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Río de Janeiro sigue esperando el legado olímpico prometido

El Parque Olímpico de Río de Janeiro es hoy un sitio inhóspito, casi desierto, y la red de transportes de la ciudad es muy deficiente

AP Noticias
Miércoles, 14 de julio de 2021 10:07 EDT
RÍO LEGADO OLÍMPICO
RÍO LEGADO OLÍMPICO

Con los Juegos Olímpicos de Tokio a punto de empezar, la última sede olímpica, Río de Janeiro todavía trata de cumplir las promesas hechas respecto al legado que dejaría la justa.

El gobierno brasileño asegura que el Parque Olímpico de Río no será abandonado, la municipalidad renueva una vieja red de autobuses y se compromete nuevamente a crear escuelas a partir de la desmantelada Arena del Futuro (Arena del Futuro).

Los espacios recreativos en zonas donde no había ninguno fueron bien recibidos, lo mismo que la renovación de la zona portuaria, con nuevos túneles y museos, por más de que no atrajo los residentes ni las empresas que se esperaba. La demolición de una autopista elevada permite ver en todo su esplendor la Bahía de Guanabara donde se realizaron las competencias de vela, pero no se limpiaron las aguas, que reciben las aguas sucias de los alcantarillados, como se había prometido. Las autoridades siguen diciendo que lo harán.

Río obtuvo la sede olímpica con una candidatura que se inspiró en la renovación urbana de Barcelona en 1992. Hay razones por las que los sueños dorados de Río no se hicieron realidad, algunas de ellas más que justificables: La nación, después de todos, sufrió su peor recesión en un siglo.

Pero otras son indefendibles. Los fiscales encontraron actos de corrupción en las obras del tren subterráneo; el gobernador bajo cuya gestión se llevaron a cabo los juegos está preso por ello y otros delitos. Una estación incompleta es un hueco con miles de litros de agua.

Incluso si Río logra dejar el legado que prometió, será demasiado tarde como para convencer al Comité Olímpico Internacional de que vuelva al modelo que presenta a los juegos olímpicos como una justa que promueve el desarrollo.

TRANSPORTE

De todas las promesas hechas, la del transporte era la que, en teoría, podía tener el mayor impacto en las vidas de los 6,5 millones de habitantes de Río. Se prometió un “Anillo de Transporte de Alto Rendimiento” que ampliaría la reducida red de trenes subterráneos y crearía carriles exclusivos para autobuses (una red de “transporte rápido en autobuses”, o TRA).

Se construyeron cinco paradas nuevas que comunicaron el tren subterráneo con el TRA y que pronto transportaban miles de pasajeros a diario. Pero al mismo tiempo se eliminaron decenas de líneas de autobuses o se les dieron nuevas rutas. Hacia el 2017, había mermado la cantidad de gente que llegaba al trabajo o a la escuela en el transporte público respecto a las cifras de tres años atrás, según un equipo de la Universidad de Oxford encabezado por el investigador brasileño Rafael Pereira.

El transporte público se ha deteriorado desde entonces y es muy necesaria una recuperación y expansión del TRA, de acuerdo con Pereira. En abril, menos de la mitad de los casi 300 autobuses del TRA funcionaban y un tercio de sus 134 paradas habían sido eliminadas, según la municipalidad.

El alcalde Eduardo Paes dice que el TRA fue “destruido por la incompetencia” de su predecesor, que dejó que se deteriorase. Paes era el alcalde cuando Río se postuló como candidata en el 2009 y durante los juegos en el 2016, en que completó su mandato. En una entrevista con la Associated Press, dijo que el electorado lo eligió nuevamente este año por su promesa de revivir el TRA. Ganó todos los distritos electorales.

“El TRA es un gran éxito, por su puesto, si funciona como debe funcionar”, manifestó Paes. “A la luz del abandono de la ciudad en los últimos años, hay que trabajar mucho para reconstruir la red y hacer que funcione de nuevo”.

La oficina de prensa del exalcalde Marcelo Crivella dijo en respuesta a preguntas que hubo numerosos errores de construcción que hicieron que los autobuses y sus carriles se deteriorasen en poco tiempo.

Paes insiste en que el legado urbano de los juegos es de primera, si se toma en cuenta el bajo costo de las obras, comparado con otras sedes, y el hecho de que se hizo más que lo prometido.

Los juegos de Río costaron 13.500 millones de dólares, según la oficina que supervisa los gastos de la municipalidad, usando una tasa de cambio del 2016. Un estudio de académicos de Oxford publicado en septiembre indicó que el costo promedio de las obras deportivas de una justa olímpica es de 12.000 millones de dólares y el de la parte no deportiva es varias veces más alto. Japón calcula que los juegos de Tokio costarán al menos 15.000 millones de dólares, sin que haya habido tantas obras como en Río.

