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Día de los Muertos: ¿Cuál es el significado de los altares y las ofrendas?

En una de esas asignaciones pendientes con el destino, me aventuré a vivir un fascinante Día de Muertos en México.

Denny Alfonso
Martes, 31 de octubre de 2023 12:24 EDT
MÉXICO-DÍA DE MUERTOS
MÉXICO-DÍA DE MUERTOS (AP)

Primero quiero explicarles que la celebración del Día de Muertos se festeja el 1 y  2 de noviembre de cada año, y en esta se honra la memoria de los que ya no están terrenalmente entre nosotros.

Como dato clave, se trata de una fecha que se remonta a la era prehispánica y que, tras la llegada de los conquistadores españoles se mezcló con las celebraciones de los fieles difuntos, impartidas por la Iglesia Católica.

La celebración de Día de Muertos era similar en varias culturas de Mesoamérica, quienes coincidían en una visión parecida del paso a la otra vida. El destino de los muertos era recíproco al comportamiento de la persona en vida.

Con toda esa información, llegamos a México en búsqueda de la más reconocida de las celebraciones del Día de Muertos y me encontré con una increíble ruta para llegar a la localidad de Pátzcuaro, en el estado de Michoacán.

Allí, la celebración del Día de Muertos es un acontecimiento y casi todos sus pobladores de una forma u otra participan en las festividades, decoración y recibimiento de cientos de turistas curiosos que buscan el por qué, en esta parte del mundo, la muerte se celebra y no se sufre.

Denny Alfonso, Janitzio, Michoacán
Denny Alfonso, Janitzio, Michoacán (The Independent)

El viaje al más allá

Desde la ciudad de Pátzcuaro, nos fuimos a un muelle donde se toma una pequeña embarcación para llegar a la singular isla de Janitzio, por 70 pesos mexicanos ida y vuelta, parecía estar comprando el boleto hacia la eternidad.

Ese mágico cruce en lancha me permitió tomar la foto del recuerdo, los pescadores y sus redes en forma de mariposa, que hacían juego con el atardecer del Día de Muertos, y las luces que a lo lejos soltaban un color naranja sobre la montaña.

Llegamos sabiendo que viviríamos, como se debe, el Día de Muertos, apreciando los majestuosos panteones con flores, cempasúchil, velas, y altares impresionantes que cuentan con imágenes de quienes eran los difuntos anfitriones de estas fiestas en cementerios.

Aunque nada tiene que ver con Halloween, debo decir que, según la tradición mexicana, desde el 31 de octubre se empiezan a encender las primeras velas para recibir las almas de los niños porque el 1 de noviembre es el Día de Todos los Santos.

Esa noche del primero de noviembre es cuando el portal entre este y el otro mundo se abre, y es por eso que se cree que esas almas comparten con sus seres queridos las bonitas y abundantes ofrendas que vemos durante los días previos a la celebración.

Me tocó vivirlo en carne propia, pasamos la noche con varias familias en el panteón central de Janitzio y allí, sin importar las bajas temperaturas, hablamos de los que ya no están.

La madrugada del 2 de noviembre es cuando la ofrenda alcanza su máximo esplendor, y es cuando llega el momento de despedirse nuevamente de esos espíritus que nos acompañan.

Finalmente, algunas familias optan por compartir el delicioso “pan de muerto”, pero las ofrendas del difunto permanecen intactas.

Denny Alfonso, Janitzio, Michoacán
Denny Alfonso, Janitzio, Michoacán (The Independent)

¿Por qué no se le teme a la muerte?

El inframundo, también llamado ‘Mictlán’ por las culturas mesoamericanas, era una dimensión desconocida, pero no temida por los pueblos aborígenes, quienes a su vez alabaron a ‘Mictlantecuhtli’, el señor de la muerte.

En México el Día de Muertos le permite a las familias reencontrarse con sus seres queridos que ya no están en esta vida, pero que gracias a su recuerdo permanecen vivos, y continúan gozando de una presencia espiritual entre nosotros.

Así me lo confirmaron las decenas de familias que, en vez de lágrimas o duelo, celebraron en medio de cantos y rezos a quienes ya no están, en una especie de rito o acercamiento al destino final.

Según historiadores de los mexicas, el ‘Mictlán’ era el portal que los fallecidos atravesaban durante cuatro años después de morir, una especie de proceso para despegar su alma y emociones de su cuerpo.

Allí mismo existían nueve niveles que esas almas debían superar, algunas veces ayudados por un ‘xoloitzcuintle’, un perro sin pelo.

El camino hacia el otro lado no era fácil pero una vez lograban cruzar los nueve ríos lograban una especie de proceso de purificación para descansar en paz.

Entonces, ¿sería posible que estuviéramos interrumpiendo esos caminos en el Día de Muertos?, algunas de las familias con las que platicamos piensan que recordar a sus seres queridos de este lado les da fortaleza al otro.

Denny Alfonso , Janitzio, Michoacán
Denny Alfonso , Janitzio, Michoacán (The Independent)

Los altares y las ofrendas

Es indiscutible el tiempo que se toma cada familia en preparar el altar de Día de Muertos, donde existen comunidades mexicanas por todo el mundo; pero en Janitzio y Pátzcuaro, la dimensión de estos esfuerzos se triplica.

En Michoacán llegamos a ver altares de tres o cuatro metros, o arreglos impresionantes de la flor de cempasúchil, adornando murales interminables.

Todos ellos con frutas, pan de muerto y, sobre todo, esos alimentos predilectos del difunto en vida.

Además de ponerles agua, vimos que sobre algunas lápidas en los panteones de Janitzio ponían cerveza y hasta tequila.

Es tradición que las velas y veladoras de los altares se dejen encendidas todo el tiempo, y usualmente las familias esparcen papel picado con las imágenes de la muerte alrededor del altar.

Los vistosos pétalos de color amarillo y naranja del cempasúchil marcan el camino que deben recorrer los muertos durante la visita de estos días, allí en Pátzcuaro nos explicaban que este tipo de flores guardan el calor del sol y su aroma atrae a las ánimas.

En algunos altares vimos la figura de la popular Catrina, la calavera creada por el grabador José Guadalupe Posada, añadida a principios del siglo XX. Además de los populares ‘alebrijes’, que representan animales fantásticos.

Tras cumplir la cita con ‘la señora de la guadaña’ en Janitzio, no me queda más que recomendarles que alguna vez en su existencia se atrevan a celebrar la vida el Día de Muertos, con seguridad lo recordarán para siempre.

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