Batman regresa... y con él algunos recuerdos de mi infancia
Con la última versión de Batman a punto de llegar a los cines, David Barnett recuerda su relación de casi toda la vida con el Caballero de la Noche
Mi primer artículo periodístico publicado fue sobre Batman. Tenía solamente 19 años cuando escribí para la Preston Other Paper, una revista independiente ubicada en Lancashire, mientras me formaba para ser reportero. Hice el curso de nueve meses para estudiantes de periodismo impartido en aquel entonces por el Consejo Nacional para la Capacitación de Periodistas en Preston Polytechnic.
Lo escribí antes del lanzamiento de la película de 1989, la cual tenía el mismo nombre y fue dirigida por Tim Burton y protagonizada por Michael Keaton, Jack Nicholson y Kim Basinger. Yo era muy joven, y a pesar de que no me pagaron por ello, fui muy feliz por tener la oportunidad de escribir sobre algo con lo que nunca hubiera soñado.
Hoy en día todo el mundo conoce Doctor Strange, Eternals, Hawkeye y Guardians of the Galaxy. Por eso tal vez te parezca extraño cuando escuches que el lanzamiento de una película basada en superhéroes en 1989, especialmente para un geek como yo, era un sueño casi imposible hecho realidad.
Las películas de superhéroes simplemente no estaban de moda en ese entonces. De hecho, antes de Batman de Tim Burton en 1989, la última película de Batman se había hecho casi un cuarto de siglo antes, en 1966: una versión para la pantalla grande de la popular serie de televisión protagonizada por Adam West como el hombre murciélago, y con Burt Ward como su compañero Robin. Para las personas que no estaban familiarizadas con los cómics, ese era el único Batman que conocían: la visión ilustrada con los mismos colores que Willy Wonka de un dúo alegremente vestido que luchaba contra teatrales villanos, armado con estridentes onomatopeyas que aparecían en pantalla, y que simulaba escalar edificios en vertical, cuando en realidad solo se inclinaba una cámara hacia un lado mientras ellos estaban de pie sobre el suelo para crear la ilusión óptica.
Sin embargo, si eras un lector de cómics, entonces probablemente te diste cuenta de que el lanzamiento de Batman en 1989 capturó un espíritu de la época que iba en aumento y que terminaría por apoderarse de la cultura popular, de manera similar a como el Caballero de la Noche tomaría de la camisa a un rufián de pacotilla. Este apoderamiento de la cultura popular se ha mantenido fuerte durante tres décadas, ahora con el lanzamiento inminente (el 3 de marzo) del último capítulo de la saga cinematográfica del héroe, The Batman, protagonizada por Robert Pattinson bajo la máscara.
Esto se debe a que un par de años antes, la editorial de Batman, DC, lanzó un cómic que no solo era diferente a lo que todos habíamos visto en términos de su aspecto físico y de lo que hizo con el personaje querido de Batman, sino que además ayudó a revolucionar toda la industria del cómic.
Se llamó The Dark Knight Returns y fue escrito por Frank Miller, con arte de Miller y Klaus Jansen. A diferencia de los cómics endebles habituales que se publicaban todos los meses en papel de periódico barato, se presentó en papel brillante con cubierta dura, casi como si fuera un libro.
Y el Batman que representó estuvo muy lejos de la extravagancia de la serie de televisión de los años sesenta. Situó a un Batman de 55 años que regresó de su retiro para luchar contra el aumento del crimen callejero y la corrupción autoritaria en una visión distópica del territorio ficticio de Batman en Gotham City. Era oscuro, violento y moralmente ambiguo, y no solo marcó el comienzo de una nueva era de cómics para el público general que ya no estaban dirigidos a los niños, sino que ayudó a popularizar una nueva etiqueta para este tipo de obras... una que, aunque se acuñó en la década de 1960, no tuvo mucha difusión hasta dos décadas después: la novela gráfica.
Pero, ¿quién es Batman?
Gracias al éxito de Batman en 1989, el personaje ha quedado bien establecido en la psique de la cultura popular, y la película a estrenarse el mes próximo, The Batman, será la octava película desde la revitalización que hizo Tim Burton, sin mencionar el gran número de películas animadas y las apariciones de Batman en las películas del Universo Extendido de DC, como Justice League y Suicide Squad.