Algunos académicos dicen que las autoridades de Río no buscaron las mejores formas de mejorar las vidas de los sufridos residentes de la ciudad. No hay encuestas confiables acerca de hasta qué punto los cariocas están contentos de haber sido sede olímpica.

“Si te guías solo por las promesas que hicieron, asunto resuelto”, comentó Christopher Gaffney, profesor de la Universidad de Nueva York que hace estudios urbanos y de grandes eventos, quien vivió en Río durante la preparación de la justa. “Pero no se habló de nada durante la fase de planificación. Los juegos pasan a ser un plan y su éxito se mide solo respecto a ese plan”.

Nadima Santos, una secretaria de 54 años que vive en las afueras de Río, usa el TRA dos veces por semana. Igual que tantos otros, no se explica por qué su construcción fue posible solo por la justa olímpica.

“Tal vez tendríamos un tren o un tren subterráneo si no se hubiese gastado tanto en la parte deportiva”, se lamentó, mientras corría hacia la casi siempre atestada Terminal Alvorada. “Muy poca gente usó el TRA por un tiempo. Ahora parece que lo están redescubriendo. Pero yo hubiera preferido una línea de tren subterráneo en lugar de gastar en las sedes olímpicas”.

EL DEPORTE

Mayara da Cruz es de Taquara, un barrio del que partían autobuses en todas las direcciones. Se queja de que ahora tiene que tomar autobuses de la red TRA atestados y debe hacer conexiones para llegar a cualquier parte de la ciudad, excepto Barra da Tijuca, donde se encuentra el Parque Olímpico.

Da Cruz viene al Parque Olímpico dos veces por semana para las clases de gimnasia de su hija desde que reabrió esa instalación este año, manejada por la municipalidad. El 29 de julio vio a su hija hacer piruetas mientras otros chicos jugaban al vóleibol y aprendían jiu-jitsu. Hay más de 800 niños y adolescentes inscritos.

“Le encanta”, dijo da Cruz, de 32 años. “Los martes y los jueves son sus días preferidos porque tiene estas clases”.

Paes dijo que la municipalidad sacará a licitación el desmantelamiento de dos instalaciones deportivas temporales, incluido el estadio de handball, donde surgirán cuatro escuelas públicas. Una iniciativa que su predecesor de negó a encarar, según Paes.

La oficina de prensa de Crivella, por su parte, dijo que Paes no asignó dinero alguno para las obras y que tampoco había los medios para hacerlas durante una recesión de varios años.

Las cuatro instalaciones manejadas por el Ministerio de Ciudadanía de Brasil montan competencias de vez en cuando, como el Campeonato Panamericano de Gimnasia del mes pasado. La próxima justa grande son los Juegos Escolares de Brasil, en octubre, con 6.200 deportistas. Pocos ciclistas usan el velódromo de madera de pino hawaiano para entrenarse y Brasil no presentó un solo competidor en Tokio, a pesar de la promesa de que esta instalación formaría muchos pedalistas de esa especialidad.

La oficina de prensa del Ministerio de Ciudadanía dijo en un email, en respuesta a preguntas que le fueron enviadas, que se ha asociado con varias federaciones deportivas brasileñas para organizar eventos y que está preparando un plan para aprovechar mejor las instalaciones. Indicó que el plan será publicado “apenas se complete”.

“El Parque Olímpico de Río me rompe el corazón. De vez en cuando se hacen una o dos cosas allí, pero la situación es mala, no hubo un plan realista para su uso”, comentó Andrew Parsons, presidente del Comité Paralímpico Internacional”, en declaraciones a la AP. “Creo que pide a gritos transformaciones profundas. Sin embargo, ya pasó el momento para que las instalaciones deportivas estén a la cabeza de esos cambios”.

En junio del 2019, el COI aprobó propuestas para cambiar el proceso de selección de sedes y creó comisiones que pueden controlar el proceso. Varias ciudades de países en desarrollo que consideraban postularse para los juegos del 2032 desistieron de hacerlo y Brisbane (Australia) surgió como la favorita, con el visto bueno de muchos miembros del COI.

En el Parque Radical de Río, unos 40 minutos de auto al norte de la ciudad (el triple de tiempo si se usa transporte público), hay señales de vida, a pesar del estado decrépito de la pista olímpica para pruebas de BMX. Todos los días hay cientos de personas trotando, gente que pasea con sus perros, patinadores y familias que hacen picnics. Hace poco se cortó el césped del circuito de ciclismo de montaña, que llegaba a la cabeza.

“En esta parte de la ciudad no teníamos ningún sitio para hacer ejercicio”, expresó Adriella Rosa, de 47 años, que toma clases de pilates y pesas en el gimnasio gratis del parque. “Es muy bueno para los que no podemos pagar” por esas clases.

