Crisis climática y el COVID-19 han dejado 8 millones de personas con hambre crónica en Centroamérica
Un año de eventos extremos impulsados por el clima agravados por la pandemia ha dejado a millones de personas en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua luchando por satisfacer sus necesidades básicas
Casi ocho millones de personas en Centroamérica padecen hambre crónica, incluidos casi 2 millones en un nivel de inseguridad alimentaria de “emergencia”, informó el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
Un año de eventos climáticos extremos agravados por la pandemia de coronavirus ha dejado a millones de personas en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua luchando por satisfacer sus necesidades básicas.
El PMA informó el martes que el hambre se ha multiplicado casi por cuatro en la región en los últimos dos años y solicitó 47,3 millones de dólares en asistencia alimentaria urgente.
Alrededor del 15 por ciento de las personas en la región, según una encuesta del PMA el mes pasado, dijo que tenían "planes concretos" para migrar debido a la pérdida de medios de vida y la falta de empleo.
2020 fue la temporada de huracanes en el Atlántico más activa registrada, con una serie de tormentas feroces que azotaron a Centroamérica junto con el Caribe y partes de los Estados Unidos.
Un estudio de 2019 en Nature señaló que desde 1982, la cantidad de tormentas que se intensifican rápidamente en el Atlántico casi se duplicó. Los resultados del equipo de Princeton sugirieron "un aumento detectable de las tasas de intensificación del Atlántico con una contribución positiva del forzamiento antropogénico". En otras palabras, el cambio climático impulsado por el ser humano.
El PMA, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 2020 por su labor humanitaria, subrayó que las comunidades centroamericanas se encuentran entre las que están en la primera línea de una emergencia climática.
Años de sequía y clima errático han provocado inestabilidad en la producción de alimentos, especialmente en alimentos básicos regionales como el maíz y los frijoles, que necesitan lluvias regulares.
Unos 6,8 millones de personas se quedaron sin hogar ni trabajo tras los huracanes Eta e Iota, que batieron récords.
Los poderosos sistemas también destruyeron más de 200 mil hectáreas de cultivos, del tamaño de aproximadamente la misma cantidad de campos de fútbol, en los cuatro países, junto con más de 10 mil hectáreas de tierras de cultivo de café en Honduras y Nicaragua, según el PMA.
Miguel Barreto, director regional del PMA para América Latina y el Caribe, dijo: “Las comunidades urbanas y rurales de Centroamérica han tocado fondo”, y agregó que “la crisis económica inducida por COVID-19 ya había puesto alimentos en los estantes del mercado fuera de llegar a las personas más vulnerables cuando los huracanes gemelos Eta e Iota los azotaron aún más”.