Él era el campeón: Así fue la devastadora y última actuación de Freddie Mercury
Mientras su nueva película de la BBC se enfoca en la muerte del líder de Queen en medio de la epidemia de sida de los años ochenta y noventa, los cineastas hablan con Mark Beaumont sobre cómo capturaron la manera en que la superestrella y su banda lidiaron el desarrollo de su tragedia secreta ante el ojo público
"Por dentro, mi corazón se rompe, mi maquillaje podrá descascararse, pero mi sonrisa aún permanece". Cuando Freddie Mercury cantó esas líneas de devastador colapso personal en el video de "The Show Must Go On" en octubre de 1991, acompañado de imágenes de archivo de toda una vida de actuaciones ardientes como el incomparable líder de Queen, pocos fanáticos imaginaron cuán cerca a la verdad llegaron. Habían visto lo frágil y delgado que se veía en el video de "These Are the Days of Our Lives" el mes anterior, pero no cómo había luchado para mantenerse de pie durante el rodaje, tal era su incapacitante dolor. Tampoco podrían haber sabido que su típica voz grandilocuente fue entregada a través de valentía inducida por alcohol, mientras se apoyaba contra el micrófono apenas capaz de moverse. "Lo enfrentaré con una sonrisa", aulló contra la luz que se le escapaba, "nunca me rendiré, sigamos con el espectáculo".
"Cuando llegó no estaba en un buen estado", recuerda el guitarrista de Queen, Brian May, sobre la grabación de la canción en 1990, en un nuevo documental de la BBC que detalla el capítulo final de la vida de Mercury, Freddie Mercury: The Final Act. “Le costaba caminar, incluso le costaba sentarse. Dijo: 'Trae el vodka', se sirve un trago, lo toma de un trago y luego se apoya para pararse, se toma otro vodka y luego se lanzó a grabar. Esas notas salieron de él y no sé de dónde vinieron".
Cuatro semanas después del lanzamiento del sencillo, y después de 20 años como uno de los mejores y más queridos hombres del espectáculo del rock y la icónica voz de “We Are the Champions”, “We Will Rock You” y “Bohemian Rhapsody”, Mercury se despidió. Se negó a tomar más medicamentos y, con solo 45 años, se retiró a su casa de Kensington con un círculo cercano de amigos para morir. Los presentes en las últimas dos semanas privadas, incluidos su novio Jim Hutton, su ex socio Joe Fanelli, su asistente médico Peter Freestone y Dave Clarke de los Dave Clarke Five, describen llevar su frágil persona al piso de abajo para ver su colección de arte por última vez antes de su muerte el 24 de noviembre, hace 30 años esta semana. La esposa de May, Anita Dobson, recuerda que él le dijo: “'Querida, cuando no pueda cantar más, moriré, me moriré'. Cuando ya había cantado todo lo que podía cantar, se retiró y se preparó para morir".
Debido a que la banda temía la intrusión de la prensa y el estigma de lo que se llamaba la "plaga gay", la naturaleza de la enfermedad de Mercury, VIH / SIDA, diagnosticada en 1987, sólo se reveló de manera pública 24 horas antes de su muerte. Había sido un secreto muy bien guardado dentro de su círculo íntimo durante algún tiempo. Las sospechas habían pasado desapercibidas entre sus compañeros de banda, preocupados por las marcas que aparecían en su piel, sus viajes cada vez más frecuentes para recibir tratamiento y su renuencia a realizar giras tras los espectáculos más importantes de la carrera de Queen en el estadio de Wembley y Knebworth en 1986, hasta que confirmó sus peores temores durante una breve y franca reunión en Montreux.
“Hicimos la gira más grande de nuestras vidas y fue un gran éxito y estábamos muy felices, y Freddie dijo: 'Ya no puedo hacer esto'”, explica May en el documental. “Lo vimos desaparecer y regresar con estas quemaduras en la piel. No nos gustó preguntar porque quizás no queríamos saber, y así duró muchísimo... Freddie en ese momento todavía estaba lleno de energía, pero [había] señales de que algo lo atacaba. Queríamos pensar que era otra cosa. Quizás tenga que ver con su hígado o algo así. Había una cierta cantidad de autoengaño. Al final, se tornó bastante obvio".
