Brasil enfrenta peticiones de reparaciones y lidia con su doloroso legado de esclavitud
El director general de relaciones institucionales en un banco estatal brasileño tomó el micrófono ante unas 150 personas en un foro sobre el legado de la esclavitud en su país, que secuestró más africanos para trabajos forzosos que ningún otro.
“Hoy el Banco de Brasil pide perdón a las personas negras”, dijo André Machado ante un público en su mayoría negro en la escuela de samba Portela en río de Janeiro.
“Directa o indirectamente, toda la sociedad brasileña debe disculparse ante las personas negras por ese momento triste en nuestra historia”, dijo, leyendo un comunicado a los asistentes, que fijaban su vista en él sentados en sillas de plástico.
Brasil, donde más de la mitad de la población se identifica como negra o birracial, se ha resistido durante mucho tiempo a enfrentar su pasado. Esos reparos han empezado a suavizarse.
Los fiscales han empezado a investigar a Banco de Brasil, la segunda institución financiera más grande de América Latina por activos con 380.000 millones de dólares, por sus lazos históricos con el comercio de esclavos. Su investigación podría producir una recomendación, un acuerdo o acciones legales, y la fiscalía invitó a la entidad a iniciar un diálogo con la población negra en la escuela Portela del vecindario humilde de Madureira.
Ghyslaine Almeida e Cunha, una líder espiritual de la religión afrobrasileña umbanda, viajó desde la ciudad amazónica de Belem para lo que describió como “un momento histórico”. Celebró la disculpa y el anuncio de medidas, aunque el banco no llegó a prometer compensaciones.
“Vine a decir, en la tierra sagrada de Portela, que sí, queremos reparaciones”, dijo Cunha.
Brasil esclavizó a más personas africanas que ningún otro país. Casi 5 millones de africanos secuestrados desembarcaron en Brasil, más de 12 veces más que los llevados a Norteamérica, según estimaciones de la base de datos de Tráfico Transtalántico de Esclavos. Brasil fue el último país en el hemisferio occidental en abolir la esclavitud, en 1888.
El Muelle de Valongo en Río de Janeiro, que UNESCO considera “el resto físico más importante de la llegada de esclavos africanos al continente americano”, no se había excavado hasta 2011.
La discriminación permanece y los brasileños negros y birraciales tienen más posibilidades de ser pobres, estar en prisión y morir de forma violenta. Menos de un tercio de los puestos de dirección están ocupados por esos grupos, que suponen apenas un cuarto de los representantes en la Cámara Baja del Congreso brasileño.
El 7 de diciembre, un comité del Senado escuchó a expertos que alegaron que Brasil debe priorizar las compensaciones. El Carnaval comienza la semana que viene y una escuela de samba que desfilará ante decenas de miles de espectadores y millones de espectadores de televisión representará la historia de un hombre negro cuya familia busca reparaciones.
El incipiente clamor en Brasil a favor de las indemnizaciones se suma a movimientos similares en el extranjero. En Estados Unidos, Nueva York, California e Illinois han formado equipos para estudiar el tema. La Unión Africana se asoció en noviembre con varios países caribeños para formar un “frente unido” y persuadir a países europeos de que paguen por “crímenes masivos históricos”. Instituciones como la Universidad de Harvard y el Banco de Inglaterra han abordado sus lazos históricos con el comercio de esclavos, aunque ninguno ha apoyado reparaciones financieras directas.
Y en 2021, el presidente, Joe Biden, expresó su apoyo a una comisión federal para estudiar un plan nacional de reparaciones para estadounidenses negros, aunque no ha respaldado ninguna de las iniciativas a nivel estatal.
Esas conversaciones en Estados Unidos inspiraron al grupo brasileño sin fines de lucro Educafro para demandar al gobierno federal en mayo de 2022, explicó a The Associated Press Irapuã Santana, el abogado que presentó la demanda. La organización, que lucha por mejorar el acceso a la educación para brasileños negros y birraciales, reclama una disculpa y un fondo para combatir el racismo, entre otras medidas.
Hace mucho que Brasil se presenta como una democracia inclusiva que ha dejado el racismo atrás. No ha sido hasta las últimas décadas cuando ha habido un esfuerzo coordinado de desmentir públicamente ese mito. Por ahora, el país ha gestionado principalmente su legado de esclavitud con discriminación positiva, en especial una ley de 2012 que obliga a las universidades públicas a reservar una serie de plazas para alumnos negros.
Pero muchos conservadores alegan que el pasado es irrelevante y niegan que se deba ninguna compensación. Es probable que combatan cualquier esfuerzo general de reparaciones.
