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Los Juegos Olímpicos de Invierno y el verdadero costo de la nieve artificial que domina nuestras pistas

Los Juegos Olímpicos de Pekín no son los primeros en los que se utiliza nieve artificial, que ha recibido una respuesta desigual por parte de los atletas y los aficionados al esquí, escribe Louise Boyle

Lunes, 31 de enero de 2022 15:07 EST
Los anillos olímpicos en la zona de esquí de Zhangjiakou, en China. No es la primera vez que se utiliza nieve artificial en los Juegos Olímpicos de Invierno, pero sí es la primera vez que los juegos se desarrollarán íntegramente con polvo artificial
Los anillos olímpicos en la zona de esquí de Zhangjiakou, en China. No es la primera vez que se utiliza nieve artificial en los Juegos Olímpicos de Invierno, pero sí es la primera vez que los juegos se desarrollarán íntegramente con polvo artificial (REUTERS)
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El pronóstico para los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín es frío, seco y con un 100 por ciento de posibilidades de nieve artificial.

Los Juegos comienzan el 4 de febrero con el esquí alpino y el eslalon en Yanqing, un espectacular distrito montañoso a unas 50 millas (80 kilómetros) de la capital china.

Sin embargo, la región, junto con Zhangjiakou, a 100 millas (161 kilómetros) al noroeste, donde se celebrarán las pruebas de snowboard, esquí de fondo y saltos de esquí, recibe relativamente pocas nevadas.

Unos centenares de cañones de nieve, con agua de un embalse, bombearán cristales blancos en las sedes. Las fotos ya revelan franjas blancas brillantes en las zonas alpinas, que brillan al sol rodeadas de vegetación y árboles cafés.

El Centro de Esquí Alpino de Yanqing, sede de las competiciones de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022, utiliza nieve artificial
El Centro de Esquí Alpino de Yanqing, sede de las competiciones de los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín 2022, utiliza nieve artificial (Reuters)

China calcula que la fabricación de nieve requerirá 49 millones de galones de agua, algo que la evaluación del COI (Comité Olímpico Internacional) destacó como un riesgo durante el proceso de candidatura.

Pekín, situada en una región con escasez de agua durante todo el año, depende cada vez más del bombeo de suministros desde el sur de China, propenso a las inundaciones, mientras que los recursos hídricos per cápita de Zhangjiakou son menos de una quinta parte de la media nacional, informa China Water Risk.

Sin embargo, China afirma que, gracias a la amplia red de embalses del país, la fabricación de nieve olímpica ejercerá una presión mínima sobre el suministro de agua local, y añade que los juegos de invierno están en consonancia con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.

El COI declaró a The Independent que las capacidades de producción de nieve para los Juegos de Pekín “se han desarrollado de acuerdo con los más altos estándares técnicos y medioambientales”.

“Elogiamos a las autoridades por haber recurrido a los mejores expertos disponibles para asegurarse de que están aplicando las mejores prácticas”, continúa un comunicado. “Se han puesto en marcha una serie de diseños de conservación y reciclaje de agua para optimizar el uso del agua para la fabricación de nieve, el consumo humano y otros fines”.

El Comité Organizador de Pekín para los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de Invierno de 2022 no respondió a una solicitud de comentarios.

No es la primera vez que se recurre a la nieve artificial en los Juegos Olímpicos de Invierno, pero sí es la primera vez que los juegos de invierno se desarrollarán íntegramente con polvo artificial.

Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en Corea del Sur, en Pyeongchang, también utilizaron casi en su totalidad nieve artificial. Los copos artificiales se utilizaron por primera vez cuando los juegos de invierno se celebraron en el lago Placid de Nueva York en 1980, y después en Vancouver (2010) y Sochi (2014).

La nieve artificial y la nieve real son “sustancialmente diferentes”, indicó a The Independent el Dr. Dan Cziczo, profesor y director del departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias de la Universidad de Purdue, en Indiana.

Los copos de nieve naturales comienzan en las nubes. Si hace suficiente frío, las diminutas partículas de aerosol de nuestra atmósfera actúan como “pequeñas partículas nucleadoras de hielo” alrededor de las cuales se forman los cristales, explica el Dr. Cziczo.

