‘Narcocorrido’ o cómo una melodía se convirtió en la expresión cultural de la violencia en México
Un conjunto de canciones de finales del siglo XIX conocidas como ‘corridos tequileros’ explicarían el origen de este subgénero, puesto que abordarían el contrabando de dicha bebida embriagante desde México a EE.UU. durante la Ley Seca; aunque algunos estudiosos creen que nació durante la Revolución Mexicana
En años recientes, las ciudades mexicanas de Culiacán, en Sinaloa; Canelas, en Durango; Guadalajara, en Jalisco, entre otras, se han convertido en las urbes de inspiración para los cantantes de los denominados ‘narcocorridos’, un “subgénero musical” del corrido, que narra la historia verdadera o ficticia de un personaje o un pueblo. A diferencia de este, el ‘narcocorrido’ es una melodía que acompañada de guitarra, trompeta, tuba, acordeón, bajosexto, entre otros instrumentos musicales, destaca una hazaña criminal, cuenta parte de la vida de un personaje mafioso e, inclusive, expone algún enfrentamiento entre sicarios y fuerzas de seguridad.
Algunos estudiosos aseguran que el origen del ‘narcocorrido’ tiene sus antecedentes en la Revolución Mexicana (1910-1920), cuando los cantantes y compositores comenzaron a escribir historias acerca de pistoleros, prófugos de la justicia, de caballos y, en aquellos años, quizás una década más tarde, en 1930, se escuchaban melodías explícitas que hablaban del contrabando de drogas y de enfrentamientos entre narcotraficantes.
Hay algunas versiones más enfáticas sobre el origen del ‘narcocorrido’ que contradicen su origen en la Revolución Mexicana. Algunos sociólogos explican que, el corrido proviene de conflictos que se remontan a por lo menos 200 años, entre la sociedad mexicana y estadounidense. Un conjunto de melodías de finales del siglo XIX conocidas como ‘corridos tequileros’ explicarían el origen de este subgénero, puesto que abordarían el contrabando de dicha bebida embriagante desde México a EE.UU. durante la Ley Seca, un periodo donde se prohibió la venta de alcohol en territorio estadounidense entre 1920 y hasta 1933.
El ‘narcocorrido’ más viejo del que se tiene registro es el que habla de Pablo González, alias “El Pablote” o “El Rey de la Morfina”, un barón de la droga del estado de Chihuahua que alcanzó gran notoriedad a principios del siglo XX; el corrido habría sido grabado en 1931 y mencionaba a Ignacia Jasso, “La Nacha”, la primera mujer narcotraficante que tomó control del trasiego de estupefacientes de México a EE.UU. Algunas versiones sugieren que, este género musical habría nacido en territorio estadounidense, debido a que la canción fue grabada en Texas, pero con una clara inspiración en delincuentes mexicanos. “El Pablote”, según expertos, habría sido uno de los primeros líderes del mundo del hampa, mucho antes de la fundación del Cártel de Juárez, una de las organizaciones criminales más pujantes durante la década de 1970, que tuvo entre sus filas a Amado Carrillo Fuentes, mejor conocido como “El Señor de los Cielos”.
El ‘narcocorrido’ fue evolucionando con el paso de los años y, una de las agrupaciones que capitalizó ese subgénero del corrido, fue Los Tigres del Norte. Su canción más popular conocida como “Contrabando y traición”, habla de cómo dos personajes conocidos como Emilio Varela y Camelia “La Tejana”, transportaban drogas en una camioneta procedente de Tijuana, Baja California, con destino a Los Ángeles, California. A los pocos años, surgieron decenas de cantantes y bandas musicales como Antonio Aguilar, Los Tucanes de Tijuana, Chalino Sánchez, Ramón Ayala, todos dedicados a componer ‘narcocorridos’ para ensalzar las actividades criminales de capos de la droga que, años después, se consolidarían no solo en el mundo delictivo sino que serían catalogados como “enemigos públicos” por EE.UU.
El caso de Chalino Sánchez es notorio debido a que, gracias a su gran influencia en el género, logró consolidarse como el mayor ‘corridero’ e, inclusive, elevado a santo o mártir, tras su muerte en 1992. Sánchez vivió en ‘carne propia’ la pobreza, pues trabajó de lavaplatos y lavacoches durante su infancia; con el paso de los años, se dedicó a la venta de drogas en pequeñas cantidades; laboró en el transporte ilegal de migrantes indocumentados en la frontera entre México y EE.UU. y, finalmente, se hizo cantante y alcanzó fama y fortuna con la canción “Nieves de enero” a la edad de 31 años, hasta que su cuerpo atado de pies y manos, fue hallado en un paraje de Culiacán, Sinaloa. El cantante sinaloense logró darle sentido de pertenencia a la mexicanidad en EE.UU. y visibilizó el trabajo de los migrantes; sin embargo, sus conflictos con presuntos criminales acabaron con la luz que alcanzaba a proyectar en los escenarios. Chalino murió pero la leyenda emergió.
