¿Por qué la crisis climática está creando huracanes más fuertes que nunca?
Mientras Florida se prepara para el huracán Ian, el Canadá atlántico se recupera del ciclón postropical Fiona
El lunes, el huracán Ian se convirtió de forma oficial en una tormenta de categoría 1, que se dirigía hacia las Islas Caimán y Cuba, al tiempo que se advertía a los floridanos de que debían “estar preparados” para las condiciones meteorológicas extremas de los próximos días.
Después de meses con pocas tormentas notables, la temporada de huracanes del Atlántico de 2022 está en pleno apogeo. Mientras Florida se prepara para el fenómeno meteorológico que se avecina, el Canadá atlántico se recupera del ciclón postropical Fiona, que tocó tierra en Nueva Escocia a primera hora del sábado.
A medida que la temperatura promedio del mundo aumenta y el nivel del mar se eleva, se espera que los huracanes se vuelvan más fuertes - y el daño más catastrófico, afirman los científicos.
La investigación sobre el huracán Harvey de 2017 en Texas descubrió que el calentamiento planetario hizo que las lluvias durante el diluvio de varios días fueran un 15 por ciento más intensas. Otro estudio sobre el tifón Hagbis de 2019 en Japón descubrió que la crisis climática añadió al menos US$4.000 millones en daños adicionales.
El aumento del nivel del mar es una de las formas en que la crisis climática está haciendo que estas tormentas sean más peligrosas. Conforme los océanos suben, debido al derretimiento de las capas de hielo polares y al aumento del calor que expande el agua, las ciudades costeras como Tokio y Nueva Orleans tendrán más probabilidades de quedar inundadas durante las tormentas.
Desde el siglo XIX, el nivel del mar en el mundo ha subido unas 8 pulgadas (20 centímetros), lo que amenaza a las comunidades costeras y aumenta el riesgo de inundaciones cuando las tormentas empujan el agua hacia el interior.
El aumento del nivel del mar también puede acabar con las defensas naturales que tienen las costas contra los huracanes que llegan, como los humedales de las marismas y los pantanos que protegen de las marejadas y los vientos.
Un estudio realizado en 2020 descubrió que en casi 90 tormentas tropicales de EE.UU. entre 1996 y 2016, los condados con más humedales sufrieron menos daños materiales. Los autores de ese estudio pusieron un valor a esos humedales: un promedio de US$1,8 millones de protección contra daños por kilómetro cuadrado al año.
Pero a medida que los mares suben, esos humedales -que se encuentran al nivel del mar- pueden empezar a desaparecer si no pueden reconstruirse con la suficiente rapidez para seguir el retroceso de la costa.
Otro estudio analizó las comunidades que rodean la bahía de Chesapeake, en el noreste del país, y descubrió que, en un escenario climático con mucho aumento del nivel del mar, la pérdida de humedales podría cuadruplicar las zonas inundadas por una tormenta y añadir más de US$8.000 millones en daños.
Incluso sin el aumento del nivel del mar, se espera que los huracanes sean más destructivos a medida que el océano se calienta.
Los gases de efecto invernadero, causados por la quema de combustibles fósiles, están atrapando más calor cerca de la superficie de la Tierra. Los científicos estiman que alrededor del 90 por ciento del exceso de calor generado por las emisiones es absorbido por el océano.
Desde 1901, la capa superior del océano se ha calentado alrededor de 1,5 grados centígrados, según el Instituto Oceanográfico de Woods Hole.
El aire y el agua más calientes alimentan el crecimiento de los huracanes, impulsando vientos intensos y enviando agua a las nubes. La NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU.) afirma que el impacto de la crisis climática en la potencia de los huracanes es “como echar más leña al fuego”.
En las últimas cuatro décadas, la proporción de ciclones anuales que alcanzan al menos la categoría 3 en fuerza -lo que significa una velocidad de viento de al menos 111 mph (178 kph)- ha aumentado, dice el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) de las Naciones Unidas, la principal autoridad en la ciencia del clima mundial.
Además de la intensidad de las tormentas, los huracanes suelen causar más daños si se demoran en la costa, y esta desaceleración puede ser también resultado de la crisis climática. Un estudio reveló que, desde 1949, los huracanes se han desacelerado un 10 por ciento, pero no hay consenso científico sobre el motivo.
El huracán Harvey tardó mucho en disiparse, y permaneció en la costa del Golfo de Texas durante días, con más de 40 pulgadas (102 centímetros) de lluvia en algunos lugares.
Con tormentas tan intensas y sostenidas, las inundaciones pueden ser devastadoras. Durante Harvey, las inundaciones en el área de Houston duraron días, y miles de casa resultaron dañadas o destruidas y más de 100 personas murieron.
Hay una medida de los huracanes que puede no empeorar con la crisis climática. A pesar de los últimos años con un número de huracanes por encima del promedio en el Atlántico, el IPCC dice que no hay una tendencia fuerte hacia más tormentas tropicales por año.
Según Yale Climate Connections, algunas investigaciones indican que incluso podría haber algo menos de huracanes al agravarse la crisis climática, debido a los cambios en los patrones de viento.
Las condiciones varían de un año a otro. En 2022, por ejemplo, la NOAA pronostica una temporada de huracanes en el Atlántico superior a la media, debido en parte a las aguas oceánicas más cálidas y a las actuales condiciones de La Niña.
En general, los científicos recomiendan al público que se prepare para tormentas más duras y de mayor impacto.
En los últimos cuatro años, el mundo se ha enfrentado a grandes crisis como el huracán Laura en Luisiana, el huracán Dorian en las Bahamas, el ciclón tropical Idai en Mozambique y el tifón Mangkhut en Filipinas, todos los cuales causaron una intensa destrucción y pérdidas importantes de vidas.
Solo en 2017, los huracanes Harvey, Irma y María azotaron el Atlántico, y devastaron Texas, el Caribe y Puerto Rico. El ciclón Ockhi, que afectó la India y Sri Lanka ese mismo año, mató a más de 900 personas.
Dado que el mundo sigue calentándose, es probable que la era de los huracanes sobrealimentados por el clima solo empeore.