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A sus 100 años, este sacerdote católico de Filadelfia sigue horneando pasteles y celebrando misa

Luis Andrs Henao
Jueves, 24 de julio de 2025 14:29 EDT

A lo largo de su extraordinaria vida, el padre James Kelly bautizó a miles de personas, casó a miles más, visitó a enfermos en hospitales y viajó extensamente por el mundo. Se hizo amigo de una superestrella de la ópera y, sí, incluso de una santa.

El sacerdote con más años de servicio en la arquidiócesis de Filadelfia celebró recientemente el 75 aniversario de su ordenación y su cumpleaños número 100. Está agradecido de haber alcanzado estos hitos, pero casi no lo logra después de enfrentar un problema de salud el año pasado que requirió una cirugía, gracias a la cual sigue vivo.

Siente que Dios le dio algo de tiempo extra y trata de hacer que cada día cuente.

"El Señor fue maravilloso conmigo al darme la salud, la fuerza y la energía para viajar, para encontrar cosas hermosas... Dios siempre me daba sorpresas", señala Kelly.

Nacido el 7 de enero de 1925 en el barrio de Roxborough en Filadelfia, en una familia católica muy devota, el camino de Kelly hacia el sacerdocio parece haber estado destinado desde el principio. Le encantaba asistir a la iglesia. Otros niños soñaban con convertirse en atletas, médicos, bomberos. Él quería ser sacerdote.

"Cuando tenía cuatro o cinco años, jugaba a la misa," dice riendo, al recordar que sus padres fueron sus primeros feligreses. "Siempre tenía un pequeño altar en mi habitación, y tenía un vaso, y algunas flores allí, y hacía una vestimenta, me ponía una bufanda, y tenía algunos dulces, y daba la comunión a todos".

Kelly se despierta al amanecer para celebrar la misa en la comunidad de retiro que ahora llama hogar. Escucha ópera. Hornea pasteles.

Recuerdos, un salto en paracaídas y subir a un puente para salvar una vida

Sentado en su habitación, Kelly hojea un álbum de fotos que detalla su trayectoria. Sonríe con cada vuelta de página, señalando fotos en blanco y negro de él cuando era un niño pequeño e hitos en su catolicismo: su bautismo, confirmación y ordenación como sacerdote.

"¡Rechacé Hollywood!", afirma riendo mientras señala el retrato de un sacerdote joven y apuesto, con el cabello muy bien peinado y una amplia sonrisa.

Señala también la foto publicada por un periódico de Filadelfia de la ocasión que subió con su alzacuellos hasta la parte más alta de un puente y disuadió a un hombre de saltar a su muerte.

"Nadie subiría allí, así que subí... eran 400 pies (121 metros) de altura. Era un día sumamente frío", recuerda. "Pude hablar con él y desarmarlo emocionalmente, para que no saltara. Le dije: '¿Qué va a decir tu nieto un día: Abuelo, ¿por qué no me llevaste a pescar?'".

Señala otras fotos de las muchas ceremonias que encabezó con orgullo durante los 19 años en que fue párroco de la Parroquia de San Pío X en Broomall, Pensilvania, a unos 16 kilómetros (10 millas) al oeste de Filadelfia.

Hay imágenes de él durante unas vacaciones en México en las que hizo un salto en paracaídas. O aquella vez, cuando visitó las majestuosas cataratas del Iguazú en la frontera entre Argentina y Brasil, que recuerda como una de las vistas más hermosas de su vida.

"Dondequiera que miraras, había un arcoíris, había una neblina... el agua brotando y rociando y los colores", dice. "Era, como dirían los niños, impresionante".

Imaginación, amigos y estar agradecido por los placeres sencillos

La imaginación, dice, es una de sus palabras favoritas, y recuerda que escribió su tesis universitaria sobre ella. "Jesús usó su imaginación para enseñar," observar, en lo que se convirtió en un ejemplo cuando preparaba sus propios sermones.

Atesora otros recuerdos, tales como viajar a más de 100 países y conocer a santa Teresa de Calcuta, la Madre Teresa. Kelly dice que los dos se hicieron amigos a lo largo de los años después de conocerse en Filadelfia y encontrarse en la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. El sacerdote centenario también compartió el momento en que llevó a un grupo de niños ciegos a una actuación en vivo de su amiga, la aclamada soprano Joan Sutherland.

"He tenido la suerte de conocer a algunas de las personas más magníficas y buenas de este mundo, y han sido muy generosas y amables conmigo", expresa Kelly.

En estos días disfruta de placeres sencillos: el sabor de las cerezas, una hermosa canción, o su comida favorita: pollo asado con puré de papas, judías verdes frescas y mazorca de maíz.

Le encanta aprender y a menudo asiste a conferencias sobre música, historia del arte y egiptología en la comunidad de retiro Normandy Farms Estates donde reside, en Blue Bell, Pensilvania.

Su apartamento está decorado con una pintura de la Virgen María que él dibujó con tiza, un retrato de su madre y una nota firmada por el difunto papa Francisco.

En su mesa de noche tiene una imagen de Carlo Acutis, el primer santo católico millennial. Kelly se inspira en Acutis, quien murió a los 15 años en 2006. Especialmente en la devoción de Acutis y cómo usó sus habilidades informáticas para crear una exhibición en línea sobre decenas de milagros eucarísticos reconocidos por la Iglesia a lo largo de los siglos.

El ritual de una humilde misa diaria y el secreto de una larga vida

Cada mañana se despierta sin necesidad de un despertador y dice la misma oración: "Señor, ¿qué sorpresa tienes para mí hoy?".

“Espero que sea una agradable que amaré y disfrutaré. Nunca sé, pero quiero agradecerte por lo que sea que suceda hoy”, agrega.

Después de una taza de café, celebra la misa en su apartamento para algunos residentes de su comunidad.

"Cuando me mudé aquí, ¡nunca pensé que iba a tener una capilla privada!", bromeó Kathleen Quigley, una enfermera jubilada, después de una misa reciente. "Simplemente amo mi fe, y él es un pilar de fe tan fuerte que es maravilloso para mí tenerlo. Sólo tengo que bajar las escaleras, escucho misa, hablamos, él comparte su comida".

Kelly solía presidir la misa para enormes grupos de fieles, pero siente que la misa diaria en su sala de estar es igual de importante.

"No es en una hermosa capilla o iglesia. Pero es aquí donde puedo ofrecer mi amor y esfuerzos al Padre Celestial", señala. Después de la oración final, siempre recuerda ser agradecido.

"Eso es todo lo que puedo decir... dos palabras: gracias. Es maravilloso que tengo otro día, y podría comer algunas deliciosas cerezas hoy, y conocer gente, nuevos amigos", observa. "Dios sabe qué sorpresas encontraré hoy".

¿Su secreto para la longevidad?

"Bebo mucha leche", dice riendo. "Y digo muchas oraciones".

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La cobertura religiosa de The Associated Press recibe apoyo a través de la colaboración de la AP con The Conversation US, con financiamiento de Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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