Científicos descubren un segundo agujero negro supermasivo en una galaxia distante
El hallazgo ocurrió en el centro de DO 287, una galaxia ubicada a 5.000 millones de años luz de distancia y tiene una masa de unos 150 millones de soles
En días recientes, los astrónomos han descubierto la presencia de un segundo agujero negro supermasivo en el centro de una galaxia distante. Según los expertos, estos denominados “monstruos cósmicos” se alimentan de gas y polvo; y uno de ellos tiene una peculiar órbita oblonga –más larga que ancha– que lo sumerge en un disco de polvo y gas al rojo vivo alrededor de su compañero.
El hallazgo ocurrió en el centro de DO 287, una galaxia ubicada a 5.000 millones de años luz de distancia y tiene una masa de unos 150 millones de soles, según refiere el portal Space. El segundo agujero negro es aún más masivo que el primero, puesto que tiene más de 18.000 millones de soles y se alimenta con mayor avidez del gas y el polvo que circula en el espacio.
Los expertos refieren que la materia de este remolino no cae a la superficie del agujero negro, más bien se canaliza a sus polos y se dispersa en “poderosos chorros”, según el medio antes referido. Esto provoca que un centro galáctico brille como un tipo de núcleo galáctico activo llamado “cuásar”.
En este proceso fue que los astrónomos reconocieron un segundo agujero negro supermasivo en órbita. Según la explicación científica, entre más se sumerge este a través del disco de acreción que rodea al agujero principal, este desencadena una serie de bengalas.
Asimismo, las bengalas se producen a medida que el agujero negro calienta el disco de material y provoca que el gas caliente se distribuya como burbujas en expansión. Estos destellos brillantes duran alrededor de dose semanas y “son mucho más brillantes que la luz combinada de un billón de estrellas o toda la salida de luz de la Vía Láctea”; de ahí que su hallazgo fuera posible.
Hace casi cuatro décadas, Aimo Sillanpää, astrónomo de la Universidad de Turku en Finlandia, descubrió un patrón en DO 287 e identificaron dos ciclos: uno de 12 años y otro de cerca de 55. Se trataba de dos agujeros negros que se arremolinaban entre sí, dando origen al ciclo más corto del periodo orbital y el ciclo más largo que surge de la orientación de dicha órbita.