“Los copos de nieve tienen estos hermosos patrones fractales con seis brazos que adoptan todo tipo de formas diferentes, casi como huellas dactilares”, explicó. “Los científicos pueden abrir los copos de nieve y encontrar en el centro estas partículas tan especiales”.

La nieve artificial se fabrica de forma diferente según sea para uso comercial o recreativo. Después de la Segunda Guerra Mundial, los científicos (entre ellos Bernard Vonnegut, hermano mayor del legendario autor de la contracultura Kurt) empezaron a explorar modos de fabricar nieve artificial para mejorar la capa de nieve -la cantidad de nieve en el suelo-, de modo que hubiera más agua durante el deshielo de primavera para los agricultores y las comunidades.

Una de las maneras más populares de fabricar nieve artificial con fines recreativos es una bacteria natural, Pseudomonas syringae, que aparece en la superficie de las tomateras.

Mujeres con cubrebocas se toman una selfie con una decoración de los Juegos Olímpicos de Invierno en la Plaza de Tiananmen
Mujeres con cubrebocas se toman una selfie con una decoración de los Juegos Olímpicos de Invierno en la Plaza de Tiananmen (Derechos de autor 2022 The Associated Press. Todos los derechos reservados)

“Si eres un jardinero y dejas los tomates fuera cuando baja la temperatura, los tomates se marchitan y mueren casi inmediatamente, y en gran parte es causado por estas bacterias en su superficie”, señaló el Dr. Cziczo.

Dijo que la Pseudomonas syringae se ha adaptado a la nucleación del hielo para obtener una ventaja natural. “[La bacteria] rompe las células de la planta de tomate, y se come lo que sale de las células que han sido destruidas”, añadió el Dr. Cziczo.

Así, cuando se rocía una mezcla de agua y estos fragmentos bacterianos desde cañones de nieve a unos pocos grados bajo cero, se produce nieve artificial. Aunque se trata de una ciencia muy ingeniosa, el Dr. Cziczo afirma que la mayoría de la gente puede distinguirla de la nieve real.

“Creo que la mayoría de la gente encuentra [la nieve artificial] mucho más helada y resbaladiza”, afirma. “Los esquiadores dicen que les gustan los días de ‘polvo fresco’, esa especie de sensación ligera y esponjosa. Cuando se hace de forma artificial, es una capa de material más gruesa y densa”. Los esquiadores aficionados siguen prefiriendo la nieve natural”.

“Intenta saltar desde tu auto a un poste de madera a 42 kilómetros por hora”

Algunos atletas alpinos de élite han planteado recientemente su preocupación por competir sobre nieve artificial.

“Vamos muy rápido en las bajadas”, declaró este mes a The Associated Press la medallista de oro olímpica y miembro del equipo de esquí nórdico de EE.UU., señalando que había alcanzado velocidades de 76 kilómetros por hora (47 millas por hora) en las bajadas sobre nieve artificial.

“Creo que se está volviendo un poco más peligroso, y me he dado cuenta de que, en la Copa del Mundo, cuando se trata de nieve artificial, da miedo porque en lugar de deslizarse por la nieve, se desliza por el hielo”, añadió Diggins. “Considero que estamos viendo un mayor porcentaje de caídas y que ahora es un poco más peligroso”.

El esquiador de fondo británico y tres veces olímpico Andrew Young se fracturó el peroné durante una carrera en Suecia el pasado mes de enero tras estrellarse contra una valla, pero afortunadamente volvió a competir en cuatro semanas. Más tarde tuiteó: “Si quieres experimentarlo por ti mismo. Intenta saltar de tu auto a un poste de madera a 42 kilómetros por hora”.

Iain Martin, de 55 años, esquiador de toda la vida y presentador de The Ski Podcast, declaró a The Independent que los atletas que compitieron en los últimos Juegos Olímpicos de Invierno en Corea estaban acostumbrados a la nieve artificial, pero que no era lo ideal para algunas pruebas.