De acuerdo con los pocos expedientes públicos que existen, otro de los corridos que habla acerca de estupefacientes se intitula “Por Morfina y Cocaína”, compuesto en 1934 por Manuel C. Valdez, autor al que también se le vincula con la melodía “Carga blanca”. Debido a que muchos de los archivos ubicados en EE.UU. fueron destruidos durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), se carece de datos precisos como la fecha de creación de las letras e, inclusive, si todas o la gran mayoría fueron grabadas en EE.UU. o en México, como defienden algunos estudiosos del país azteca.
Tras suscitarse la denominada ‘guerra contra el narcotráfico’, a 11 días de que el expresidente mexicano, Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), asumiera el máximo cargo público del país, el subgénero del ‘narcocorrido’ alcanzó fama mundial. En aquellos años, los mayores exponentes del género como Los Tigres del Norte, Los Tucanes de Tijuana, Valentín Elizalde, Los Canelos de Durango, Los Amables del Norte, Jenni Rivera, Sergio Vega “El Shaka”, K-Paz de la Sierra, Grupo Exterminador, Alegres del Barranco, AK-47, José Manuel Zamacona, Cardenales de Nuevo León, Los Huracanes del Norte, entre otros, lograron consolidar su hegemonía. A la par de ese liderazgo musical, surgieron nuevas voces como Calibre 50, Tito Torbellino, Los Nuevos Rebeldes, Enigma Norteño, Los Plebes del Rancho, Alfredo Ríos “El Komander”, Gerardo Ortiz, Larry Hernández y muchos otros que conformaron la denominada ‘ola verde’.
Durante la administración de Felipe Calderón, se fortalecieron figuras casi míticas del narcotráfico como Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada, Juan José Esparragoza Moreno “El Azul”, Vicente Zambada Niebla “El Vicentillo”, Edgar Valdez Villarreal “La Barbie”, Héctor “El Güero” Palma, José Manuel Torres Félix “El Ondeado”, Javier Torres Félix “El JT”. A todos ellos, algunos prófugos, capturados, extraditados e, inclusive, abatidos por el Ejército Mexicano, se les compusieron decenas de corridos que, hasta la fecha, se siguen escuchando y coreando en los estados norteños y serranos de México.
El subgénero se ha ido transformado y se ha agrupado o fusionado con otras vertientes musicales como el rap, trap, reguetón y hasta mariachi. Asimismo, el ‘narcocorrido’ se ha inscrito en distintos bloques que detallan las etapas de la vida criminal en México, entre estas se encuentran, “movimiento alterado”, “corridos bélicos”, “corridos placosos”, “corridos pesados”, “corridos de alto calibre” “corridos chacalosos”, “corridos de la muerte”, “corridos tumbados”. A pesar de que todos abordan el tema del narco, cada bloque destaca un aspecto en específico, ya sea la forma cruel en que los capos mexicanos ultiman a sus víctimas o aquellos que destacan la labor de los eslabones más bajos de alguna organización criminal, entre ellos, pistoleros, mensajeros y hasta aprendices de mafiosos.
Cabe mencionar que, entre los años 2001 a 2010, cuando emergieron y se fortalecieron la mayoría de los cárteles de la droga en México, la Segob (Secretaría de Gobernación) a través de la Dirección de la RTC (Radio, Televisión y Cinematografía) impuso “76 acciones legales” contra los concesionarios por la transmisión de ‘narcocorridos’, argumentando que contribuían a la apología de la violencia y el crimen organizado. De acuerdo con la Ley Federal de Radio y Televisión, en su Artículo 63, establece que están “prohibidas todas las transmisiones que causen la corrupción del lenguaje y las contrarias a las buenas costumbres, ya sea mediante expresiones maliciosas, palabras o imágenes procaces, frases y escenas de doble sentido, apología de la violencia o del crimen”.
Hoy en día, debido a la migración de las audiencias de los medios de comunicación tradicionales a los medios digitales, las acciones legales o esfuerzos gubernamentales para evitar la difusión de los ‘narcocorridos’ son obsoletos. El subgénero se consolidó fuertemente en el gusto de la sociedad mexicana e, inclusive, en grandes grupos de extranjeros, que admiran a “El Chapo” Guzmán e, inclusive, a “El Mayo” Zambada. No importando, raza, edad o género, los ‘narcocorridos’ llegaron para quedarse.