Pierden sus bebés, terminan presas en El Salvador
Vieron interrumpidas sus vidas, sus estudios y dejaron niños que tuvieron que criar sus parientes tras ser encarceladas luego de perder bebés, acusadas de homicidio en el marco de una de las legislaciones antiaborto más severas del mundo
Desde fines de la década de 1990, en El Salvador rige una prohibición total del aborto, incluso en casos de violación, incesto, deformaciones del feto y cuando la vida de la madre corre peligro.
No solo se castigan los abortos. A veces también las pérdidas de bebés, los nacimientos de fetos muertos y otras complicaciones pueden costarles la cárcel a las mujeres. Y las condenas pueden ser largas.
En general, las mujeres más afectadas son pobres, de áreas rurales.
La Associated Press habló con varias mujeres que estuvieron en la cárcel. Algunas pertenecen a la agrupación Mujeres Libres --que ofrece apoyo en la búsqueda de empleo y talleres sobre cómo abrir pequeños negocios-- y otras a la organización sin fines de lucro Citizen Group for the Decriminalization of Abortion (Organización Ciudadana por la Despenalización del Aborto).
Algunas pidieron ser identificadas solo por su primer nombre para proteger su privacidad y evitar posibles represalias y el estigma asociado con el aborto. Una de ellas fue víctima de múltiples violaciones.
Estas son sus historias:
CINTHIA
Cinthia Rodríguez, de 33 años, dio a luz un bebé muerto en su casa en el 2008. Su familia llamó a una ambulancia, pero se presentó la policía, que la llevó a un hospital donde fue encadenada a una camilla. Los agentes le dijeron que estaba detenida, bajo sospecha de haber provocado un aborto. Posteriormente fue acusada de homicidio con agravantes y condenada a 30 años de cárcel.
“Mi sueño era estudiar, trabajar, ayudar a mi familia, ver a mi bebé”, expresó. “Y todo eso se frustró cuando escuché lo de los 30 años. Ahí mi mundo se detuvo”.
Los guardias le recomendaron que no revelase por qué había sido condenada. Cuando otras reclusas se enteraron, le dieron una golpiza. “Nos decían las mataniños”.
Un tatuaje en su mano le recuerda la fecha en que murió su padre, en el 2014, mientras ella estaba en la cárcel. Fue liberada tras 11 años presa, cuando su sentencia fue conmutada en el 2019.
Rodríguez espera que su historia ayude a otras mujeres a recuperar la libertad y a poner fin a la rígida política antiabortos.
Mientras ella hablaba, dos amigas que también estuvieron presas por el mismo motivo jugaban con su hijita.
“Yo voy a estar siempre apoyándola”, dijo Rodríguez. “Y también que se una a mí y a las demás compañeras a esta lucha que se está haciendo. Y que sea una mujer independiente y luchadora... como su mamá”.
ZULEYMA
Zuleyma Beltrán esperaba su segundo hijo en 1999 cuando sintió fuertes dolores y se desmayó. Perdió el bebé. La policía sospechó que se había hecho un aborto y la interrogó agresivamente. Fue condenada por homicidio con agravantes y sentenciada a 26 años de cárcel.
“Es una vida”, declaró. “Yo decía ‘nunca voy a salir de ahí. Lo perdí todo’”.
Mientras estuvo presa, una hermana cuidó de su hija, quien no la reconoció cuando fue liberada tras permanecer más de una década presa.
A Beltrán le costó conseguir trabajo al principio y se sintió estigmatizada, pero su hija la alentó para que no bajase la guardia. Arreglaron un carrito y comenzaron a vender hot dogs en las calles de San Salvador.
“Ella me enseñó bastante, a enfrentarme al mundo”, dijo Beltrán. Su hija falleció hace poco a los 22 años.
Beltrán se sumó a Mujeres Libres hace años.
“Nos reímos, lloramos... Hablamos de todo lo que pasamos”, comentó.
Hoy vive con otra hija de ocho años en una casa en la que se reúne el grupo. Vende perfumes y sueña con tener su propio negocio algún día.
“Quiero demostrarles que, a pesar de que estuvimos en ese lugar, que fue un gran obstáculo… que sí podemos”, señaló Beltrán.
