Piden asilo, ayudan a producir famoso vino italiano Brunello
Un puñado de solicitantes de asilo afortunados, provenientes sobre todo de Asia y África, encuentra trabajo en el sector agrícola italiano a través de una ONG que vela por los intereses de las personas que piden asilo
Llega el verano a la región vitivinícola de Italia y las hojas verdes y amarillas de los parrales están brillantes.
Yahya Adams corta los brotes y capullos que no abrieron para que las uvas crezcan mejor.
Es uno de 24 migrantes de Asia y África que trabajan en el viñedo Tenute Silvio Nardi, que produce el Brunello di Montalcino, uno de los vinos más famosos de Italia.
Llegaron de Ghana, Togo, Sierra Leone, Guinea Bissau, Pakistán y otros países, sin experiencia en este sector. Pero encontraron trabajo temporal aquí a través de una organización local sin fines de lucro que ayuda a las personas que buscan asilo a trabajar legalmente en viñedos y campos de olivas mientras se tramitan sus solicitudes.
Adams, un joven de 21 años de Ghana, dice que disfruta aprendiendo el oficio.
“Me gusta estudiar cómo crecen las plantas, quiero mejorar en este oficio”, afirmó. “Algún día tal vez pueda enseñarles a otros recién llegados a hacer el trabajo, cómo tratar las plantas, todo...”.
Adams se fue de Ghana a los 14 años para buscar trabajo en el exterior. Se pasó dos años en Libia convulsionada nación del norte de África que es país de tránsito para muchos migrantes que tratan de llegar a Europa y que son maltratados y extorsionados por traficantes brutales.
Cuenta que estuvo en cautiverio en Libia y pensó regresar a Ghana antes de partir hacia Italia con otros 118 migrantes en una embarcación. Estuvo en centros para menores no acompañados y trató de encontrar trabajo en Bélgica, pero regresó a Italia, donde participa ahora en un programa de trabajo de la Cooperativa Agrícola de San Francesco.
La ONG trata de incorporar a las personas que piden asilo al mercado laboral con las mismas condiciones y el mismo sueldo que los italianos, evitando que caigan en un sistema de trabajo en negro conocido como “caporalato”, en el que los migrantes con frecuencia son explotados. El fenómeno es muy común en el sector agrícola, que requiere trabajadores por temporada. Casi un 40% de esos trabajadores son contratados en forma irregular, según el Observatorio Placido Rizzotto, una organización sindical que está pendiente de la infiltración del crimen organizado en la agricultura.
“Algunos de ellos te dicen que trabajaron tres o cuatro años en negro, sin contrato ni nada, como si no existiesen. Sin un seguro social ni nada. Aquí tienen contrato, tienen esperanza”, declaró Salis Godje, quien coordina el programa de la Cooperativa Agrícola de San Francesco.
Godje, quien vino a Italia de Togo como estudiante y completó la carrera de economía, dijo que los solicitantes de asilo seleccionados para el programa reciben un curso de capacitación básico. Luego trabajan tres temporadas en los viñedos, podando los parrales en el invierno y participando en la cosecha en el otoño.
Nicola Peirce, presidente de la ONG, dijo que los trabajadores cobran unos siete euros (8,52 dólares) la hora y que trabajan ocho horas diarias, según las leyes italianas. Quienes son contratados en negro cobran la mitad y trabajan más horas.
Este es el segundo año en que Tenute Silvio Nardi, un viñedo de la familia Nardi fundado en la década de 1950, participa en el programa. Produce 210.000 botellas anuales con uvas Sangiovese, incluidas 160.000 botellas del Brunello di Montalcino, que es añejado cinco años antes de salir a la venta.
“Al principio hay que tener un poco de paciencia” con los solicitantes de asilo, comentó el agrónomo Vittorio Stringari. “Como en todo, hay un período de aprendizaje. Pero están muy motivados y aprenden rápido”.
Adams se siente afortunado de tener un trabajo que le gusta y en el que gana lo suficiente como para mandar algún dinero a su familia en Ghana.
“Si pudiese tener este trabajo en mi país, no me iría a ninguna parte”, comentó.
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