‘Desaparecida: El caso Lucie Blackman’: La historia verdadera del nuevo documental de Netflix

La desaparición de una joven, de apenas 21 años de edad de Gran Bretaña, causó conmoción pues desveló el ‘modus operandi’ de un violador serial y asesino oriundo de Osaka, Japón 

José Luis Montenegro
Jueves, 03 de agosto de 2023 14:43 EDT
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El pasado 26 de julio, Netflix estrenó un documental sobre Lucie Blackman, una mujer, de apenas 21 años de edad de Gran Bretaña, que desveló el ‘modus operandi’ de un violador serial y asesino oriundo de Osaka, Japón.

El 1 de julio del año 2000, Blackman desapareció en situaciones poco convencionales en Tokio. La joven se habría trasladado de su país natal hacia dicho país junto con su amiga de la infancia, Louise Phillips. En aquellos años, la nación vivía su apogeo de visitantes extranjeros.

Más tarde que temprano, Blackman renunció a su empleo como asistente de vuelo en British Airways y comenzó a trabajar en cualquier lugar. La visa de turista que tenía una duración de 90 días y, aunque no estaba permitido emplearse sin autorización del gobierno, ella logró colocarse rápidamente como una moza de la discoteca Casablanca en la capital japonesa de entretenimiento, también conocida como Roppongi.

En aquel sitio, a pesar de que las “anfitrionas” no tenían permitido tener sexo con los clientes dentro del local, sí debían complacer a los hombres al servirles tragos, platicar con ellos e, incluso, reír y departir en su mesa. Algunas personas las catalogaban como “geishas modernas”.

Fue el 1 de julio de aquel año, cuando Blackman le contó con gran ahínco a su amiga Louise que había conocido a un hombre interesante en el bar y que saldría con él. Eso implicaba serios riesgos de seguridad, pero en ese momento, nadie los consideró.

Al paso de unos días y tras no conocer el paradero de Blackman, su mejor amiga contactó a su familia y denunciaron el caso ante las autoridades. Tras explicar lo sucedido, los elementos de justicia de Japón desestimaron la situación al catalogar a Blackman como una “trabajadora sexual”, puesto que trabajaba en un bar atendiendo a hombres.

En algún momento, las autoridades creyeron que ella pudo haber salido de vacaciones con el hombre en cuestión a algún destino como Bali o Tailandia; era una práctica común de las meretrices, según el gobierno. Ante la impotencia de no saber su paradero, la familia y amigos de Blackman tuvieron que soportar la negligencia de la justicia japonesa.

El padre de la chica desaparecida, Tim Blackman, no se dio por vencido y pegó más de 30.000 carteles con la cara de su hija por todo Tokio. Esto a pesar de que podía ir a la cárcel por, según las autoridades, “ensuciar” la imagen del país con un suceso tan álgido como este.

El documental de Netflix “Desaparecida: El Caso Lucie Blackman” desvela el ‘modus operandi’ de Joji Obara, un magnate japonés que grababa a sus víctimas mientras las violaba. De acuerdo con el trabajo de investigación, él habría sido el responsable del asesinato de Blackman.

Con el paso de los años, se supo que Obara habría conocido a Blackman en el bar Casablanca y, al igual que con todas sus víctimas, él la habría convencido para tener sexo casual con él. En ese entonces, él tenía 48 años de edad. La llevó a casa, la drogó y la violó durante horas. Su meta era tener intimidad con 500 mujeres antes de los 50 años.

El final de este violador serial serían las pistas que dejó tras haberse deshecho del cadáver de Blackman, luego de descuartizarlo, meterlo en bolsas de plástico y abandonarlas en una cueva contigua a su casa. Tiempo después, las autoridades sabrían que este hombre tenía un sinfín de grabaciones de sus tropelías, así como confesiones de sus anteriores crímenes.

La serie de Netflix deja entrever cómo Obara tuvo relaciones con Lucie, la drogó y la violó; pero al ver que ella no despertaba, simplemente se deshizo del cuerpo. También narra cómo el supuesto asesino quiso corromper al sistema, además de dotar de recursos económicos a la familia Blackman para que desistieran de sus alegatos; hasta que, al final, cayó en desgracia con cargos de cadena perpetua por el secuestro y desmembramiento de Blackman.

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