Se refirió al “Big Air kicker”, una disciplina del esquí y el snowboard de estilo libre en la que los atletas se lanzan desde una rampa, realizan movimientos acrobáticos en el aire y luego aterrizan en la pista de abajo.

“Cuando estás en el aire durante unos segundos y luego aterrizas, sí que es diferente sobre lo que bajas”, expresó. “Preferirían tener nieve de verdad, no cabe duda, pero hoy en día [la artificial] forma parte del negocio”.

Young señaló que el cambio climático ha “cambiado definitivamente” el deporte, ya que ha limitado la nieve natural, pero señaló que los recorridos de las carreras se han hecho más estrechos para que los atletas pasen más veces junto a los espectadores y las cámaras de televisión.

“Los circuitos más cortos significan más curvas, lo que significa más choques”, indicó a AP.

John Morton, dos veces biatleta olímpico y fundador de Morton Trails, una empresa de Vermont que diseña pistas de esquí, señaló algo parecido.

“Una de las realidades de estos deportes es que la televisión dirige muchas de las decisiones”, subrayó a The Independent.

Señaló que en los Juegos Olímpicos de Invierno de Lake Placid, en 1932, la carrera de hombres de 50 kilómetros (31 millas) a campo traviesa consistió en un circuito de 25 kilómetros (15,5 millas) esquiado dos veces, y los espectadores y funcionarios vieron a los atletas tres veces en el transcurso de unas cuatro horas. En Vancouver, en 2010, fue un circuito de 5 kilómetros (3,1 millas).

“Entonces no necesitan 15 o 20 ubicaciones diferentes de cámaras de televisión, sino que pueden utilizar cinco y cubrir todo el evento”, explicó.

“Si hablas con los esquiadores, la mayoría de ellos están dispuestos a hacer ese cambio porque ahora su deporte es más visible. Hay más gente que ve y disfruta de los eventos, a diferencia de lo que ocurría hace una generación, cuando básicamente competían en la oscuridad”.

También señaló que, aunque la nieve artificial puede ser más rápida, los atletas de hoy en día son más fuertes, están mejor entrenados y están equipados con esquís y cera más rápidos que en el pasado.

Morton dijo que la nieve artificial proporciona una fiabilidad a los eventos invernales que no existe con la madre naturaleza.

“La nieve [artificial] es más densa”, mencionó. “En muchos sentidos, eso es bueno porque se mantiene mejor. Si cae un chaparrón en pleno enero, la nieve natural básicamente desaparece, y la fabricada a máquina aguanta”.

La FIS (Federación Internacional de Esquí), organismo rector del esquí y el snowboard, también declaró a The Independent: “La nieve artificial se utiliza en muchos eventos de la FIS y no supone un mayor riesgo para los atletas. En muchos casos, crea una superficie estándar desde la parte superior hasta la inferior del curso, creando condiciones estables”.

Fingir para conseguirlo

No son solo los atletas de élite los que reciben el producto blanco falso. Aunque las estaciones de esquí de todo el mundo han utilizado la nieve artificial en cierta medida durante décadas, cada vez es más frecuente.

La Asociación Nacional de Áreas de Esquí reporta que el 91 por ciento de las áreas de esquí de EE.UU. fabrican nieve artificial, y las estaciones han aumentado su capacidad de fabricación de nieve en un 60 por ciento en los últimos 20 años.

El aumento de las temperaturas vinculado a la crisis climática está acortando los inviernos y las nevadas han disminuido mientras las precipitaciones aumentan, según la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU.

Aunque todas las estaciones han sufrido los efectos del clima, es el invierno el que se está calentando más rápidamente. Entre 1972 y 2020, la porción media de EE.UU. cubierta de nieve disminuyó a un ritmo de unos 1.870 kilómetros cuadrados por año.

La historia es muy parecida en las veneradas estaciones europeas. La OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) advirtió hace 15 años que el aumento del calor en el mundo podría poner en peligro hasta dos tercios de las estaciones de esquí del continente.

