La serie de ‘Merlina’ es un éxito de Netflix del que podríamos arrepentirnos
La serie derivada de la ‘Familia Addams’ superó el récord que ‘Stranger Things’ había establecido, y consolidó su estatus como el próximo éxito del ‘streamer’. Pero su éxito podría conllevar problemas para el futuro de la televisión, predice Jacob Stolworthy
¿Escuchas eso? ¿Ese sonido de chasquido distante? Es el sonido de los jefes de Netflix destapando una botella de champán. El martes, se anunció que Merlina, la serie del streamer basada en el personaje de la Familia Addams, se había convertido en todo un éxito. Según los datos que Netflix publicó, superó el récord de Stranger Things como el título más visto de la plataforma en una sola semana. Dichos resultados afirmaron que la serie se había transmitido durante un total de 341,2 millones de horas después de solo siete días. Magníficas noticias para los involucrados en la serie, pero no tan buenas para el futuro de la pantalla chica.
Merlina constituye un tipo de entretenimiento televisivo perfectamente presentable. Tiene una banda sonora alegre (Danny Elfman), un vestuario indeleble (Colleen Atwood) y un elenco excelente (John Papsidera y Sophie Holland); sin su fascinante estrella principal Jenna Ortega, Merlina (Wednesday en inglés) corría el riesgo de ser tan aburrida como un triste lunes. Pero incluso con Ortega, no puede escapar de ciertas trampas, a saber, el hecho de que es esencialmente la versión de Familia Addams de la generación Z mezclada con Riverdale. Para una serie sobre una adorada francotiradora chiflada, que ha sido la inspiración de los disfraces de Halloween en todas partes desde 1992, Merlina carece de sabor y, desde su estreno, más de tres personas me la han descrito como una serie de televisión “decente” para tener de fondo.
De repente, esas 341,2 millones de horas empiezan a tener sentido.
Sin embargo, la calidad mediocre de Merlina no es lo que me preocupa. Estoy más preocupado por su éxito y las consecuencias que estos números tendrán en el futuro. La popularidad de Merlina, cuyo nivel es inaudito, podría tener un efecto adverso en el proceso de aprobación de nuevas series. En otras palabras, las ideas originales podrían acabar escondidas al final de la pila.
Poco después de destapar esas botellas de champán —por cierto, disfrútenlas, son bien merecidas— habrá una reunión para debatir ideas sobre cómo reproducir el éxito de Merlina. La conclusión obvia será explorar las franquicias cinematográficas existentes en busca de personajes con su propio potencial de serie. No habrá idea mala, cualquier palabra terminará escrita en el pizarrón: Íñigo, una precuela que trace los primeros días en la vida del maestro de esgrima Íñigo Montoya de The Princess Bride, podría ser considerada. Se hablará de Farbissina, una serie que explore el ascenso de la secuaz del Dr. Evil en Austin Powers, de Fraulein a Frau. Tal vez Lord Farquaad de Shrek sea considerado para un spin-off, con ocho episodios que exploren cómo el diminuto villano llegó a despreciar a los personajes de los cuentos de hadas. (No sé por qué, se me ocurre que Tom Holland sería perfecto para el papel).
A Tim Burton se le atribuye una gran parte del triunfo de Merlina, lo cual es algo injusto teniendo en cuenta que solo dirigió cuatro episodios. Las mentes detrás de la serie son el dúo de Smallville Alfred Gough y Miles Millar. Pero ciertamente parece que Burton encontró un nuevo hogar después de cortar lazos con Disney en octubre. No cabe duda de que van a explorar su catálogo. Si descartan la idea de Lydia, una serie que trate del personaje Lydia Deetz de Winona Ryder después de los eventos de Beetlejuice (sí la vería) por no parecerse mucho a Merlina, una serie basada en Edward Scissorhands sí resultaría viable. Los guionistas de todas partes trabajarán frenéticamente en una respuesta a la pregunta de larga data: “¿Cómo es que va al baño?”. O quizás Burton se asocie con el reconocido maestro de Netflix, Ryan Murphy, para un spin-off de Ed Wood, al estilo de la serie Feud, que se base en la vida del actor de Drácula, Bela Lugosi. Sin duda, David Harbour debería esperar que le llamen.
Debido a Merlina, cada personaje de cualquier cosa que tenga el más mínimo indicio de afición será el centro de atención, y los expertos explotarán sin escrúpulos el potencial de audiencia. Esta noción es aún más decepcionante considerando el estado actual del cine. Dado que prácticamente todos los lanzamientos exitosos se reservan para una secuela, precuela o spin-off, la originalidad se hace a un lado cada vez más a favor de la propiedad intelectual existente. Afortunadamente, la televisión puede proporcionar un hogar para las ideas no probadas y más arriesgadas. Los guionistas son capaces de usar su número de episodios de manera imaginativa para presentar nuevos mundos, personajes y situaciones.
Pero Netflix, que es propenso a desechar proyectos ambiciosos cuando no hay suficiente audiencia, claramente opera con el método de “no cambies lo que ya funciona”. Esto significa que el estatus de Merlina como un gran éxito será un clavo involuntario en el ataúd de la originalidad. Si bien parece un trabajo de amor para los involucrados, el éxito de Merlina es uno que los fanáticos de la televisión, sin mencionar los guionistas que trabajan con ideas innovadoras, podrían lamentar durante años.
Traducción de Michelle Padilla