Entonces sabes quién es Batman. Es Bruce Wayne, hijo único del millonario hombre de negocios Thomas y de su esposa Martha. Cuando era niño, Bruce atestiguó el asesinato a tiros de sus padres por parte de un ladrón luego de que, en un evidente desacierto, tomaron un atajo por Crime Alley después de ir al cine.
El huérfano Bruce queda al cuidado del formidable mayordomo de la familia, Alfred, y gracias al colchón de la fortuna familiar heredada puede dedicar sus años de crecimiento a entrenar su mente y cuerpo a niveles casi sobrehumanos. Después de reflexionar sobre los asesinatos de sus padres, decide hacer algo al respecto. Pero a estas alturas, Bruce es un millonario que se da la buena vida y no puede simplemente salir a luchar contra el crimen. Una noche de pensamientos profundos en la Mansión Wayne, de arquitectura gótica, se dice: “Los delincuentes son un montón de cobardes supersticiosos, por lo que mi disfraz debe ser capaz de sembrar el terror en sus corazones. Debo ser una criatura de la noche, negra, terrible, un… un…”, y justo en ese momento un murciélago entra volando por la ventana. Así es como nace la leyenda.
Batman apareció por primera vez en el número 27 de Detective Comics, publicado en mayo de 1939 por National Comics, la editorial precursora de DC Comics. Detective Comics era un título de antología que presentaba principalmente historias realistas de crímenes. La compañía había presentado a Superman a principios de ese año y quería más de estos personajes disfrazados que luchaban contra el crimen. A Bob Kane, junto con Bill Finger, se les encomendó la creación de Batman, y se basaron en varias fuentes, incluidos los héroes pulp de la década de 1930 como Doc Savage y Shadow, las habilidades de detective de Sherlock Holmes e incluso los primeros diseños de helicópteros de Leonardo da Vinci, para crear el aspecto y el concepto de un detective enmascarado y con capa que merodeaba por la noche.
No recuerdo cuándo me topé por primera vez con Batman. De hecho, realmente no recuerdo un momento en el que no supiera quién es Batman. Comprar cómics estadounidenses en el Reino Unido en las décadas de 1970 y 1980 siempre fue un asunto de suerte. Los quioscos recibían selecciones aleatorias de los números de DC y Marvel, y no había garantía de que obtendrían la próxima edición numerada el mes siguiente. Por lo tanto, los lectores británicos de cómics estadounidenses acumularon colecciones fragmentadas e incompletas, y a menudo se quedaban a la mitad de una historia pero luego nunca podían saber lo que sucedió después del final de un número que los dejaba con la incógnita.
Y Batman en particular pareció tener muchas encarnaciones diferentes durante ese periodo. El Batman de la década de 1960 a menudo había emulado la teatralidad del programa de televisión, haciendo énfasis en las cosas extrañas y maravillosas que el Caballero de la Noche podía sacar de su cinturón de herramientas, por ejemplo, repelente de tiburones o cuerdas para escalar. En la década de 1970 adquirió un tono más oscuro, y se acercó más las sombras, con una capa similar a la de un vampiro, y unas orejas alargadas y siniestras en la máscara.
Algunas cosas fueron bastante constantes, en diversos grados. Bruce Wayne usó su fortuna para construir una flotilla de vehículos de alta tecnología, incluido el Batimóvil, y una variedad de transportes aéreos y marítimos. Tenía una Baticueva, desde donde hacía su trabajo de detective, y tenía una Sala de Trofeos, llena de monedas gigantes y dinosaurios robóticos recolectados durante sus aventuras. Hubo un desfile de los villanos habituales como el Guasón, Gatúbela, el Pingüino y el Acertijo. El comisionado Gordon convocaba a Batman con la Batiseñal, una proyección del famoso símbolo del murciélago en las nubes bajas y llenas de smog de Gotham. Y, lo que resulta bastante incongruente para un vigilante solitario, a menudo se le veía en aventuras con sus colegas superpoderosos en la Liga de la Justicia de América.
En algún momento de mi adolescencia, en los primeros años de la década de 1980, mi lectura de cómics disminuyó. Me llegó la pubertad y descubrí la música, la ropa deportiva casual y a las chicas (aunque las chicas no me descubrieron a mí). Recuerdo vívidamente el momento en que dejé de leer cómics: estaba en un quiosco cuando llegó un pequeño grupo de chicas de mi escuela. Miré los cinco o seis cómics de Marvel y DC que había encontrado en el estante. Y de repente me sentí extraño y fuera de lugar. Estaba frente a la caja registradora y rápidamente compré una copia del periódico The Sun, escondí mis cómics dentro y me fui de ahí.
