Catalina era un rostro confiable de la monarquía, ahora está en medio de la vorágine

Sylvia Hui
Miércoles, 13 de marzo de 2024 18:21 EDT

Es una de las mujeres más fotografiadas del mundo. Pero la atención sobre Catalina, la princesa de Gales, no ha alcanzado este nivel desde que se casó con el príncipe Guillermo en una boda de cuento de hadas en 2011.

El anuncio de los funcionarios del palacio de que Catalina, de 42 años, se sometió a una cirugía abdominal no especificada y estaría fuera del ojo público durante semanas desató conjeturas y chismes sobre su salud. Pero la admisión de Catalina sobre que alteró una fotografía oficial de su familia, una imagen que podría haber servido para tranquilizar a la gente, empeoró aún más las cosas.

Es un raro paso en falso para la princesa, que casi no ha tenido tropiezos en su travesía de ser la tímida novia “plebeya” de Guillermo a la glamorosa joven madre que, más que cualquier miembro de la realeza desde la princesa Diana, impulsó la popularidad y el atractivo de la monarquía británica en todo el mundo.

Catalina ha disfrutado de una cobertura abrumadoramente positiva por parte de la prensa en los últimos años, pero su relación con los periodistas no siempre ha sido fácil.

LA PRINCESA PLEBEYA

La princesa es la mayor de tres hermanos criados en un barrio acomodado de Berkshire, al oeste de Londres. Antes de volverse integrante de la familia real era conocida como Kate Middleton.

Los Middleton no tienen antecedentes aristocráticos, y la prensa británica a menudo se refería a Catalina como una “plebeya”.

Catalina asistió a la escuela privada para niñas Marlborough College y luego a la Universidad de St. Andrews en Escocia, donde conoció a Guillermo alrededor de 2001. Fueron amigos y compañeros de piso al principio, su relación se dio a conocer cuando los fotografiaron juntos en unas vacaciones de esquí en Suiza en 2004.

Catalina se graduó en 2005 con un título en historia del arte.

LA PRENSA INCÓMODA

La relación de la pareja fue objeto de un intenso escrutinio público desde el principio.

En 2005, abogados de Catalina pidieron a los editores de periódicos que la dejaran en paz, argumentando que los fotógrafos estaban invadiendo su vida privada. Eso no impidió que los medios de comunicación se interesaran por su relación con Guillermo, o que los titulares la llamaran “Waity Katie” (Katy en espera) cuando la pareja se separó brevemente en 2007.

Luego de una amplia cobertura de la boda de Catalina y Guillermo en abril de 2011, la pareja se retiró a una vida relativamente tranquila lejos del centro de atención en una zona rural de Gales por dos años, mientras Guillermo completaba su servicio militar.

Pero el pleito de la realeza con la prensa volvió a salir a la luz en 2012, cuando Guillermo y Catalina demandaron a una revista francesa por publicar fotografías de Catalina en topless, tomadas mientras la pareja estaba de vacaciones en una villa privada en el sur de Francia.

La presión de los medios sobre Catalina disminuyó en gran medida cuando el príncipe Enrique se casó con Meghan Markle en 2018, y el ojo crítico de los tabloides se centró en el escrutinio a la actriz estadounidense birracial. Los periódicos a menudo mostraban a Meghan como la recién llegada a la institución real, en contraste con la confiable y seria Kate, ahora madre del futuro rey y una de las favoritas de las portadas, con sus elegantes atuendos y su sonrisa fotogénica.

Catalina rara vez revelaba sus pensamientos en público, aunque en los últimos años había aumentado su confianza como oradora y defensora de la educación temprana para niños pequeños. En 2021, demostró que tenía cierto talento como intérprete, sorprendiendo al público al tocar el piano para unos villancicos navideños.

PRIVACIDAD RELATIVA

La maternidad trajo consigo la determinación de forjar una relación más controlada con los medios de comunicación. En 2015, cuando el primogénito de Catalina y Guillermo, el príncipe Jorge, tenía solo 2 años, la pareja pidió a los periodistas que dejaran de tomarle fotos no oficiales. Dijeron que querían que sus hijos llevaran una vida lo más “normal” posible.

Desde entonces, Catalina y Guillermo han publicado periódicamente sus propias fotografías de sus tres hijos: Jorge, de ahora 10 años; la princesa Carlota, de 8 años; y el príncipe Luis, de 5 años, para conmemorar fechas e hitos importantes como cumpleaños y Navidades.

En 2022, la familia se mudó del Palacio de Kensington, en el centro de Londres, a una casa de campo cerca del Castillo de Windsor, lo que subraya aún más su deseo de criar a sus hijos en relativa privacidad.

Esto había funcionado bien hasta enero, cuando los funcionarios del palacio anunciaron que Catalina fue hospitalizada para una cirugía abdominal. Señalaron que atendería compromisos públicos hasta Semana Santa.

Su decisión de mantener los detalles en privado alimentó el frenesí en las redes sociales. La publicación de la fotografía para conmemorar el Día de la Madre, celebrado el domingo pasado en Gran Bretaña, que fue retirada pocas horas después por The Associated Press y otras agencias de noticias por preocupaciones sobre su edición digital, solo avivó más preguntas.

La imagen ha dejado a Gran Bretaña dividida sobre cuánta privacidad pueden tener los miembros de la realeza. Algunos lo ven como un golpe a la confianza en la monarquía.

“El palacio en un torbellino por una reacción negativa extraordinaria”, proclamó el Daily Mirror el martes. The Sun tuvo una postura opuesta: “Despidan a Kate: dejen de intimidar por la foto editada”.

De cualquier manera, el apetito por noticias sobre Catalina seguirá siendo feroz.

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