Mientras Mercury insistía en que todavía quería hacer música (Queen completó su álbum de 1991 Innuendo y sentó las bases del póstumo Made in Heaven de 1995 mientras Mercury luchaba contra su enfermedad), el grupo acordó engañar a la prensa para proteger a su amigo. "Estaba preparado por completo para mentir hasta el último minuto", dice el baterista Roger Taylor. “No quería pasar por la miseria de ser objeto de lástima o escrutinio cuando estás tan enfermo. Así que lo anunció y en 24 horas se marchó. Pensé que a lo mejor era el momento perfecto".
“Me imagino que cuando es inevitable que algo se acerque, se acepta su llegada, y uno querría abordar eso de la manera más aceptable posible”, dice el productor del documental Dan Hall sobre los últimos días de Mercury. "Y entonces la sensación de cerrar, en lo social también, solo cerrarse de forma gradual, tiene sentido absoluto".
“Dijo que se despidió de mucha gente, decidió de manera consciente dejar de tomar cualquier medicamento”, agrega el director James Rogan. “En ese momento la medicación era muy complicada porque tenía muchos efectos secundarios. No era lo que es ahora. Sus ojos le fallaban. Sabía que solo había una forma en que terminaría. Quería vencerlo, pero en ese momento todavía no había una perspectiva real de cura. Esa fue la tragedia".
Al presentar entrevistas con la hermana de Mercury, amigos cercanos y compañeros de la banda para rastrear sus últimos años, The Final Act pinta una imagen de un hombre tímido y reservado que dejó su caparazón en el polvo y se transformó en un Mr. Fahrenheit de 1,000 mph en el momento en que subió al escenario. “Si eres tímido, lo difícil es ser tú mismo”, dice Hall. “Me imagino que estar de pie en un escenario y hablar sobre su vida a una audiencia puede haber sido un desafío, pero ponerse una máscara y un abrigo y tener una canción y un marco en el que puedes actuar, puedo ver que eso le hizo bien a su timidez porque era un acto. Cuando eres tú mismo y todo eso se desprende, ese es el espacio muy privado y muy cerrado".
“Construyó un mundo para sí mismo, una especie de espacio seguro”, dice Rogan. “Tuvo más sentido cuando Brian May puso a Freddie en la tradición de Little Richard y dijo que gritaba su pasión. De repente ves esa intensidad de pasión que había en él, que podía expresar con este extraordinario instrumento que era su voz”.
Rogan trazó la película como un musical, con canciones como "Somebody to Love", "I Want to Break Free", "Who Wants to Live Forever", "The Great Pretender" y "The Show Must Go On" las cuales documentan la personalidad de Mercury y viaje como un hombre gay encerrado frente a un diagnóstico terminal, incluso si no las escribió todas él mismo. “Tan pronto como las cantó”, dice, “adquirieron un significado tanto universal como personal al mismo tiempo”. El periodista y amigo de Mercury, David Wigg, lo dice en la película, y cita como Mercury le dijo, “todo lo que soy está en las canciones”. Que presenta la desgarradora realidad de un artista que pone al descubierto su tragedia secreta que se desarrolla, bajo un ligero código, en una canción, incluso cuando se vio obligado a vivir una mentira muy pública.
Hay momentos conmovedores en los que su fachada se agrieta y el dolor sale. Wigg cita una entrevista que realizó con Freddie sobre el efecto que la pandemia del SIDA había tenido en su estilo de vida: “Dejé de salir”, dijo Mercury, “casi me convertí en monja. Pensé que el sexo era muy importante para mí... viví a través del sexo... ahora me he ido al otro extremo. Me ha asustado hasta la muerte. Acabo de dejar de tener sexo. Para mí, el sexo era un ingrediente integral en lo que estaba haciendo. Fue un exceso en todas direcciones. Pero no lo extraño". Sin embargo, cuando se cortó la cinta, Mercury se asinceró. “Él dijo: 'Voy a luchar contra eso'”, atestigua Wigg. "'Vamos a encontrar una cura'".
