Rehabilitan y mudan mural de sinagoga oculto durante años
Un mural pintado en una sinagoga de Vermont hace más de un siglo por un inmigrante lituano, y escondido detrás de una pared durante años, es calificado como una obra de arte rara y cuidadosamente mudado y restaurado
Un mural pintado en una sinagoga de Vermont hace más de un siglo por un inmigrante lituano, y escondido tras una pared durante años, fue calificado como una obra de arte rara y cuidadosamente mudado y restaurado.
El gran tríptico colorido pintado por el pintor de letreros Ben Zion Black en 1910 muestra los Diez Mandamientos con un león a ambos lados, el sol brillando y columnas y cortinas en los bordes. Ahora conocido como “Lost Mural” (Mural perdido), es una rara representación de un tipo de arte que adornaba las sinagogas de madera en Europa destruidas en gran parte durante el Holocausto, según expertos.
“Cuando me enteré del mural y lo que es y la historia detrás del artista, quedé completamente asombrado, y no hay nada como esto en otras partes del país”, dijo Josh Perelman, curador en jefe y director de exposiciones e interpretación del Museo Nacional Weitzman de Historia Judía Estadounidense en Filadelfia.
Es una representación de un estilo que estuvo presente en toda Europa, pero Perelman dijo que no había oído hablar de nadie que haya traído ese estilo a Estados Unidos.
“Eso hace que sea tanto un tesoro como una obra importante, en la vida religiosa judía estadounidense y en el mundo del arte en este país”, señaló.
Black, quien también fue músico, dramaturgo y poeta, además de rotulista, decoró el interior de lo que entonces era la Sinagoga Chai Adam en 1910 en un barrio judío de Burlington conocido como Little Jerusalem, o la Pequeña Jerusalén. Pintó el tríptico en el ábside del edificio, así como otros murales en el interior de la sinagoga.
Pero el templo cerró en 1939 cuando se fusionó con otro, la sinagoga Ohavi Zedek, y el edificio original pasó a tener otros usos, incluida una tienda de alfombras, según el sitio web de “Lost Mural”.
Cuando en 1986 el recinto pasó a ser un edificio de apartamentos, el archivista de Ohavi Zedek, Aaron Goldberg, y un miembro de la sinagoga lograron que el propietario instalara una pared frente al mural, según el cibersitio. Las dos hijas de Black donaron dinero para que se tomaran fotografías de archivo de la obra, pero en ese momento no estaba claro si el mural podría salvarse, dijo Goldberg.
Más de 20 años después, se cortó el tablero de la pared y se tomaron fotos que se enviaron a museos de todo el país y el mundo preguntando qué debía hacerse con la obra de arte, dijo Goldberg.
“El consenso universal era que teníamos que hacer todo lo posible y tomar todas las medidas posibles para sacar el mural original por su singularidad, porque realmente es un símbolo de quizás miles de murales y este tipo de pintura que se perdieron en Europa del Este y Europa Occidental”, dijo Goldberg.
El yeso estaba en malas condiciones y la pintura se estaba desconchando en muchas secciones. El yeso se estabilizó y un curador trabajó para volver a colocar la pintura. Luego se construyó una estructura temporal para poder quitar el techo del edificio, reforzar los tornos del mural y revestir la obra en un marco de metal para trasladarla en 2015 con una grúa y luego con un camión a la actual Sinagoga Ohavi Zedek.
En su nuevo hogar, los curadores restauraron las secciones dañadas de la pintura y limpiaron todo el mural, revelando sus colores vibrantes y detalles originales. También se agregó pintura donde se había caído. Ese trabajo tuvo lugar este año y el pasado, durante la pandemia de coronavirus, mientras el edificio estaba en gran parte cerrado.
Se recaudó cerca de un millón de dólares para el proyecto a través de donaciones locales, estatales, nacionales e internacionales. The Lost Mural Project, una organización secular independiente sin fines de lucro, todavía busca donativos para replicar los corredores verdes en la pintura original que no sobrevivió, dijo Goldberg, su presidente.
El mural renovado se inauguró este verano.
La rabina Amy Small vio la belleza de la restauración paso a paso cuando la obra llegó al santuario, lo que dijo que era un recordatorio de lo importante que es el mural.
Es significativo no solo para la comunidad judía y los descendientes de los primeros pobladores de Burlington, sino también para otros inmigrantes en Estados Unidos que ofrecieron seguridad a las familias judías y otras que huían de muchas partes del mundo, destacó.
“Es tanto historia judía como historia estadounidense”, dijo Small, así como “historia universal”.
Otra parte de la historia de “Lost Mural” son las “personas magníficas, creativas y dedicadas que han fomentado su preservación y su nueva presentación al mundo”, dijo Perelman. “La comunidad de Burlington, la comunidad judía de Burlington, el estado de Vermont, han sido maravillosos en su sentido de la importancia de esta obra de arte y su compromiso de traerla de vuelta a la vista”.