Ocasio-Cortez en una encrucijada
La encrucijada de Alexandria Ocasio-Cortez: ¿Busca cargos más altos o se contenta con seguir en la Cámara de Representantes, a pesar de que es previsible que los demócratas pierdan la mayoría en noviembre y disminuyan sus posibilidades de tener impacto
Alexandria Ocasio-Cortez trató de pasar inadvertida, casi escondiéndose detrás de un edificio que una organización sin fines de lucro estaba comprando con fondos del gobierno. Pero la gente la reconoció de todos modos y lentamente comenzó a arremolinarse a su alrededor, haciendo una cola para fotografiarse con ella.
La representante de Nueva York terminó su visita, hizo una rápida entrevista con un canal de televisión bengalí y se dejó tomar varias fotos con simpatizantes suyos.
Para la mayoría de los legisladores, este tipo de presentaciones en sus distritos son rutinarias, una oportunidad de entrar en contacto con sus votantes y de recordarles el impacto de su trabajo en sus comunidades, como los 2 millones de dólares que Ocasio-Cortez ayudó a conseguir a una organización de Queens. Para Ocasio-Cortez, una de las figuras progresistas más prominentes de la política estadounidense, sin embargo, estas presentaciones tienen un significado especial.
Ocasio-Cortez ganó proyección nacional hace cuatro años, cuando derrotó a uno de los dirigentes más influyentes del establishment demócrata, diciendo que su rival estaba más interesado en sus ambiciones políticas que en los trabajadores que representaba. Hoy Ocasio-Cortez busca un tercer mandato en Washington y debe cuidarse de las trampas que puede conllevar su celebridad, evitando toda apariencia de que se está distanciando de sus votantes.
“Siempre preocupa la posibilidad de que se tenga esa percepción”, declaró Ocasio-Cortez en una entrevista. “Nunca tuve control sobre el hecho de que ese fenómeno comenzó en el mismo momento en que fui elegida. En todo caso, por eso es importante que siga en contacto con mi comunidad”.
En cada visita a su distrito se hace evidente el interés que genera Ocasio-Cortez y la sensación que tiene la gente de que puede resolver cualquier problema.
Una asamblea vecinal de marzo en el Bronx atrajo a gente como Daron Jones, un joven de 21 años que hizo cola para fotografiarse con Ocasio-Cortez. No vive en su distrito, no siquiera en Nueva York, pero viajó una hora desde Hoboken, estado de Nueva Jersey, para asistir al acto después de ver el documental de Netflix “Knock Down The House” sobre la campaña de Ocasio-Cortez del 2018, en la que le arrebató su banca en la cámara baja al legendario político neoyorquino Joe Crowley.
“Sabía que era una gran figura”, declaró Jones. “Me alegro de ver que es una persona normal, que solo trata de ayudar a la comunidad”.
Mientras se hacía una presentación con diapositivas sobre distintos proyectos e iniciativas, mucha gente, sobre todo jóvenes, elevaban sus teléfonos para tratar de tomarle fotos a Ocasio-Cortez.
Nancy Johnson, que vivía en el barrio, asistió al acto para ver si la legisladora podía intervenir en una disputa en su edificio acerca de los cortes en el servicio del elevador y otras quejas. Ocasio-Cortez le dijo que estaba al tanto del problema, pero que la junta directiva de su condominio era una entidad privada y que lo único que podía hacer ella era ofrecer asesoría sobre las opciones que los residentes tenían por delante.
“Me impresiona mucho todo lo que hace”, dijo Johnson, aunque se expresó “un tanto decepcionada de que no pueda ayudarnos”.
Las enormes expectativas que genera Ocasio-Cortez a sus 32 años son un recordatorio de que la fama puede ser un arma de doble filo.
Tiene 13 millones de seguidores tan solo en Twitter y una publicación suya puede generar un interés con el que políticos con mucha más trayectoria ni pueden soñar.
Ha recaudado grandes cantidades de dinero, mayormente a partir de pequeñas donaciones, que distribuye entre candidatos que comparten sus posturas progresistas. Su comité de acción política sobre liderazgo entregó 207.500 dólares a otros comités de campaña desde comienzos del 2021, según archivos oficiales.
Pero sus esfuerzos por promover a otros candidatos o causas han tenido resultados mixtos. Muchos de sus elegidos fueron derrotados en las internas demócratas por candidatos más moderados, apoyados por la maquinaria partidista, incluido el que respaldó en las elecciones para alcalde de Nueva York, ganadas por Eric Adams.
La relación entre ambos es tensa y batallan en torno a una cantidad de temas, desde el presupuesto municipal hasta la expresión “trabajadores de pocas cualidades” que usó Adams.
En septiembre, Ocasio-Cortez fue criticada por asistir a una función de gala del Museo Metropolitano de Nueva York luciendo un vestido que decía en su espalda “Tax the Rich” (Impuestos a los Ricos). Algunos la tildaron de hipócrita por asistir a un evento exclusivo, lleno de ricos.
Ocasio-Cortez enfrenta ahora una encrucijada. Es previsible que los demócratas pierdan la mayoría en la Cámara de Representantes en las elecciones de noviembre, lo que reduciría sus posibilidades de tener impacto. A menudo se la menciona como posible candidata al Senado e incluso a la presidencia. Pero ella por ahora no piensa escalar más alto y desmintió especulaciones de que podría buscar la banca de Chuck Schumer, un demócrata que preside el Senado.
El electorado de Nueva York es más bien liberal, pero el del resto del estado es centrista, por lo que le resultaría difícil a Ocasio-Cortez ganar elecciones para cargos más altos.
“Es popular solo entre los izquierdistas”, dijo Jon Reinish, un estratega demócrata de Nueva York. “Está muy a la izquierda de la mayoría de los votantes del estado de Nueva York”.
Ocasio-Cortez dijo que no tiene muy en claro sus próximos pasos.
“Es algo que me preguntan mucho y no trato de ser esquiva. Pero, la verdad es que no lo sé”, manifestó. “Estoy tratando de evaluar el panorama y de ver cómo puedo aportar algo”.
“En un plano personal, ya llegué mucho más lejos de lo que jamás pensé que podría llegar”, acotó. “Por ello, no tengo grandes ambiciones”.
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Nicholas Riccardi colaboró en este despacho desde Denver.