“¿Qué deuda? Yo no he esclavizado a nadie en mi vida”, dijo Jair Bolsonaro en una entrevista en 2018, meses antes de ganar la presidencia. El expresidente y actual líder de la derecha ha cuestionado la necesidad de cuotas, con el argumento de que negros y blancos deben recibir el mismo trato. Su hijo propuso en octubre poner fin a las cuotas raciales, y casi un tercio de los senadores apoyó la medida.
Los que reclaman más compensaciones discrepan.
“Ante el horror de 350 años de esclavitud, las cuotas son insuficientes. Tenemos que ampliar la conversación sobre reparaciones", dijo el abogado Humberto Adami, presidente de la Comisión de Igualdad Racial del Instituto de Abogados Brasileños.
Esas reclamaciones se oyen por primera vez en público y espacios señalados, lo que refleja en parte el clima político auspiciado por el presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, que asumió el cargo en enero de 2023. La fiscalía empezó el año pasado a investigar a Banco de Brasil, que está cooperando.
Su principal accionista fue en un momento dado José Bernardino de Sá, un traficante de esclavos responsable de transportar a unos 19.000 africanos a Brasil, según la investigación histórica que desencadenó la investigación de la fiscalía. João Henrique Ulrich, que en 1842 fue descubierto dirigiendo un barracón de esclavos en la capital de Angola, fue director del banco durante casi una década.
Más allá de los lazos personales, la institución permitió a los clientes declarar a personas negras esclavizadas como activos financieros como garantía en préstamos que desarrollaron la economía, en un ejemplo de cómo “la esclavitud es crucial para la formación de Brasil”, explicó Thiago Campos Pessoa, uno de los historiadores.
Además de disculparse, Banco de Brasil anunció medidas para facilitar el empleo de personas negras y dijo que “trabaja intensamente para enfrentar el racismo estructural”.
Banco de Brasil declinó una entrevista y derivó a The Associated Press a su comunicado del 18 de noviembre leído en Portela y su reciente iniciativa de financiar proyectos que beneficia a mujeres negras.
Lula nombró a Tarciana Medeiros para liderar el banco, su primera presidenta negra. El mandatario ha prometido seguir avanzando en igualdad racial y creó el primer ministerio del país dedicado a esa cuestión.
La familia de João Cândido, que sirvió dos décadas en la marina después de que Brasil aboliera la esclavitud, espera que un ejecutivo más receptivo escuche por fin sus peticiones.
Tras presenciar cómo se fustigaba a un marinero en 1910, Cândido lideró una revuelta contra los latigazos que propinaban a menudo los oficiales. Él y otros amotinados fueron torturados y apenas dos sobrevivieron, incluido Cândido. Expulsado de la Marina, su familia y él se quedaron sin pensión ni promociones y cayeron en la pobreza, según el fiscal Julio Araujo, que también lidera la pesquisa de Banco de Brasil.
La familia de Cândido reclama una compensación del gobierno federal. También quieren incluirle en el panteón oficial de héroes del país, indicó Adalberto Cândido, de 85 años y único hijo que sigue vivo del marinero, en una entrevista en Sao Joao de Meriti, a las afueras de Río.
Las reparaciones “marcarían una diferencia porque somos una familia humilde. Siempre hemos ganado el salario mínimo, que en este país es una broma”, dijo Cândido, que empezó a trabajar a los 14 años. Habló ante la última casa de Cândido, donde un colorido mural cuenta su historia.
Esa historia ocupará un escenario central en uno de los principales desfiles de Carnaval. En el almacén donde la escuela de samba Paraiso do Tuiuti construye sus enormes carrozas y prepara los trajes de marinero con lentejuelas doradas abundan las referencias a la esclavitud, como una copia del cuadro del artista francés Jean-Baptiste Debret sobre cómo se fustiga a un esclavo.
Jack Vasconcelos, que creó el tema para el desfile, dijo que había decidido homenajear a Cândido porque la violencia heredada de la esclavitud sigue ocurriendo. Puso como ejemplo cómo un repartidor negro fue azotado con la correa de un perro por una mujer blanca en Río el año pasado.
Ese repartidor interpretará a Cândido en el desfile, que aspira a ayudar a la sociedad a recordar la esclavitud. Es una forma de reparación, dijo Vasconcelos.
“Pero también debemos pelear por reparaciones tangibles, no sólo contribuir al recuerdo”, añadió Vasconcelos. ___
La periodista de AP Terry Tang contribuyó desde Phoenix.