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La fiesta callejera de las latas de aluminio en Brasil trae alegría y un mensaje ecológico

Eraldo Peres,Elonore Hughes
Lunes, 12 de febrero de 2024 00:36 EST

No la veían, pero la oían.

Los asistentes al Carnaval el domingo en la ciudad de Madre de Deus, en el noreste de Brasil, oyeron la fiesta callejera de latas de aluminio antes de verla: más de 30 participantes ataviados con aparatosos disfraces confeccionados con cientos de latas de cerveza y refrescos se pasearon por la isla en la Bahía de Todos los Santos, en el estado de Bahía.

Cada traje —llamado “pierro”— es el resultado de un arduo trabajo, hecho con unas 1.600 latas recogidas durante los meses anteriores y lavadas a fondo para eliminar olores persistentes.

Cientos de alegres espectadores se reunieron a pesar de la llovizna veraniega para contemplar este festín para la vista y el oído, vitoreando y aplaudiendo el tan querido “Bloco da Latinha”, como se conoce en portugués.

“Además de ser bonito, es muy divertido”, dijo Fábia do Carmo Carvalho, de 19 años, que lleva varios años desfilando con el grupo.

Fundada en 1997, la fiesta callejera nació de la preocupación por el mar de latas que el Carnaval deja a su paso, ensuciando Madre de Deus. Un grupo de amigos y familiares empezó a recoger latas desechadas y a pegarlas a su ropa.

Pero unos años más tarde, la recogida de materiales reciclables se convirtió en una profesión regulada, por la que la gente puede llevar materiales a centros de reciclaje y recibir un salario en función del peso y la cantidad de material recolectado.

Aunque Madre de Deus se volvió de repente mucho más limpia, a consecuencia de ello el grupo pasó dificultades para encontrar latas. La fiesta callejera de las latas fue suspendida antes de volver en 2011, y los artistas se disfrazaron por primera vez con los “pierros”.

“Salieron nueve personas. Fue tosco, no había máscaras. A partir de ahí, empezamos a mejorar poco a poco. Y gracias a Dios, aquí estamos ahora”, dijo el presidente del grupo, Aloísio Jesus da Silva, de 62 años, la mañana del desfile en su casa.

Las latas, reagrupadas por colores y tipos, se sujetan con un pequeño hilo de nailon a overoles. Este año, los artistas llevaban una máscara roja que les cubría la cara con puntiagudas orejas negras. Algunas mujeres optaron por desfilar con un modelo alternativo, con sólo una falda hecha de latas y zapatos decorados con anillas de latas.

El grupo recibió un gran impulso cuando fue invitado por la cadena de televisión Globo en 2015. Los elaborados trajes ocupan demasiado espacio para transportarlos por todo el país hasta los estudios de Globo en Río de Janeiro, así que la cadena les ayudó a confeccionar unos nuevos para el programa.

“Aparecer en una cadena nacional fue muy importante para el desarrollo del grupo. Fue una validación de lo que hacen”, dijo Louyse Gerardo de Medeiros, estudiante de doctorado en estudios culturales en la Universidad portuguesa de Minho, que escribió su tesis de maestría sobre el grupo.

“La experiencia —en la que fueron muy bien recibidos— contrasta con su día a día, que es una lucha”, dijo Medeiros.

A medida que ha aumentado la popularidad del grupo, también lo ha hecho la necesidad de latas de aluminio para hacer disfraces extra. La fiesta callejera paga ahora a personas que se ganan la vida recogiendo material reciclable para que les vendan latas.

Los trajes cuestan unos 220 reales (44 dólares), una cantidad nada desdeñable en un país donde el salario mínimo mensual es de 285 dólares.

“Todos los años es muy difícil”, se lamentó Ednailton Santos, de 59 años, vicepresidente del grupo. Les gustaría que les patrocinaran, “pero nadie nos escucha”.

A pesar de las dificultades, Santos se siente orgulloso de ser miembro de la fiesta callejera y del mensaje que transmite a los habitantes jóvenes y mayores de Madre de Deus.

Santos se gana la vida como pescador y pasa muchas horas en el mar frente a las costas del estado de Bahía. “Veo a gente que bebe y tira las latas al mar. Las atrapo y las devuelvo a la orilla”, explica.

“Mostramos a la gente que la lata que tiraron tiene mucho prestigio, porque con ella hacemos un disfraz que da mucha felicidad”, dijo Santos.

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