‘Sin salida’: Una mirada al interior de la brutal cultura de las pandillas en El Salvador
El Salvador se clasifica a menudo como uno de los países con las peores tasas de homicidios del mundo, en gran parte debido a una despiadada red de pandillas callejeras. El fotógrafo Tariq Zaidi fotografió durante años el impacto que la violencia de las pandillas tiene en el país
No hay lugar para la ambigüedad en la pandilla callejera Mara Salvatrucha (MS-13) de El Salvador; bajo el lema "Matar, Violar, Controlar", tomaron el control de gran parte del país junto con su pandilla rival, Barrio 18. Estas pandillas callejeras están detrás de la impactante tasa de homicidios de El Salvador: se asesinaron a 52 personas de cada 100.000 en 2018, el último año en que se dispone de datos de la ONU. No solo se trata de asesinatos, las pandillas también dictan a qué vecindarios puede ingresar la gente y causan estragos económicos: solo la MS-13 extorsiona alrededor del setenta por ciento de las empresas salvadoreñas.
El fotógrafo londinense Tariq Zaidi decidió fotografiar a las pandillas del país tras la noticia de las caravanas de migrantes que se dirigían a EE.UU. en 2017 y 2018. Algunos migrantes eran salvadoreños y escapaban de la violencia en su país de origen. “Cuando el entonces presidente Trump llamaba 'criminales' a las caravanas de migrantes centroamericanos y cosas por el estilo, quería explorar qué tipo de vida dejaban atrás estas personas”, comenta. “Quería mostrarle al mundo cuán distópico se volvió El Salvador, y cómo el alcance, la escala y el salvajismo de la violencia no se parece a nada que la mayoría de nosotros hayamos conocido”.
La cultura de las pandillas de El Salvador surgió de un largo ciclo de violencia y despojo. Aunque Trump rechazó a los migrantes salvadoreños, la violencia de las pandillas que intentaban dejar atrás está ligada de forma indisoluble a la política del gobierno de EE.UU.
La violenta guerra civil de 1979-92, en la que murieron civiles a manos de escuadrones de la muerte del gobierno entrenados por EE.UU., hizo que muchos salvadoreños huyeran a ese país en la década de 1980. La MS-13 comenzó en Los Ángeles para proteger a los jóvenes inmigrantes, que a menudo viven en la pobreza, de las pandillas establecidas que ya operaban en el área. Cuando EE.UU. comenzó a deportar a los delincuentes a sus países de origen después de la guerra, los pandilleros salvadoreños se llevaron consigo sus afiliaciones a las pandillas. Pronto echaron raíces en un país desestabilizado por más de una década de guerra.
Las pandillas son bastante reservadas, al igual que la fuerza policial local que puso sus vidas en peligro para tratar de controlarlas. Zaidi comenzó un periodo de investigación y negociación de meses antes de tomar su primera fotografía en 2018. Capturó el impacto de la guerra de pandillas: las trágicas escenas del crimen y los funerales, incluso la vida en las cárceles, hasta 2020. Este proyecto, Sin Salida (No Way Out) ahora se publica como un libro de fotos por GOST.
La visión de Zaidi es inquebrantable y poco glamorosa, y los pandilleros se muestran en su mayoría amontonados bajo luces fluorescentes de las prisiones en ruinas. La vida normal solo se vislumbra en los márgenes, a menudo en forma de familias en duelo. "Esta ruptura de las normas sociales agrava la situación: los jóvenes crecen en condiciones de guerra y, a menudo, se socializan en la pandilla", comenta Zaidi. "La omnipresencia de la violencia es devastadora para el desarrollo psicológico regular".
Aún así, hay indicios recientes de que la tiranía de la vida de las pandillas en El Salvador puede estar en disminución. Aunque el país aún experimenta estallidos de violencia impredecibles, la tasa de homicidios parece ir a la baja desde su terrible pico en 2015, cuando fue el doble de la tasa de 2018.
El presidente Bukele, que llegó al poder en 2019, atribuye a sus propias políticas de mano dura la caída de la violencia, aunque los pactos informales y las maniobras detrás de bastidores también pueden explicar el cambio. Las estadísticas del gobierno indican que la tasa de homicidios en 2020 es la más baja en dos décadas.
Sin embargo, los homicidios son solo un indicador del control de las pandillas, que aún es muy extendido. “Cuando hablas con familias que experimentaron esta violencia (asesinatos, desapariciones, extorsión, amenazas de muerte) comprendes que la mayoría de las personas viven sus días con miedo”, asegura Zaidi. “Mi esperanza con este trabajo es amplificar las voces de los salvadoreños que luchan por los derechos humanos básicos, la seguridad y una vida más segura para sus hijos y familias”.
Sin Salida de Tariq Zaidi, publicado por GOST Books, cuesta US$46 (£35). Tariq Zaidi se puede encontrar en Instagram y Facebook.