Liberan a obispo católico que intentó mediar entre cárteles rivales tras ser secuestrado en México

Mark Stevenson
Lunes, 29 de abril de 2024 22:23 EDT
MÉXICO-OBISPO SECUESTRADO
MÉXICO-OBISPO SECUESTRADO (AP)

Un obispo católico retirado que trató de mediar entre bandas delictivas rivales en México aparentemente fue secuestrado, pero más tarde fue localizado y trasladado a un hospital, informó la Conferencia del Episcopado Mexicano el lunes.

La Iglesia señaló en un primer comunicado que monseñor Salvador Rangel, un obispo emérito, desapareció el sábado, e hizo un llamado a sus captores para que lo liberaran

Pero la CEM señaló después que “ha sido localizado y se encuentra en el hospital”, sin especificar cómo fue encontrado o liberado.

Uriel Carmona, fiscal del estado de Morelos, donde desapareció el obispo, dijo que los indicios apuntan a un "secuestro exprés".

Previamente, la CEM dijo que Rangel tenía problemas de salud y había suplicado a sus captores que, como un “acto de humanidad”, le permitieran tomar sus medicamentos

Rangel fue obispo en la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, una región notablemente violenta en el estado de Guerrero, en el sur del país, donde los grupos del narcotráfico han librado disputas territoriales durante años. En una iniciativa que más tarde contó con apoyo del gobierno, Rangel intentó convencer a los líderes de los grupos delictivos de ponerle fin al derramamiento de sangre y llegar a acuerdos.

Rangel aparentemente fue secuestrado en el estado de Morelos, al norte de Guerrero. El comunicado de la Conferencia del Episcopado pone al descubierto la delgada y peligrosa línea que deben caminar los prelados en zonas del país que están bajo el control del narcotráfico con el objetivo de no antagonizar con los capos de la droga que pueden ponerle fin a sus vidas en cualquier momento.

De momento se desconoce quién pudo haber secuestrado a Rangel. En la zona operan Los Tlacos, los Ardillos y La Familia Michoacana, tres grupos delictivos sumamente violentos. Ninguno de los cárteles se ha atribuido el secuestro hasta el momento.

Elementos de la fiscalía de Guerrero confirmaron el secuestro pero no dieron a conocer más detalles, limitándose a decir que estaban dispuestos a colaborar con las autoridades de Morelos, un estado que al igual que Guerrero se ha visto sumamente afectado por actos de violencia, homicidios y secuestros durante años.

Otros obispos anunciaron en febrero que habían ayudado a concretar una tregua entre dos cárteles rivales en Guerrero.

El reverendo José Filiberto Velázquez, quien estaba al tanto de las negociaciones de febrero pasado pero que no participó en ellas, dijo que las pláticas incluyeron a líderes de La Familia Michoacana y los Tlacos, también conocido como el Cártel de la Sierra.

Los obispos y sacerdotes intentan mediar entre cárteles con la esperanza de reducir las sangrientas disputas territoriales. Se asume que los grupos se dividirán los territorios en los que cobran extorsiones y derecho de piso y trafican con drogas sin que haya tantos muertos.

Previamente, el actual obispo de Chilpancingo-Chilapa, José de Jesús González Hernández, dijo que él y otros tres obispos del estado habían dialogado con líderes del narcotráfico con el fin de negociar un acuerdo de paz en otra zona.

González Hernández señaló en su momento que estas negociaciones fracasaron debido a que los grupos delictivos no querían dejar de disputarse el territorio a lo largo de la costa del Pacífico. Estas batallas han afectado al transporte en al menos dos ciudades y han resultado en decenas de asesinatos en los últimos meses.

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador dijo en febrero que estaba a favor de este tipo de negociaciones.

“Siempre los sacerdotes, los pastores, integrantes de todas las Iglesias participan y ayudan a la pacificación del país”, señaló.

Los críticos aseguran que las negociaciones ilustran cómo las políticas del gobierno de no confrontar a los cárteles han orillado a la población civil a negociar sus propios acuerdos de paz con el crimen organizado.

El párroco de un poblado del estado de Michoacán que ha estado bajo dominio de un cártel durante años, dijo en febrero que las negociaciones eran un reconocimiento tácito de que el gobierno no podía brindar condiciones de seguridad.

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