Escuelas de Puerto Rico no están preparadas para afrontar olas de calor cada vez más intensas
Cuando las temperaturas suben vertiginosamente en una escuela pública de la isla puertorriqueña de Culebra, los estudiantes se dispersan en busca de alivio.
Durante un programa de verano el mes pasado, cuando las temperaturas exteriores se elevaron a más de 27 grados Celsius (más de 80 grados Fahrenheit), Zedrik, un estudiante de tercer grado, se sentó junto a una palma que no ha crecido lo suficiente como para cubrirlo con su sombra. Kenneth, de noveno grado, se refugió en la biblioteca. Nayla, de octavo, fue a la oficina de la directora, donde el aire acondicionado ofrecía un alivio limitado.
La escuela tiene abanicos de techo, pero no operan a capacidad. Otros equipos de enfriamiento de la escuela no sirven, pues se han dañado debido a las fluctuaciones de voltaje eléctrico en una isla que lidia con una crisis energética.
Los estudiantes y maestros a menudo sufren agotamiento por calor extremo en las escuelas de Puerto Rico, uno de los muchos lugares donde las altas temperaturas interrumpen la educación de los niños cada vez con mayor frecuencia. Puerto Rico ha establecido un protocolo para trasladar a los estudiantes a lugares con ventilación y aire acondicionado cuando hay calor extremo, pero en la realidad, los estudiantes suelen tener pocas opciones. El territorio estadounidense en el Caribe ha avanzado lentamente en la reconstrucción de la infraestructura escolar dañada por el huracán María, en 2017, y por los terremotos de 2020.
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El Centro de Periodismo Investigativo en Puerto Rico colabora con The Associated Press, Honolulu Civil Beat, CalMatters y Blue Ridge Public Radio para analizar cómo se recuperan las comunidades escolares de los desastres naturales.
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Las instalaciones escolares en Puerto Rico no están diseñadas ni preparadas para afrontar olas de calor cada vez más intensas y frecuentes, según entrevistas con personal escolar y expertos, además de datos proporcionados por el Departamento de Educación.
El calor dificulta el aprendizaje de los niños
La exposición al calor extremo está relacionada a la disminución de la función cognitiva en la niñez, particularmente entre poblaciones en desventaja socioeconómica. Los niños más pequeños son particularmente vulnerables debido a que sudan menos y tienen un metabolismo más rápido, según un análisis del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El calor también es un factor de estrés psicológico ya que desencadena ansiedad y reduce la capacidad de memoria, explicó Nellie Zambrana, psicóloga clínica escolar y catedrática de la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras.
“(En) las clases de por la tarde tengo que tener unos códigos de disciplina bastante diferentes de los que tengo por la mañana para poder atraer la atención de los estudiantes, porque si no se va la clase con ‘qué calor, míster. Qué calor’”, dijo José Quintana, profesor de matemáticas, quien sufrió agotamiento por calor en la Escuela Ecológica, de Culebra, en 2023.
En la región educativa de Humacao —a la que pertenece Culebra— el Programa de Enfermería Escolar reportó 124 casos en 2024 que requirieron activar el protocolo de calor para estudiantes afectados por temperaturas extremas. Esto concuerda con un estudio reciente que documentó el aumento de las temperaturas allí y en otras partes de la isla como un síntoma del cambio climático.
En todo Puerto Rico, una isla de 3.2 millones de habitantes, se han registrado más de 795 visitas a salas de emergencia por enfermedades relacionadas a la exposición al calor desde 2023, y alrededor del 20% fueron pacientes menores de 19 años, según el Departamento de Salud.
El gobierno de la isla ha reconocido la necesidad de que las escuelas tengan mayor capacidad para lidiar eficazmente con las olas de calor, pero muchas carecen de ventilación cruzada y tienen sistemas de enfriamiento defectuosos o insuficientes.
Estudiantes y profesores enfrentan el calor con enfoque “hágalo usted mismo”
En la Escuela Luis Muñoz Marín, en Yabucoa, al sudeste de la isla, la comunidad escolar se las ingenió con rifas o cobrando una cuota para el “casual day” con tal de adquirir al menos un abanico de pedestal para cada salón. En el interín, los padres enviaron a sus hijos con abanicos portátiles para sobrellevar el calor. Los profesores se han adaptado e imparten clases en la biblioteca, donde hay aire acondicionado, dijo Josian Casanova, profesor de historia de la escuela secundaria.
El año pasado, algunos estudiantes se sintieron mal y tuvieron que irse debido a las altas temperaturas, agregó.
“Es difícil (para los maestros) mantenernos concentrados en un ambiente tan caluroso”, dijo Casanova. "Imagínense ellos (los estudiantes) para que se concentren”.
El calor también supone desafíos para las escuelas en todo Estados Unidos.
A lo largo de la última década, la demanda de aire acondicionado al inicio del año escolar en Estados Unidos ha aumentado un 34%, según un análisis de Climate Central, una organización dedicada a la ciencia y la comunicación, sin fines de lucro, que investiga el cambio climático. En 2020, la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno de Estados Unidos (GAO, por sus siglas en inglés) estimó que el 41% de los distritos escolares necesitaban actualizar o reemplazar sus sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado.
La demanda de electricidad en Puerto Rico ha incrementado justo cuando la isla enfrenta una crisis energética. El huracán María, de 2017, destruyó la red eléctrica en la isla. Desde la llegada en 2021 de la privatizadora de la distribución de electricidad, LUMA, los clientes han estado un promedio de 13 horas al año sin luz y han experimentado un promedio de cuatro interrupciones anuales.
El gobierno de la isla ha invertido más de 15 millones de dólares desde 2021 en equipos de aire acondicionado para 12 escuelas, pero no siempre hay electricidad suficiente para operarlos, especialmente cuando la demanda aumenta durante las tardes de verano.
La Escuela Luis Muñoz Marín instaló unidades de aire acondicionado este año, pero no tienen suficiente energía para encenderlas todas, dijo Casanova. La escuela lleva dos años en espera de que el gobierno modernice la subestación eléctrica de sus instalaciones.
“Si se va la luz, no hay opciones”, dijo.
En la escuela de Culebra, la irregularidad en el suministro eléctrico también ha afectado la preparación de las comidas. Las fluctuaciones de voltaje han dañado equipos del comedor, tales como la máquina de hielo, un refrigerador y los abanicos de techo, dijo María Villanueva, quien ha trabajado en la escuela durante cinco años. Los tres empleados de la cafetería cocinan sin campana de extracción, y la comida se echa a perder rápidamente debido al calor y la humedad en el cuarto de almacenamiento.
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