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Ciencia vs. memes: ¿100 hombres promedio pueden vencer a un gorila?

Un gorila podría hacer “puré humano” con una sola mano, pero los humanos no jugamos limpio, escribe Renaud Joannes-Boyau

Jueves, 01 de mayo de 2025 15:31 EDT
Los hermanos gorila se reencuentran en el Safari Park de Longleat
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Una nueva y absurda discusión se ha viralizado en redes: ¿quién ganaría en una pelea sin reglas, 100 hombres promedio o un gorila adulto?

La pregunta, aunque totalmente hipotética, se volvió tendencia en plataformas como Reddit, TikTok, YouTube e Instagram. Mientras algunos defienden la superioridad humana por nuestra historia como cazadores, otros apelan a la fuerza bruta del gorila, capaz de levantar casi una tonelada.

Aunque no es un debate necesario, como siempre en internet, todo el mundo tiene una opinión.

Pero más allá de los chistes y los memes, este debate absurdo nos da una oportunidad inesperada para reflexionar sobre la evolución humana.

¿Cuáles son, en realidad, las fortalezas de nuestra especie? ¿Qué hemos dejado atrás en nuestro camino evolutivo? ¿Y qué puede enseñarnos un gorila —ese primo lejano, majestuoso, poderoso y en peligro— sobre nuestra propia naturaleza?

¿Podría este gorila del zoológico de Londres enfrentarse a 100 hombres adultos?
¿Podría este gorila del zoológico de Londres enfrentarse a 100 hombres adultos? (AP)

Gorilas y humanos: dos ramas del mismo árbol evolutivo

Los gorilas son algunos de nuestros parientes vivos más cercanos. Junto con los chimpancés, bonobos y orangutanes, forman parte de la familia de los grandes simios, los hominidae. Los chimpancés comparten alrededor del 98,8 % de su ADN con los seres humanos y los gorilas no se quedan atrás, con un sorprendente 98,4 % de similitud genética.

El último ancestro común entre humanos y gorilas vivió hace unos 10 millones de años y también es el mismo ancestro que compartimos con los chimpancés.

Desde entonces, humanos y gorilas han seguido rutas evolutivas muy distintas. Mientras los gorilas se adaptaron a vivir en bosques densos y terrenos montañosos, los humanos evolucionamos para habitar espacios abiertos, aunque con el tiempo hemos colonizado una enorme variedad de entornos.

A pesar de estas diferencias ecológicas, seguimos compartiendo muchos rasgos con los gorilas: pulgares oponibles, expresiones faciales, comportamientos sociales complejos e incluso una notable inteligencia emocional.

N'Gola, el macho de espalda plateada del grupo de gorilas del zoológico de Zúrich, cumplió 40 años en 2017
N'Gola, el macho de espalda plateada del grupo de gorilas del zoológico de Zúrich, cumplió 40 años en 2017

Dominio del poder del bosque

En la reciente saga Dune, el duque Leto Atreides buscaba dominar el “poder del desierto” para sobrevivir y vencer. Bueno, los gorilas han perfeccionado algo igual de impresionante: el poder del bosque.

Y dejemos algo claro: en términos de fuerza bruta, el gorila siempre gana. Un macho adulto de espalda plateada puede pesar más de 160 kilos y levantar casi una tonelada, sin necesidad de ir al gimnasio todos los días. Su fuerza, especialmente en la parte superior del cuerpo, es descomunal. Y no se trata de una coincidencia evolutiva, sino del resultado de una intensa competencia entre machos, donde la dominancia física determina quién accede a la reproducción.

Además, los gorilas son increíblemente resistentes y robustos, aunque en general se comportan con calma y gentileza. Como muchos otros primates, poseen una notable inteligencia social. Se comunican a través de una amplia variedad de vocalizaciones, gestos e incluso golpes en el pecho, que usan para enviar mensajes a larga distancia.

También demostraron capacidades sorprendentes: algunos gorilas usan lenguaje de señas, expresan duelo ante la muerte de sus compañeros y muestran empatía. Estas conductas reflejan habilidades cognitivas complejas y profundas.

Un gorila rescata a su hermana

Músculos vs. inteligencia

Una pelea entre 100 hombres y un gorila podría terminar con muchos hombres muertos. Pero todos sabemos que, si fuera real, los humanos no llegarían con las manos vacías: traerían armas, estrategias, drones, fuego y toda clase de trucos ingeniosos.

Comparados con muchos otros mamíferos, los humanos no destacamos por nuestra fuerza física. Nuestra verdadera fortaleza como especie está en la capacidad de adaptarnos y colaborar en grupos muy numerosos.

Nuestros cerebros son, en promedio, tres veces más grandes —en proporción— que los de los gorilas. Esta extraordinaria adaptación evolutiva nos permitió desarrollar el pensamiento abstracto, el lenguaje simbólico y, sobre todo, la capacidad de transmitir y ampliar conocimientos complejos de generación en generación.

Y esa es nuestra mayor superpotencia: la habilidad de cooperar en grandes colectivos, muy por encima de la unidad social típica del gorila, que suele oscilar entre unos pocos miembros familiares y grupos de hasta 30 individuos.

La historia evolutiva de nuestra especie nos llevó a cambiar la fuerza bruta por complejidad social, cultural y tecnológica. Ese intercambio nos convirtió en la especie más versátil, y también la más peligrosa, del planeta.

Un gorila desayuna tranquilamente en el zoológico de Londres
Un gorila desayuna tranquilamente en el zoológico de Londres (Matt Alexander/ PA Media Assignments)

Entonces, ¿quién gana?

En una pelea uno a uno, el gorila podría hacer “puré humano” con una sola mano. No hay competencia cuando se trata de fuerza bruta y combate cuerpo a cuerpo.

Pero los humanos no jugamos limpio. Si tomamos como referencia nuestro éxito evolutivo, es probable que perdamos muchas batallas, pero terminemos ganando la guerra. Al final, los gorilas de montaña no estuvieron al borde de la extinción en los años 80 sin que nosotros tuviéramos algo que ver.

Nuestra especie se ha extendido por todos los continentes, ha habitado todo tipo de terrenos y climas. Transformamos ecosistemas, caminamos sobre la Luna y desarrollamos tecnologías avanzadas. Pero los gorilas representan otro tipo de éxito: uno basado en la armonía con su entorno, en la fuerza silenciosa y en una elegancia física innata.

Tal vez la verdadera pregunta no sea quién ganaría una pelea, sino qué nos dice este contraste. Dos primos cercanos, y al mismo tiempo profundamente distintos, siguieron caminos evolutivos separados, cada uno a su manera. Y ambos, a su modo, son un triunfo de la naturaleza.

Renaud Joannes-Boyau es catedrático de Geocronología y Geoquímica en la Southern Cross University

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y se reproduce bajo licencia Creative Commons. Lee el artículo original.

Traducción de Leticia Zampedri

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