MARIANA
Mariana López fue arrestada en el 2000, después de perder su bebé, bajo sospecha de haber tenido un aborto. Fue condenada a 25 años de cárcel por homicidio con agravantes y liberada luego de 17 años, al ser conmutada su pena.
Al ser condenada, tenía un hijo de cuatro años, que hoy tiene 26. Desde su liberación, trató infructuosamente de recomponer la relación.
“Hay resentimiento”, dijo López entre lágrimas. “El hecho de que él no llevó una vida normal, ha sido bien difícil”,
Vive con su madre y una hija de siete años en una modesta casa al noroeste de San Salvador. Aprendió a cocinar pan en la cárcel y se gana la vida vendiendo panes que cocina antes del amanecer. Espera poder tener su propia panadería algún día.
Su hija toma clases de violín en Mujeres Libres. Hace poco las mujeres y los niños de la agrupación fueron a una playa, dando inicio a lo que esperan sea una tradición anual.
“Nosotras lo vemos como una familia”, dijo López. “Nos vemos como hermanas, porque fue una familia cuando nuestra propia sangre no estaba”.
KAREN
Karen tenía 21 años y estaba embarazada cuando se desmayó en la casa de su abuela, donde estaba sola. Al despertarse, estaba esposada a una camilla de un hospital. Fue condenada a 30 años de cárcel en el 2015 por homicidio con agravantes, acusada de someterse a un aborto.
“Me decían que era una asesina y que iba a pagar por lo que había hecho”, expresó Karen. “Que me iba a podrir en la cárcel”.
En la cárcel otras reclusas le dijeron que no merecía vivir. Estuvo presa siete años, hasta que fue liberada en diciembre.
Hoy trata de recuperar el tiempo perdido y juega al fútbol con su hijo de 14 años, al tiempo que le cocina sus platos preferidos, frijoles refritos y plátanos fritos.
“Dentro de la prisión siempre confiaba en Dios y nunca perdí la fe en que en algún momento iba a recuperar mi libertad, ya que era inocente”, declaró Karen. “Y le pedía a Dios todos los días poder volver a ver a mi hijo”.
CINDY
El hijo de Cindy, Justin, tenía cuatro años cuando ella fue detenida en el 2014, después de dar a luz un bebé en el baño de un centro comercial. No lo volvió a ver por cuatro años.
Al ser arrestada estudiaba turismo e inglés. Todo eso quedó en el aire.
“En lo que más reflexiono es en las pérdidas... en la pérdida total, de todo... Familia, hogares, casas, estudios, trabajo, hijos. Se pierde todo”, manifestó Cindy. “En lo que más hace pensar es en cómo se va a comenzar de nuevo, cómo se va a recuperar el tiempo con la familia”.
Hoy vive con su hijo y sus padres, y regresó a la escuela. Hace piñatas para cumpleaños con su madre. Hizo una con la forma de un dinosaurio para Justin, quien quiere ser paleontólogo cuando crezca.
Cindy espera encontrar trabajo con una agencia de turismo y reanudar sus clases de inglés. Madre e hijo sueñan con viajar juntos al exterior.
“Olvidar todo y comenzar de nuevo” en otro sitio, dijo Cindy.
IMELDA
Imelda fue violada en numerosas ocasiones entre los ocho y los 18 años por el compañero de su madre, quien la dejó embarazada. En el 2017 dio a luz un bebé inesperadamente en un retrete y perdió el conocimiento.
El niño sobrevivió y ella fue acusada de intento de homicidio por las circunstancias del parto. Fue liberada en el 2018, luego de que un tribunal determinase que no había intentado matar a su bebé.
Desde su liberación ha estado estudiando para ser enfermera. Cree que la mujer no debe ser obligada a seguir adelante con un embarazo si fue violada.
“Una niña qué va a querer ser mamá. Es inocente”, dijo Imelda, quien hoy tiene 24 años. “Esas niñas de diez años que son violadas, lo que quieren es jugar, estudiar. Yo siempre he querido estudiar, no ser mamá”.
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Marcos Alemán (San Salvador) y Marko Álvarez (Bogotá) colaboraron en este despacho.
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La cobertura religiosa de la Associated Press recibe apoyo a través de The Conversation US y fondos del Lilly Endowment Inc. La AP es la única responsable de este contenido.