Batman, te defraudé. Te negué. Lo siento. Pero era un mundo diferente en aquel entonces. Yo anhelaba encajar dentro de la clase trabajadora del norte en 1983, y no quería ser un extraño, un bicho raro. Leer cómics se consideraba infantil y raro, y yo no quería que me consideraran así.
Supongo que había un precedente para este sentimiento. Quizá yo canalizaba un recuerdo genético de la cultura popular que se remontaba a la década de 1950, cuando los cómics no solo se consideraban raros e infantiles, sino además muy, muy peligrosos. Y ninguno más que Batman.
En 1954, un psicólogo infantil llamado Frederic Wertham publicó un libro titulado Seduction of the Innocent, en el que afirmaba que los cómics de la época tenían un efecto perjudicial en la psique colectiva de los niños estadounidenses.
La mayor parte de su ira estaba dirigida a los cómics de terror y crimen, que sin duda eran espeluznantes, violentos y sangrientos, pero tenía mucho que decir sobre los superhéroes, especialmente Batman y su compañero Robin, también conocido como Dick Grayson, el joven huérfano al que acogió y entrenó para que fuera su compañero en la lucha contra el crimen.
Básicamente, Wertham consideró que la relación entre los dos (Dick Grayson fue denominado como el “pupilo” de Bruce Wayne) era muy irregular y poco saludable.
Escribió: “Solo alguien ignorante de los fundamentos de la psiquiatría y la psicopatología del sexo puede no darse cuenta de una atmósfera sutil de homoerotismo que impregna las aventuras del Batman maduro y su joven amigo Robin… A veces, Batman termina en la cama herido y se muestra al joven Robin sentado a su lado. En casa llevan una vida idílica. Ellos son Bruce Wayne y Dick Grayson. Bruce Wayne es descrito como un ‘socialite’ y el argumento oficial es que Dick está bajo la tutela de Bruce. Viven en habitaciones suntuosas, con hermosas flores en grandes jarrones, y tienen un mayordomo, Alfred. A veces se muestra a Batman en bata... es como el sueño de dos homosexuales que viven juntos”.
Seduction of the Innocent se convirtió en un éxito de ventas nacional y provocó una cacería de brujas contra los cómics. Esto fue en la década de 1950, y Estados Unidos tenía los nervios de punta por casi cualquier cosa: comunistas, derechos civiles, liberación de la mujer, beatniks... cualquier cosa que no encajara con la visión utópica del “hola, cariño, llegué a casa” que estaban tratando de construir después de la guerra.
El público tuvo un nuevo enemigo popular a quien vilipendiar, incluso el gobierno se involucró, y después de que Wertham dio testimonio ante un comité del Senado para observar sus hallazgos, el estado le dio un ultimátum a la industria del cómic: o arreglan las cosas, o nosotros lo haremos por ustedes.
La creación de una Autoridad de Códigos para los Cómics autorreguladora saneó los cómics y esencialmente eliminó la mayoría de los títulos de terror y crimen, pero los superhéroes, y Batman, sobrevivieron, a pesar de los esfuerzos de Wertham.
Nunca abandoné los cómics en su totalidad, no realmente, pero los buscaba con mayor tranquilidad. Para ser honesto, siempre fui más un niño de Marvel que de DC. Los cómics de Marvel parecían más fáciles de encontrar, y había reimpresiones británicas en blanco y negro de ellos, mientras que al parecer DC nunca logró asentarse bien en el Reino Unido. Además, los personajes de DC, como Batman, Superman y Wonder Woman, se publicaron de forma aislada al principio, y luego se integraron en un universo cohesivo. Cuando Marvel comenzó en la década de 1960, todo estuvo conectado desde el principio.
Además, era más sencillo identificarse con los personajes de Marvel. Spider-Man era Peter Parker, un niño de la clase trabajadora al que le iba bien en la escuela, como a mí. Se le concedieron sus poderes por puro accidente. Eso podría pasarme a mí, razoné. Pero nunca podría ser Batman. Mis padres estaban lejos de ser ricos, e incluso si un ladrón los hubiera matado cuando yo era pequeño, no tendría una fortuna personal, un Alfred, una mansión y una Baticueva para librar mi guerra contra el crimen.
