Vacunas contra COVID y música en la Catedral de Salisbury
“Qué lugar tan lindo para vacunarse”, comenta una mujer tras recibir una vacuna contra el COVID-19 mientras suena la música del órgano de la antigua Catedral de Salisbury, Inglaterra
David Halls no es médico, enfermero ni conductor de ambulancias, pero quería colaborar en la lucha contra el COVID-19. Por eso decidió hacer lo que mejor hace: Se instaló en el banco del histórico órgano de la Catedral de Salisbury y comenzó a tocar.
Halls es una de numerosas personas que transformaron la catedral construida hace 800 años en el sudoeste de Inglaterra en un enorme centro de vacunación contra el virus. Aporta un poco de Bach, de Handel y hasta algo de Rodgers & Hammerstein, y su música acompaña y relaja a la gente que pasa por la nave central para recibir la vacuna.
“En épocas de crisis la gente se reúne y quiere escuchar música; en momentos alegres también la gente quiere música”, dijo Halls, director musical de la catedral, en una entrevista con la Associated Press. “No creo que sea ninguna sorpresa el efecto relajante de una música suave en personas que probablemente están estresadas”.
La catedral de Salisbury, donde se encuentra una de las copias mejor preservadas de la Carta Magna y que cuenta con el capitel de iglesia más alto de Inglaterra, funciona como uno de varios centros de vacunación que el gobierno abrió en sitios como estadios de fútbol, centros de convenciones y consultorios médicos en sus esfuerzos por vacunar a todo el mundo.
Cientos de ancianos se arremangaron y fueron vacunados en la gran nave de la catedral, que es lo suficientemente amplia como para recibir mucha gente que guarda la distancia recomendada en medio de la pandemia.
La escena contrasta con la de 1627, cuando los líderes eclesiásticos cerraron la catedral tras la llegada de una plaga. Nicholas Papadopulos, diácono de la catedral, dice que sintió “un malestar visceral” al recordar ese episodio el año pasado durante las celebraciones de los 800 años de vida de la iglesia.
Ahora se escribe un nuevo capítulo en su historia.
“Si estas piedras pudiesen hablar, hablarían de momentos de gran dicha y de momentos de una tristeza increíble”, dijo Halls. “Parece totalmente apropiado que la catedral ayude a superar todo esto y sea parte de la campaña de vacunación. Participar en esto es un privilegio, un honor”.
El Reino Unido espera haber vacunado a más de 15 millones de personas para mediados de febrero, dando prioridad a las personas de edad avanzada y a los más vulnerables. Luego se abocará a la gente más joven y espera haber vacunado a toda persona mayor de 18 años para septiembre.
El tiempo apremia. El sistema sanitario británico se tambalea y médicos y enfermeros luchan ahora contra una variante más contagiosa del COVID-19.
Si bien las infecciones parecen haber llegado a su pico, sigue aumentando la cantidad de gente hospitalizada. Más de 39.000 pacientes están siendo tratados en hospitales del Reino Unido, un 80% más que el pico registrado cuando surgió el brote en abril del año pasado. Gran Bretaña suma 93.463 muertes asociadas con el virus, más que ningún otro país europeo y la quinta cifra más alta del mundo.
Los esfuerzos de la catedral son comunales e involucran a mucha gente. Los organistas se turnan, tocando dos horas cada uno. Con cada cambio de organista se desinfecta el instrumento.
John Challenger, de 32 años, director musical adjunto de Salisbury, dijo que muchas de las personas que se vacunan son ancianos que se han aislado y no escuchan música en vivo desde hace meses.
Además de tocar música suave, Challenger entretiene a la gente y la hace recordar tiempos felices tocando piezas como la “Marcha Nupcial” de Mendelssohn.
“En los momentos más frívolos toqué ‘I Do Like to Be Beside the Seaside’ (Me gusta estar junto al mar) porque, tú sabes, a todos nos gusta salir de paseo y no hemos podido ir adonde querríamos ir”, expresó.
Entre quienes lo escucharon el miércoles estuvo Sylvia Parkin, de 82 años, quien estaba acompañada por su esposo David, de 86. Están encerrados en su casa desde hace 10 meses y no la pasan nada bien.
“Esto es hermoso”, comentó la mujer. “Es un lugar muy lindo para vacunarse”.
Por más que el órgano esté elevado, lejos de la gente, los visitantes se las ingenian para pedir que toquen determinadas piezas.
Halls tocó “Largo”, de Handel, y “Jesús sigue siendo mi alegría” de Back para un vecino suyo de 80 años que había pedido con un email que ejecutasen esas piezas a las 10.45 de la mañana del sábado, justo cuando él recibía la vacuna.
Cuando terminó de tocar las piezas, Halls miró hacia una pantalla que muestra lo que sucede abajo y vio que su vecino gesticulaba dichoso y le daba las gracias.
“Posteriormente me envió un email y me dijo que fue el mejor momento de su vida, después de su boda”, expresó Halls. “Quedamos segundos, no está nada mal”.
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Kearney colaboró desde Salisbury, Inglaterra.