La parte principal del parque, un embalse que alimenta el sector de pruebas en aguas rápidas, es usado por la confederación brasileña de canotaje para sus entrenamientos. La confederación aporta equipo para clases ofrecidas por la municipalidad desde este año. Unos 50 niños y adolescentes se benefician.

Parsons, del comité paralímpico, dijo que muchas confederaciones brasileñas tuvieron problemas económicos después de los juegos. Algunas “casi desaparecieron” al acabarse los patrocinios por la recesión.

El banco de desarrollo estatal BNDES le retiró su apoyo al canotaje y la petrolera estatal Petrobras hizo lo mismo con el boxeo, la esgrima, el levantamiento de pesas, el taekwondo y el judo. El banco estatal Caixa Económica Federal hace poco reanudó la financiación del atletismo, la gimnasia y los paralímpicos, y empezó a patrocinar el skateboarding. Tres de esos pactos, no obstante, son por un año.

“El Comité Olímpico Brasileño no planificó nada más allá del 2016”, sostuvo Parsons, agregando que ese no fue el caso de los paralímpicos, que pensaron más en el futuro.

EL MEDIO AMBIENTE

El principal compromiso en este terreno fue tratar el 80% de las aguas sucias que van a la Bahía de Guanabara.

La idea era construir plantas de tratamiento relativamente baratas en los ríos que desembocan en la bahía, de acuerdo con Márcio Santa Rosa, quien coordinó el manejo del medio ambiente y el plan de sustentabilidad de la propuesta olímpica de Río. Afirmó que se podía haber hecho, pero que solo se construyó una planta, la cual no está funcionando.

El estado de Río firmó en el 2012 un acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo por 452 millones de dólares para construir la infraestructura que no había sido completada. Una agencia casi pública, PSAM, supervisó el plan, el inicio de algunas obras grandes y la conexión de 131.000 viviendas a la red, según informes de los progresos de la iniciativa publicados en el portal del BID.

Pero el gobierno estatal de Río se apoderó de los fondos asignados a los desagües al quedarse sin dinero por la recesión, según Santa Rosa, quien para entonces trabajaba para PSAM como coordinador de planificación. Menos de un año después de los juegos, el BID suspendió la entrega de fondos. Había suministrado una cuarta parte de lo pactado.

“En la parte sanitaria, casi no se hizo nada. Fue muy frustrante”, dijo Santa Rosa. “No es que el proyecto del PSAM no fuese bueno. No pudimos hacerlo porque se llevaron el dinero”.

El BID confirmó en un email que se suspendió la financiación, sin responder a preguntas más detalladas acerca de cuándo y por qué.

Se reanudaron algunas obras públicas del estado, en parte por presión de fiscales. El tratamiento de los desagües de la zona metropolitana de Río giró en torno al 35% entre el 2012 y el 2018, según datos oficiales recopilados por el Instituto Trata Brasil, una organización que estudia el sector. En el 2019 ese porcentaje fue del 47%, aunque el instituto no está al tanto de trabajo alguno que justifique ese aumento.

Después de años de promesas incumplidas, el estado de Río le sacó las operaciones de trato de aguas sucias y la distribución de aguas a su organismo de servicios públicos y ofreció concesiones de 35 años para su manejo.

Las empresas seleccionadas deben invertir 5.400 millones de dólares, incluidos 520 millones en un plazo de cinco años, para limpiar la bahía. Pueden perder sus concesiones si no satisfacen objetivos específicos, como el tratamiento del 90% de las aguas sucias para el 2033. Esto quiere decir que habrá “una gran mejoría” en ese servicio finalmente, de acuerdo con Edison Carlos, presidente ejecutivo de Trata Brasil.

VESTIGIOS OLÍMPICOS

El alcalde Paes dice que no se arrepiente de haber sido sede de los juegos. Pero no quisiera montar otra justa, a la luz de las presiones y la carga que conllevan.

“Mi recomendación a los alcaldes es que hagan una justa olímpica, nunca dos”, comentó. “Jamás la volvería a hacer”.

En el sendero principal del Parque Olímpico —donde en el 2016 decenas de miles de personas se congregaban a diario— hoy reina el silencio y no hay sombra que proteja del sol inclemente. No hay baños, fuentes para tomar agua ni vendedores de comida o refrescos, lo que lo hace que resulte un sitio que espanta a los visitantes, según Audrei Pereira, de 42 años, que vive a corta distancia. Es un ejemplo de las promesas incumplidas.

“Hay todavía algún rastro de los juegos aquí”, comentó Pereira, después de ver sesiones de vóleibol y gimnasia a las que asisten sus hijos. “Pero de haber continuado, de haber seguido abierto una vez concluidos los juegos, el legado hubiera sido mucho mejor”.

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