Pero, ¿cuánto más cuesta que tantas chicas dejen el deporte y el ejercicio de por vida?

Youth Sport Trust ahora está preguntando a las niñas qué marcaría una diferencia positiva en su experiencia de educación física. Un buen comienzo sería tratarlos siempre como los jóvenes adultos que ya son.

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