Corriente en chorro podría desviarse de su curso en 2060 e impulsar un clima extremo en EE.UU. y Europa
‘Nuestros resultados sirven como una advertencia’, dice un científico
El calentamiento global podría obligar a la corriente en chorro del Atlántico Norte a desviarse de su ruta normal en las próximas cuatro décadas, según un nuevo estudio, lo que provocaría un clima extremo en Europa y Estados Unidos con “graves implicaciones sociales”.
Los científicos llevan mucho tiempo preocupados por la cuestión de cómo el aumento de la temperatura del aire podría afectar a la corriente en chorro, una banda de vientos fuertes causada por la diferencia de temperatura entre el aire del Polo Norte y el de los trópicos, que influye mucho en los patrones meteorológicos del hemisferio norte.
Pero como la corriente en chorro tiende a tambalearse con frecuencia hacia el norte y hacia el sur, ha sido difícil conjeturar si las fluctuaciones recientes se han producido dentro de sus límites normales o reflejan algo más siniestro.
En un nuevo estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores utilizaron antiguos núcleos de hielo de Groenlandia para trazar la trayectoria de la corriente en chorro durante los últimos mil 250 años y emplearon modelos climáticos para simular cómo el continuo calentamiento global podría afectar a su ruta en el futuro.
Aunque descubrieron que los cambios en el periodo estudiado han estado hasta ahora dentro de los límites de su rango histórico, prevén que -en caso de que las emisiones de gases de efecto invernadero continúen sin disminuir- la corriente en chorro podría desviarse de su curso normal ya en 2060, desplazándose hacia el Polo Norte.
“En la mayoría de los lugares de la Tierra, las observaciones climáticas directas no suelen abarcar más de unas pocas décadas”, explica el autor principal, Matthew Osman, de la Universidad de Arizona. “Por lo tanto, no hemos tenido una gran idea de cómo o por qué cambia la corriente en chorro durante períodos de tiempo más largos”.
“Lo que sí sabemos es que las variaciones extraordinarias de la corriente en chorro pueden tener graves implicaciones sociales, como inundaciones y sequías, debido a su impacto en los patrones climáticos y, por tanto, en términos de pensar en el futuro, ahora podemos empezar a utilizar el pasado como una especie de prólogo”.
El estudio sugiere que, aunque la corriente en chorro se mantiene dentro de su rango histórico normal, el calentamiento global puede haber provocado ya que empiece a moverse hacia el norte.
Sin embargo, Osman subrayó a Scientific American que “se trata de escenarios de modelos del futuro”, sugiriendo que en un escenario de emisiones más ajustado a los objetivos climáticos globales actuales, la corriente en chorro probablemente se desviará hacia el norte a un ritmo más lento que el previsto en el estudio.
Durante su investigación, los científicos pudieron relacionar catástrofes históricas con ciertos cambios en la velocidad del viento y la ubicación de la corriente en chorro: la hambruna que asoló la Península Ibérica en 1374 se produjo cuando el chorro polar, como también se le conoce, estaba situado inusualmente al norte.
Mientras tanto, dos hambrunas en el Reino Unido e Irlanda en 1728 y 1740, la última de las cuales se cree que mató a casi 500 mil personas, coincidieron con años en los que los vientos soplaron con casi la mitad de su intensidad habitual, enfriando drásticamente las temperaturas y reduciendo las precipitaciones.
Osman citó la mortífera ola de calor en Oregón y Washington, y las inundaciones de este año en Europa, como ejemplos recientes de cómo la intensidad o la ubicación de la corriente en chorro afecta a los patrones meteorológicos a corto plazo, ya que se cree que los vientos son responsables de entre el 10 y el 50% de la variación de las precipitaciones y las temperaturas anuales en Europa y América del Norte.
Los científicos también descubrieron que la corriente en chorro ha oscilado hasta 10 grados en el espacio de unos pocos años, variaciones que, según Osman, pueden tener “enormes implicaciones en los tipos de tiempo que la gente puede experimentar en un lugar determinado”.
“Por ejemplo, cuando la corriente en chorro se sitúa más al sur, la Península Ibérica, normalmente seca, tiende a experimentar condiciones más suaves y húmedas”, comentó. “Pero, a medida que la corriente en chorro se desplaza hacia el norte, gran parte de esa humedad se aleja de Iberia hacia regiones ya húmedas de Escandinavia”.
“Por tanto, una corriente en chorro desplazada hacia el polo en el futuro podría tener consecuencias similares, pero más permanentes”.
El desplazamiento de la corriente en chorro hacia el norte podría hacer que la costa este de EE.UU. se calentara más rápidamente que en la actualidad, pero también podría provocar más inundaciones y olas de calor en Norteamérica y, sobre todo, en Europa, sugirió Osman.
Y añadió: “nuestros resultados sirven de advertencia: aunque empujar la corriente en chorro más allá de su rango natural sería problemático, su trayectoria final sigue estando en gran medida bajo nuestro control”.