A medida que crecía, todas esas cosas sobre Batman comenzaron a incomodarme. Era rico más allá de los sueños de la avaricia. Parecía dividir su tiempo entre administrar el negocio de su padre y salir de fiesta con supermodelos. Y, sin embargo, por la noche, se ponía su traje ceñido y usaba una máscara y salía a golpear a unos niños desfavorecidos que estaban robando un televisor de una tienda. Imagínate si Elon Musk hiciera eso hoy.
Pero mi regreso a los cómics a mediados y finales de los ochenta coincidió con una revolución en la forma. Watchmen de Alan Moore y la ya mencionada The Dark Knight Returns de Frank Miller redibujaron la leyenda del superhéroe en tonos mucho más oscuros y moralmente ambiguos. Batman parecía especialmente maduro para la reinvención. Alan Moore, con el artista Brian Bolland, consolidó la relación inversa de Batman con su antagonista de antaño, el Guasón, en la novela gráfica The Killing Joke de 1988, mientras que el escritor Grant Morrison y el artista Dave McKean exploraron la psicología personal de Batman en Arkham Asylum un año después. Los cómics ya no eran solo para niños. Y eso llevó al lanzamiento de Batman de Tim Burton.
Si pensaba que yo era la única persona que iría a verla, si me imaginaba que solo yo había mantenido la llama encendida y había amado a Batman durante esos 20 años en los que desapareció de las pantallas de cine, estaba equivocado. Durante la función de Batman en 1989 fue la primera vez que vi a las personas ponerse de pie en una sala de cine y aplaudir al final de una película.
En la década de 1990 se hicieron tres películas que fueron una especie de secuela. Digo que “una especie” porque tuvieron diferentes directores y actores (Michael Keaton en Batman y Batman Returns, luego Val Kilmer en Batman Forever, y finalmente George Clooney en Batman y Robin). La calidad varió enormemente, y después de coquetear con el inquietante y oscuro Batman de los cómics actuales, la franquicia también intentó adaptarse a la teatralidad de la década de 1960, con representaciones grotescas de los villanos y una Ciudad Gótica demasiado exagerada, lo que llevó a resultados insatisfactorios.
La versión de Batman más aclamada por la crítica en la pantalla tiene que ser la interpretación de Christian Bale en la trilogía de Christopher Nolan Batman Begins, The Dark Knight y The Dark Knight Rises, filmadas entre 2005 y 2012. Estas películas llevaron con mucho éxito a Batman tan cerca como fue posible de un entorno del mundo real sombrío y, a menudo, sucio. Pero, hay que decirlo, no fue muy divertido.
Eso quizá contribuyó con la creación del Universo Extendido de DC, un intento de emular al gigante cinematográfico de Marvel, con las películas de Superman y luego, en 2016, Batman v Superman: Dawn of Justice, que condujo directamente a la película de Justice League al año siguiente.
Es testimonio del poder de permanencia de Batman el hecho de que obtuvo la mejor recaudación con la película de 2016, a pesar de que Superman había tenido apariciones cinematográficas más recientes. Y esa película se basó en la rivalidad entre los dos héroes, que se presentó en los cómics de Dark Knight Returns de Frank Miller en particular. Pero aún así, la actuación de Ben Affleck no dio en el clavo para mucha gente. Es por eso que, este año, tendremos otro Batman en la pantalla grande.
La adición de la palabra “El” antes del Batman de Robert Pattinson les da a los que saben una pista de que no va a ser una versión divertida. Batman es el tipo vestido de colores brillantes que intercambia juegos de palabras y golpes de estridentes onomatopeyas con villanos basados en el arte pop. Batman es el vigilante oscuro, psicótico, que merodea por las noches y golpea a la gente con ferocidad.
Pattinson ha firmado para tres películas, que serán dirigidas por Matt Reeves. ¿El mundo necesita otro Batman en la pantalla? Parece que sí. ¿Y será esta la interpretación que finalmente toque todas las notas correctas, satisfaga a una audiencia de cine más general pero sin descuidar a los fanáticos de los cómics, tal como parecen haberlo logrado las películas de Marvel? ¿Obtendremos al Batman que nos merecemos?
A la manera del comisionado Jim Gordon, el sufrido jefe del asediado departamento de policía de Ciudad Gótica, debemos subir a la azotea, encender la Batiseñal y ver quién surge entre las sombras de la noche en esta ocasión.
The Batman estará disponible en los cines a partir del 4 de marzo.