El pronóstico a largo plazo parece sombrío. “Dentro de 50 años, todas las estaciones de esquí por debajo de los 1.200 metros de altitud no tendrán ninguna posibilidad y dejarán de funcionar”, aseveró Michel Revaz, de la sociedad de conservación alpina Cipra, con sede en Liechtenstein, a The Independent en 2006.

Un reporte de 2018 de la organización climática sin fines de lucro Protect Our Winters vinculó los años de poca nieve con impactos económicos negativos. En los años con mucha nieve, más gente iba a esquiar, lo que añadía US$693 millones a las economías locales y creaba 11.800 puestos de trabajo adicionales. Las pérdidas se elevaron a US$1.000 millones y costaron 17.4000 puestos de trabajo cuando hubo menos nevadas.

Para sobrevivir, el sector ha recurrido a las máquinas para fabricar nieve, pero su precio es elevado. Las estaciones pueden gastar entre US$500.000 y US$3,5 millones cada temporada para fabricar nieve, lo que dificulta el mantenimiento de las pistas familiares.

También hay que tener en cuenta el costo medioambiental. Como indica la operación de fabricación de nieve en China, la nieve artificial requiere mucha agua. Según una medida, se necesitan 200.000 galones de agua para cubrir un acre con 30 centímetros de nieve.

Los defensores de la nieve artificial señalan que aproximadamente el 80 por ciento de esa agua acaba en la cuenca hidrográfica. Pero a medida que regiones, como el oeste de EE.UU., sufren sequías cada vez más prolongadas y graves provocadas por el clima, algunos están rediseñando las reglas del agua para la nieve artificial, o buscando alternativas.

En Flagstaff (Arizona), el uso de aguas residuales como base de la nieve artificial en una estación de esquí provocó un gran revuelo. Los ecologistas advirtieron del riesgo de que llegaran a la cuenca productos farmacéuticos y otros contaminantes, y los activistas indígenas denunciaron que la nieve de aguas residuales era una profanación de una montaña sagrada.

La nieve artificial también plantea otros problemas, como la erosión y el daño a largo plazo a la vegetación, que normalmente es retirada antes de colocar la nieve.

Además, está la huella de carbono. Robin Smith, presidente de la empresa de fabricación de cañones de nieve y de consultoría MYNEIGE Inc, declaró a ESPN que calcula que alrededor del 67 por ciento de la energía consumida en las estaciones de esquí cada temporada se destina a la fabricación de nieve.

Utilizar la energía de los combustibles fósiles para crear nieve artificial, al tiempo que se incrementan las emisiones de calor del planeta que provocan menos nevadas naturales, parece la definición de la locura.

La ironía de fabricar nieve”, declaró antes Auden Schendler, vicepresidente de sostenibilidad de Aspen Skiing Company, “es que básicamente estás canibalizando el clima”.

Hay trayectos sostenibles y algunas estaciones de esquí hacen funcionar sus cañones de nieve totalmente con energía limpia. Por ejemplo, Jiminy Peak, en Massachusetts, alimenta un tercio del consumo energético de la estación con una turbina eólica. Vail Resorts, que posee y gestiona 40 estaciones de montaña en tres países, se comprometió en 2017 a utilizar un 100 por ciento de energía renovable.

Otros acumulan las precipitaciones y las utilizan para fabricar nieve artificial. Otra estrategia es el “cultivo de nieve”: almacenar la nieve del año pasado bajo lonas o serrín para reutilizarla.

“Muchas estaciones de esquí reconocen que muchos de sus huéspedes y visitantes están muy preocupados por el medio ambiente y el cambio climático, y muchas están liderando el camino para intentar minimizar su huella de carbono”, afirma Morton.

La industria del esquí y el snowboard se centra cada vez más en mercados en crecimiento como India y China cuando se trata del futuro de los deportes de invierno. Pero con nieve o sin ella, de verdad o de mentira, la vieja guardia de los centros de esquí europeos y de EE.UU. se niega a descartarse todavía.

Los Juegos Olímpicos de Invierno se celebrarán en las ciudades italianas de Milán y Cortina d’Ampezzo dentro de cuatro años, mientras que Utah aspira a ser sede en 2030 o 2034.

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