¿Por qué los ríos de Alaska se están volviendo naranjas?
Un grupo de trabajo de la Universidad de California comprobó que, al menos 70 ríos y arroyos, están siendo afectados por un fenómeno conocido como “drenaje ácido de rocas”
Un grupo de trabajo de la Universidad de California Davis que, junto con científicos del Servicio Geológico de EE. UU., comprobaron que al menos 70 ríos y arroyos de Alaska están siendo afectados por un fenómeno conocido como “drenaje ácido de rocas”.
El cambio de color no tiene nada que ver con la contaminación. El proceso es bien conocido en la minería, cuando metales que han estado ocultos o guardados por mucho tiempo, entran en contacto con el agua o algunas de sus moléculas; y así inicia el proceso de oxidación.
Según expertos, este fenómeno es más severo de lo que se cree; ya que puede causar grandes estragos al medio ambiente y, si no es detectado y mitigado a tiempo, puede acabar con ecosistemas acuáticos, dañando severamente la flora y fauna marina.
Al contener una gran cantidad de metales, los cuales son absorbidos por el ecosistema, la recuperación de estas zonas es muy complicada, refieren científicos.
El drenaje ácido se genera debido a la formación de aguas ácidas, la mayor parte de ellas, abundantes en sulfatos y metales pesados. Por lo general, de acuerdo con especialistas, estas provienen de ripios, relaves o botaderos donde se mezclan con el oxígeno y agua ambiental.
Algo similar está ocurriendo en Alaska, de acuerdo con la hipótesis del profesor de la Universidad de California Davis, Brett Poulin, quien detalló a la cadena de noticias BBC que “el derretimiento del suelo del permafrost –capas de suelo congeladas– está permitiendo que el agua se filtre de manera más profunda y que interactúe con minerales que han estado atrapados por miles de años”.
En suma, la capa de roca o suelo que contiene hielo y permanece congelada durante dos años o más, permite que ocurra el deshielo y se tiña de naranja el agua. Algunos de los metales que predominan en la zona son el zinc, cobre, níquel y plomo.
Este fenómeno también implicaría la generación de nuevos virus o bacterias.