El avance del huracán Erick de categoría 3 pone en alerta a las costas de México del Pacífico sur
La costa sur del Pacífico mexicano vio llegar la noche del miércoles en medio de una tensa espera. El avance del huracán Erick, ya elevado a categoría 3 en las últimas horas, amenazaba con tocar tierra en la madrugada del jueves con vientos devastadores, posibles inundaciones repentinas y una peligrosa marejada, según las previsiones meteorológicas.
A lo largo del día fue subiendo rápidamente, desde la categoría 1, a medida que se acercaba a las costas de los estados de Oaxaca y Guerrero con vientos de hasta 200 kilómetros por la noche cuando estaba a unos 85 kilómetros al suroeste de Puerto Ángel, según los datos del Centro Nacional de Huracanes con sede en Miami.
A diferencia de lo que ocurrió en octubre de 2023 con el impacto del huracán Otis, de categoría 5, en Acapulpo —que dejó 52 muertos y una treintena de desaparecidos— esta vez las autoridades mexicanas emitieron numerosas alertas tempranas. Y la población empezó desde la mañana del miércoles a tomar precauciones.
La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, envió un mensaje a través de X, antes Twitter, al final de la tarde en donde pedía a los habitantes de Guerreo y Oaxaca que se quedaran en sus casas, que estuvieran juntos y que si vivían en zonas bajas o cercanas a ríos, se trasladaran a los albergues habilitados. Todas las actividades quedaron suspendidas.
Un huracán se considera de gran categoría cuando llega al 3 o supera vientos de 180 kilómetros por horas. La previsión meteorológica apuntaba a que Erick podría aún fortalecerse durante la madrugada y llegar con vientos destructivos en el punto donde el ojo toque tierra.
El mar se veía fuertemente agitado al inicio de la noche en Puerto Escondido, donde algunos pescadores aún trataban de retirar sus embarcaciones de las playas, mientras las olas arrastraban ya basura, sillas y otros objetos con la subida de la marea.
El agua desapareció la playa de bahía principal y llegó dentro de algunos restaurantes que están en primera línea, mientras algunos vecinos hacían compras de última hora en supermercados. Los negocios cerraron temprano y las calles lucían vacías con el cielo ya oscuro.
La coordinadora nacional de protección civil de México, Laura Velázquez, dijo el miércoles que Erick podría traer lluvias “torrenciales” a Guerrero, Oaxaca y Chiapas en el sur de México. La región montañosa a lo largo de la costa es especialmente propensa a deslaves y hay numerosos ríos que podrían desbordarse.
Según las previsiones, el huracán podría dejar lluvias de hasta 40 centímetros en esos dos primeros estados y, con menos intensidad, también en Chiapas, Michoacán, Colima y Jalisco.
La gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, confirmó que las escuelas se mantendrían cerradas el jueves por segundo día y que se prepararon 582 albergues para recibir a quienes necesitaran evacuar sus viviendas.
Las advertencias de las autoridades por la llegada de Erick se extendieron desde Puerto Ángel a Acapulco.
En la turística ciudad, con el sol aún brillando en el cielo en la mañana del miércoles y algunos turistas aún aprovechando para bañarse en el mar o broncearse en la arena, muchos pobladores comenzaron sus preparativos. No se confiaron, esta vez, por el buen clima.
“Con el Otis estaba tranquilo todo el día, estuvo soleado y, a media noche, fueron dos horas de vientos muy fuertes y vimos lo que sucedió al día siguiente”, recordaba Adrián Acevedo, mientras retiraba uno de sus botes del agua. Hace algo más de año y medio, perdió dos embarcaciones, algunos compañeros y quedó impactado por la huella que dejó aquel huracán.
En algunos puntos de la ciudad se observaba cómo pequeños comerciantes cubrían las fachadas de sus locales con tablas de madera mientras que otros colocaban bolsas de arena en los alrededores de los comercios. Todavía a mitad de tarde algunos pescadores seguían en el puerto de Manzanillo sacando del mar sus embarcaciones con la ayuda de un pequeño tractor.
El ciclón ha reavivado muchos temores. Acapulco quedó destrozada después de Otis y arrasó por completo, entre otros, el restaurante de Carlos Ozuna Romero, un empresario de 51 años que instaló su negocio a orillas de una de las playas de la turística ciudad.
“Los avisos de las autoridades nos infunden miedo y obviamente nos hacen evocar todo lo que ya pasamos”, dijo Ozuna Romero mientras orientaba a sus trabajadores sobre cómo resguardar las sillas y mesas del restaurante para hacer frente al posible impacto de Erick.
Frente al restaurante, un puñado turistas en traje de baño permanecía sentados en sillas plásticas escuchando canciones de reggaetón y otros aprovechaban las últimas horas de sol para zambullirse en el mar que estaba completamente tranquilo.
En paralelo, la ciudad se veía con una fuerte presencia de la Guardia Nacional y de la policía, así como de camionetas de la compañía eléctrica. Con Otis, se fue la luz en la primera noche y tardó días en restablecerse el servicio.
La Capitanía de Barco también prohibió a todos los tripulantes de las embarcaciones que pernoctaran en los botes, como suelen hacer para asegurar el cuidado de los mismos, y muchos de ellos murieron o desaparecieron en el mar con el ciclón de categoría 5 de 2023.
Verónica Gómez, una trabajadora de una empresa naviera de 40 años, no ocultaba su temor. “Todos estamos asustados porque pensamos que puede pasar lo mismo”, recordó sobre los enormes daños a la infraestructura, las pérdidas y las víctimas que hubo en Acapulco, donde viven un millón de personas.
Ella cargaba un botellón de agua y reconoció haber hecho acopio de algunos alimentos enlatados. Lo mismo que hicieron muchos otros vecinos el miércoles aprovechando los negocios que seguían abiertos durante el día.
Francisco Casarubio, un coreógrafo de 46 años, llevaba un cartón de huevos mientras hacía algunas compras de última hora antes de la tormenta. También tenía planeado comprar arroz, frijoles y algo de comida enlatada.
Otis, admitió Gómez, dejó muchos aprendizajes a los pobladores de Acapulco. Y ante la espera de la llegada de Erick, aún sin saber cuál será su impacto, la mujer confiaba en que “ahora no nos va agarrar de sorpresa”.
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Sánchez reportó desde Acapulco, México.