Ruandeses recuerdan genocidio de 1994 con eventos sombríos

Los ruandeses han comenzado una conmemoración solemne del genocidio de 1994 en el que fueron asesinados más de 800.000 tutsis y hutus moderados que trataron de protegerlos.

El presidente Paul Kagame depositó el jueves una ofrenda floral en un monumento donde están enterradas más de 250.000 personas en la capital, Kigali. La ceremonia marcó el comienzo de una semana de eventos sombríos.

Kagame dijo que se opone a cualquier intento de reescribir la historia del genocidio de 1994 contra los tutsi. Los asesinatos fueron perpetrados por extremistas hutu en un período de 100 días.

Algunos grupos de defensa de los derechos humanos han acusado a los soldados de Kagame de cometer algunos asesinatos durante y después del genocidio en aparente venganza, pero las autoridades ruandesas niegan rotundamente esta acusación.

Kagame dijo que su grupo había mostrado moderación ante el genocidio.

“Imaginen a las personas siendo cazadas día y noche por lo que son. Imaginen también si los que andábamos armados, si nos hubiésemos permitido perseguir a los que estaban matando indiscriminadamente a nuestro pueblo”, dijo. “En primer lugar, habríamos estado en lo correcto si lo hacíamos. Pero no lo hicimos. Los perdonamos. Algunos de ellos todavía viven hoy, en sus hogares, pueblos. Otros están en el gobierno y los negocios”.

Kagame, a quien se le atribuye ampliamente haber detenido el genocidio, se ha convertido en una figura polarizante a lo largo de los años, y sus críticos lo acusan de estar al frente de un gobierno autoritario que aplasta toda disidencia. Pero también es elogiado por muchos por presidir la relativa estabilidad política que permite que la economía de Ruanda crezca.

El asesinato masivo de los tutsi se desató el 6 de abril cuando el avión en que viajaba el presidente Juvénal Habyarimana fue derribado y se estrelló en Kigali, lo que provocó la muerte del mandatario. Éste, al igual que la mayoría de los ruandeses, era de la etnia hutu.

Se responsabilizó a los tutsi de derribar el avión y, aunque lo negaron, grupos de extremistas hutu comenzaron a matarlos, incluyendo a niños, con el apoyo del Ejército, la policía y las milicias.