Texas y Nuevo México avanzan en acuerdo sobre el Río Grande
La disputa entre Texas y Nuevo México por la gestión de uno de los ríos más largos de Norteamérica podría acercarse a su fin
La disputa entre Texas y Nuevo México por la gestión del Río Grande, uno de los ríos más largos de Norteamérica, podría acercarse a su fin, ya que se ha aplazado la fecha para reanudar el juicio mientras se llevan a cabo negociaciones encaminadas a resolver el caso que lleva años ante la Corte Suprema de Estados Unidos.
El procurador general de Nuevo México, Hector Balderas, anunció el martes que un asistente especial designado por la corte despejó el camino para las negociaciones en curso y fijó una fecha en julio para actualizar la situación.
La Corte Suprema tendría que aprobar cualquier acuerdo alcanzado por los estados. En caso de que se produzca un impasse, el juicio continuaría en los próximos meses.
“Reunimos al mejor equipo legal y científico de la nación para refutar que nuestros agricultores y nuestras comunidades debían miles de millones en daños a Texas, y ahora estamos a punto de llegar a un emocionante acuerdo histórico que protegerá el agua de Nuevo México para las generaciones venideras”, dijo Balderas en un comunicado.
La oficina del fiscal general de Texas, Ken Paxton, no respondió por el momento a las preguntas sobre las negociaciones o un posible acuerdo.
La batalla por el Río Grande, también llamado Río Bravo, se ha convertido en un caso multimillonario para una región en la que el suministro de agua está menguando debido al aumento de la demanda, la sequía y las temperaturas más elevadas causadas por el cambio climático.
Este año, el río que atraviesa algunos tramos de Nuevo México ha vuelto a registrar caudales mínimos, por lo que algunos agricultores han tenido que dejar de sembrar voluntariamente para ayudar al estado a cumplir sus obligaciones de distribución de agua que se remontan a décadas atrás.
Texas ha argumentado que el bombeo de aguas subterráneas en el sur de Nuevo México reduce el caudal del río y disminuye la cantidad de agua que llega a la frontera.
Nuevo México alega que se le ha recortado la parte que le corresponde del río.
La primera fase del juicio concluyó el año pasado, con el testimonio de agricultores, hidrólogos, gestores de riego y otras personas. Se esperaba que la siguiente fase contara con más testimonios técnicos.
El comienzo de la temporada de monzones le ha dado un respiro al Río Grande, después de que los gestores estatales y federales del agua advirtieran que los tramos del río más cercanos a Albuquerque se secarían este verano boreal debido a la sequía que sufre Nuevo México.
Tricia Snyder, directora interina del programa de ríos del grupo WildEarth Guardians, afirmó que los legisladores deben reconsiderar a fondo la forma de gestionar y valorar los sistemas fluviales.
“Al igual que muchas cuencas fluviales del oeste estadounidense, nos estamos acercando a una situación de crisis”, señaló. “El cambio climático pone de manifiesto las fisuras en la gestión y la política hídrica del oeste, y el reparto insostenible de agua que implican”.
Snyder y otros han dicho que el “statu quo” se ha traducido en el agotamiento de los recursos hídricos en el oeste, y que todos los usuarios —desde las ciudades y la industria, hasta los agricultores y los indígenas— necesitarán una voz en el debate futuro de cómo vivir con los límites de un río.
El mapa federal más reciente muestra que cerca de tres cuartas partes del oeste de Estados Unidos padecen algún nivel de sequía.
Esta cifra es inferior a la de hace tres meses, pero los funcionarios federales de agricultura informaron el martes que las acumulaciones semanales de lluvia en varios lugares estaban muy por debajo del promedio.
Las zonas más secas de Nuevo México se encuentran en la parte oriental del estado, donde las precipitaciones han sido del 25% de lo habitual o incluso menos.
Esta situación ha afectado a los cultivos de algodón y heno, así como al ganado vacuno y ovino.