Para Rogan y Hall, situar la muerte de Mercury en el contexto más amplio de la epidemia de sida en los años ochenta y noventa fue vital. Incluyen las historias de otras personas afectadas o perdidas por la enfermedad en los años oscuros antes de que los avances en el tratamiento significaran que un diagnóstico ya no era necesariamente una sentencia de muerte, y cuando la infección con lo que algunas figuras religiosas vocales llamaron "la venganza de Dios contra los homosexuales" fue retratada de manera amplia como una señal de vergüenza o culpa.
"Uno de los temas de la película es que todas estas personas que se perdieron eran alguien a quien amar", explica Hall. “Freddie era amado por su talento y murió rodeado de personas que lo amaban, pero mucha gente no lo hizo. Y queríamos hablar de eso... Donde estamos con covid en este momento, existe una enorme cultura de culpa. Quién tiene la culpa y quién merece enfermarse y quién no y quién debería usar cubrebocas y quién no. Hay tanta confusión y se relaciona mucho con la epidemia del VIH / SIDA: [hubo] conversaciones similares sobre la culpa y la vergüenza".
A principios de este año, May me contó los años de negación que experimentó a raíz de la muerte de Mercury. "Sabíamos que estaba cerca y sin embargo lo negamos", dijo. “Creo que, en nosotros mismos, pensamos, no, Freddie no se puede ir, no puede suceder, algo tiene que rescatar a Freddie, él es Freddie después de todo. ¿Cómo se le podía permitir que se escapara de nosotros? Creo que tanto Roger como yo les diremos que lamentamos demasiado durante mucho tiempo. Y por sobre-duelo me refiero a que negamos que el pasado existió, casi".
Lo que aparece en The Final Act, sin embargo, es la ira que los miembros sobrevivientes de Queen sintieron por el manejo de la historia en los medios de comunicación. “Se habló de 'bueno, ya sabes, era gay, se lo merecía, vivía ese tipo de estilo de vida promiscuo, iba a suceder'”, dice May. “Pensamos, 'Dios mío, ustedes no tienen idea de lo que en realidad es esta enfermedad y no sienten la moralidad de lo que están diciendo'”. Taylor incluso admite haber intentado atropellar a uno de los periodistas que asediaban la casa de Mercury.
En los días siguientes, la banda apareció en el canal TV-am para protestar contra la homofobia provocada por la muerte de Mercury, y la película termina con su más grandiosa declaración de amor y hermandad: el Concierto Tributo a Freddie Mercury de 1992 en el estadio de Wembley, con una deslumbrante variedad de estrellas como Elton John, David Bowie, George Michael, Guns N’ Roses, Metallica y Liza Minelli, que fue visto por una audiencia global de hasta mil millones. Rogan cita investigaciones que sugieren que la aprobación pública de las relaciones entre personas del mismo sexo, que se había desplomado en medio del politizado "pánico moral" de la epidemia de VIH de los años ochenta, mejoró de manera dramática en la época del concierto.
“El concierto fue en efecto donde los amigos de Freddie, sus compañeros de banda que habían estado con él durante décadas, querían ponerse de pie y decir, 'esto tiene que cambiar'”, dice. “Recuerdo que fue un momento enorme, inmenso, el momento en que la gente que me rodeaba de repente dejó de hablar sobre el sida con miedo y habló sobre el tema con más simpatía. Cambió la conversación”.
Es discutible, entonces, que Freddie Mercury tuvo un impacto cultural tan grande en la muerte como en la vida. Fue un verdadero campeón perdido.
'Freddie Mercury: The Final Act' saldrá en BBC Two el 27 de noviembre y también está disponible en BBC iPlayer