Desde Michelle Yeoh hasta Brendan Fraser, los Oscar 2023 dieron a los olvidados una segunda oportunidad
Dejando a un lado las graciosas bromas de Jimmy Kimmel sobre el bofetón del año pasado y el desaire de Angela Bassett, la ceremonia de 2023 fue (en su mayoría) un evento enriquecedor con ganadores merecedores, escribe Clarisse Loughrey
Cuando Harrison Ford anunció a Everything Everywhere All At Once como la ganadora de los Oscar a Mejor película de este año, su estrella Ke Huy Quan corrió al escenario e inmediatamente saltó a los brazos del actor. Hace casi cuatro décadas, el dúo había protagonizado juntos Indiana Jones and The Temple of Doom, cuando Quan era solo un niño. La carrera de Ford fue viento en popa. Pero los papeles para Quan pronto comenzaron a escasear, y se vio obligado a conformarse con una carrera de coordinación de dobles y asistente de dirección. Everything Everywhere All At Once no fue simplemente un regreso. Fue la segunda oportunidad de un sueño.
Entonces, el hecho de ver que a Quan, un recién coronado ganador del Oscar al Mejor actor de reparto, se le ofreció la oportunidad de celebrar con el mismo hombre que lo ayudó a guiarlo en sus primeros pasos en la industria, bueno, para citar al propio actor, “dicen que historias como esta solo pasan en las películas”. A los Oscar siempre les gusta hablar por hablar. Todos los años, recibimos los mismos discursos de ojos llorosos sobre cómo Hollywood es realmente una fábrica de sueños donde solo estamos limitados por nuestra propia imaginación. Rara vez se siente como si esas palabras tuvieran algún significado. Este año podría ser la rara excepción.
Una y otra vez, en muchos de los discursos de la ceremonia, vimos reflejado el mismo sentimiento de alivio: que aquí, finalmente, los olvidados habían tenido una segunda oportunidad. Finalmente la atención estaba sobre quienes antes eran invisibles. Brendan Fraser, ganador del premio al Mejor actor por The Whale, habló con gratitud; su actuación fue un gran regreso a la industria, habiendo enfrentado y sobrevivido a algunos de sus aspectos más oscuros. Michelle Yeoh, quien ganó el premio a Mejor actriz después de una reñida competencia con la estrella de Tár, Cate Blanchett, ha hablado a menudo sobre cómo ella pasó gran parte de su ilustre carrera soñando con un papel como el que le ofrecieron en Everything Everywhere All At Once. Halle Berry, la única otra mujer de color en ganar el premio en 95 años, le entregó la estatuilla.
Los papeles de Quan y Yeoh en Everything Everywhere All At Once no presentaban el típico tipo de trabajo que los Oscar premian. Sin los adornos multiversales, nos quedamos con dos personas que interpretan a padres muy comunes, que muestran amor lo mejor que pueden. No hubo acrobacias emocionales; ninguna muestra de sufrimiento grandioso y autoflagelante. Fue el año en que los votantes de la Academia premiaron la fuerza y la belleza de la ternura. Incluso Fraser, cuyo papel lleno de prótesis en The Whale marca la mayoría de los requisitos para ganar un Oscar estereotípico, ofreció algo más discreto de lo que normalmente podríamos esperar.
Por otra parte, la diseñadora de vestuario Ruth Carter hizo historia al convertirse en la única mujer negra en ganar dos premios Oscar, ambos por su formidable trabajo en las películas de Black Panther. Sarah Polley celebró en broma su premio al Mejor guion original por Women Talking agradeciendo a “la Academia por no sentirse tan moralmente ofendida por la combinación de las palabras ‘mujeres’ y ‘hablando’”. Incluso el ganador de Mejor película animada, Guillermo del Toro, habló con franqueza sobre la importancia de reconocer que “la animación es cine”.
La noche no fue tan agraciada para todos. La victoria de Everything Everywhere All At Once, el mayor número de triunfos desde Slumdog Millionaire (2008), se produjo a costa de que Angela Bassett no recibiera el reconocimiento de la Academia. Angela Bassett, una de las favoritas para el premio a la Mejor actriz de reparto, perdió ante Jamie Lee Curtis, una actriz maravillosa que tuvo quizás el papel más flojo en la ganadora a la mejor película de este año. Yo diría que el desaire no tiene tanto que ver con la actuación de Bassett en Black Panther: Wakanda Forever (más allá de esa única escena en la que brama, con una leve ironía ahora, “¿no lo he dado todo?”), sino con lo profundamente increíble que es que esta fuera solo la segunda nominación de la actriz.
Es por eso que creo que sería prematuro hacer una declaración de progreso concreto a los pies de Everything Everywhere All At Once. Cada victoria trascendental incluyó desagradables recordatorios de las obstinadas hipocresías de la Academia. El anfitrión Jimmy Kimmel pasó la mayor parte de la noche criticando a Will Smith por el bofetón que dominó los titulares del año pasado. El incidente entonces se trató con la máxima seriedad y supuso la expulsión del actor de todos los actos de la Academia durante 10 años y la cancelación de varios de sus próximos proyectos, pero ahora se considera solo combustible para los chistes estereotipados sobre los nominados irlandeses que suben al escenario a pelear. ¿No es ese el Hollywood al que estamos acostumbrados? El que se da palmaditas en la espalda con la mano, mientras aplasta a alguien con el pie. Mañana podría ser diferente. Pero, por ahora, está bien sucumbir a ese sueño impreso en celuloide.
Traducción de Michelle Padilla