Voluntarios olímpicos narran sus historias sobre el tsunami
Se suponía que los Juegos Olímpicos de Tokio ayudarían a mostrar la recuperación en el noreste de Japón luego del devastador terremoto y subsecuente tsunami que azotó hace una década
Los folletos hechos a mano de Atsushi Muramatsu son del tamaño de una tarjeta de presentación y están escritos en varios idiomas. “Bienvenidos al Estadio Miyagi”, se lee en uno de ellos. “El gimnasio de al lado fue la morgue más grande para las víctimas del tsunami”.
Más de una década después de que un terremoto y el subsecuente tsunami devastaron el noreste de Japón, se suponía que los Juegos de Tokio ofrecerían la oportunidad de mostrar la reconstrucción de la región. Incluso fueorn anunciados como los “Juegos de la Recuperación y la Reconstrucción”, y el relevo de la antorcha olímpica inició en la prefectura de Fukushima el corazón de la zona en la que ocurrió el desastre nuclear.
Pero la pandemia del coronavirus significa que hay menos espectadores que vienen a los eventos olímpicos que se realizan aquí, incluyendo el fútbol y el béisbol. Eso obliga a algunos voluntarios olímpicos a buscar otra manera para narrar su experiencia a los pocos aficionados y miembros de la prensa con los que llegan a encontrarse.
“Creo que los residentes de las zonas afectadas quieren expresar su gratitud por el apoyo que se recibió del extranjero, y también quiero seguir enviando el mensaje de que queremos que se nos recuerde”, dijo Muramatsu, quien se desempeña como voluntario en el centro de operación de prensa en el Estadio Miyagi.
El estadio tiene capacidad para 49.000 personas pero, debido a la pandemia, es una de las pocas sedes en las que se permite hasta 10.000 espectadores.
Otra voluntaria, Mieko Onuma, quiere devolver el favor a todos los que apoyaron en la reconstrucción al compartir su experiencia con los visitantes japoneses en un cubículo instalado cerca de una estación de camiones.
“Cuando ocurrió el desastre, yo trabajaba como maestra en una escuela primaria. Siento que tengo el deber de contar lo que sucedió ese día, así que aquí es donde cuento mis historias”, dijo Onuma.
Toshihiro Umeki, de 14 años, acudió a ver los partidos de fútbol con su padre, pero también ingresó a una de las sesiones de Okuma.
“En ese entonces tenía 5 años, apenas me acuerdo del desastre. Así que no recordaba nada, sino que aprendía algo nuevo”, dijo Umeki. “Pasaron tantas cosas sorprendentes de las que no sabía”.
El 11 de marzo de 2011, un sismo de magnitud 9,0 desencadenó un tsunami que provocó una catástrofe en la planta nuclear de Fukushima. El desastre causó graves daños en los vecindarios costeros y, en total, cobró más de 18.000 vidas, alrededor de 10.000 de ellas en la prefectura de Miyagi.
Muramatsu dijo que vio como limpiaban cientos de cadáveres que fueron recuperados del océano, para luego ser trasladados al gimnasio.
Al haber quedado expuesto a esas imágenes todos los días y enterarse del fallecimiento de sus amigos, Muramatsu dijo que sentía que no había una línea entre la vida y la muerte. Lo que le motivó a mantenerse con vida fueron las conversaciones que sostenía a diario con socorristas extranjero, que ayudaban a levantar el ánimo de la población con alguna broma o con una palabra de aliento.
"Quiero transmitir el mensaje a la próxima generación de todo el apoyo que recibimos del extranjero, y que nunca debemos olvidar ese apoyo", dijo Muramatsu.