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¿Qué está pasando con el volcán Popocatépetl y qué riesgos supone?

La noche del pasado 21 de mayo, la Coordinación Nacional de Protección Civil informó que el volcán mantuvo constante el tremor y la emisión de ceniza

José Luis Montenegro
Martes, 23 de mayo de 2023 13:15 EDT
Volcán Pacaya | Cómo preparar una pizza volcánica

Este lunes, la CNPC (Coordinación Nacional de Protección Civil) informó que el volcán Popocatépetl –localizado al sureste de la Ciudad de México y tan solo a 43 kilómetros de la ciudad de Puebla­– “mantiene la salida de material incandescente con una columna constante de 1.600 metros y dirección al este-noreste”.

Según la misma dependencia, el volcán se mantiene en “Amarillo Fase 3”, por lo que sugiere “respetar el radio de restricción de 12 kilómetros”, según un mensaje compartido a través de su cuenta de Twitter.

Un aviso especial por la actividad volcánica, compartido la noche del 21 de mayo por la CNPC, detalló que “en caso de exhalación de ceniza volcánica, gas y/o vapor de agua, el pronóstico de trayectoria (…) será hacia el este-noreste, este y este-sureste; a su paso por la zona oeste, centro y este del estado de Puebla; zona sur del estado de Tlaxcala y zona centro del estado de Veracruz, para las primeras 12 horas del pronóstico”.

A pesar de las zona de desplazamiento de la ceniza del volcán Popocatépetl, algunos residentes de la Ciudad de México reportaron caída de la misma en sus hogares.

La semana pasada, “El Popo” –como es conocido coloquialmente– arrojó material residual, lo que provocó que más de 40 municipios aledaños cancelaran las cátedras escolares; provocando que la ciudad de 1,6 millones de habitantes, amaneciera con las calles y vehículos repletos de ceniza.

Actividad volcánica clasificada en colores

“El Popo”, que alcanza los 5.425 metros sobre el nivel del mar, es un volcán activo que puede emitir una combinación de gases, cenizas y fragmentos de roca. La magnitud de su exhalación o lanzamiento dependen de la potencia del mismo.

Con el fin de mantener informada a la ciudadanía, la CNPC ha clasificado su actividad en un Semáforo Volcánico, el cual mide su intensidad en al menos tres colores: verde, para establecer seguridad; amarillo, para las fases de alerta; y rojo, cuando el peligro es inminente.

Verde: Se divide en dos fases, cuando el volcán está en calma (1) o mantiene baja actividad (2), como fumarolas o tremores ligeros.

Amarillo: Revela precaución y se divide en tres fases; la primera de ellas es de actividad volcánica frecuente; la fase 2 es declarada cuando hay un incremento de exhalaciones y emisión de agua, vapor o ceniza; y cuando pasa a fase 3, se refiere cuando la actividad anterior pasa de intermedia a alta.

Rojo: En la etapa más peligrosa se refiere que la evacuación es la única opción. Según el CNPC, contempla derrumbes parciales; y se divide en dos etapas: peligrosidad intermedia y peligrosidad extrema. En esta última fase, las autoridades –al igual que ocurre con los sismos­– sugiere tener a la mano una mochila de emergencia, con documentos de prioridad así como de primeros auxilios; agua, alimentos enlatados, linterna, pilas externas para lámpara o celular, silbato y otros utensilios de rescate.

¿Se avecinan sismos?

Tras las exhalaciones del volcán Popocatépetl, algunos ciudadanos han sugerido el próximo desarrollo de sismos en el país azteca. Según expertos, el movimiento de las placas tectónicas sugiere que, el magma que se forma en la corteza de la tierra cada vez que se abre, se filtra por una serie de grietas.

El movimiento de la tierra hace que los volcanes como el “Popo” realicen erupciones efusivas, cuando el magma durante su ascenso, libera gases sin alterar la presión del medio; o las erupciones explosivas, las cuales ocurren cuando los gases disueltos en el magma forman burbujas y se expanden a medida que ascienden por el conducto volcánico.

La intensidad de la erupción provoca que la tierra se cimbre; sin embargo, eso no significa que la vibración o el sismo alcance a mover o remover gran territorio del país. Los geológos sugieren que esos microsismos podrían ser la antesala de un sismo mayor, aunque como no son predecibles, no puede conocerse cuándo ni de qué magnitud serán.

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