Mensajes de texto, terreno fértil para la desinformación
No tienen filtros, no dejan rastros y le apuntan a personas específicas
En medio de un caldeado debate en torno al derecho al aborto, un mensaje de texto anónimo circuló en la víspera de un referendo sobre el tema: “Un voto por el SÍ la dará a las mujeres la posibilidad de elegir”.
Clarito como el agua. Excepto que era una mentira, propagada justo antes de una votación en Kansas que era vista como la primera oportunidad que tenía la ciudadanía estadounidense de pronunciarse en torno a la decisión de la Corte Suprema de desconocer el derecho constitucional al aborto. El electorado de este estado conservador, con un fuerte movimiento contra el aborto, terminó rechazando la medida y preservando ese derecho.
“Hemos visto muchas trampas, pero jamás un engaño tan grande, pensado para hacer que la gente vote al revés de cómo quería votar”, expresó Davis Hammet, presidente de Loud Light, una organización de Kansas que alienta a los jóvenes a votar.
El texto mentiroso enviado a los demócratas de Kansas refleja el creciente problema que representa la desinformación política en la forma de mensajes de texto automáticos, un sistema de comunicación que ofrece nuevas oportunidades a quienes tratan de engañar a la gente.
Es cierto que las propuestas sobre las que hay que votar a menudo son confusas, a veces a propósito, para que la persona vote al revés de como quería hacerlo.
Pero los mensajes de texto asoman como una herramienta cada vez más popular para diseminar desinformación sobre el voto y el proceso electoral. Si bien ya eran usados, se afianzaron como una alternativa interesante cuando la pandemia del coronavirus obligó a las campañas a encontrar nuevas formas de comunicarse con la gente.
En el 2021 circularon casi 6.000 millones de textos políticos, de acuerdo con un análisis de RoboKiller, una aplicación telefónica que permite a la gente bloquear los mensajes de texto y hablados indeseados.
“Hubo una explosión de mensajes de texto políticos desde el 2020”, dijo la vicepresidenta de RoboKiller Giulia Porter.
Dos días después de la votación en las elecciones presidenciales del 2020 circularon miles de mensajes de texto anónimos enviados a partidarios de Donald Trump, diciendo que funcionarios electorales de Filadelfia habían arreglado el resultado. Se exhortaba a la gente a presentarse en los centros donde se contaban los votos para “mostrar su apoyo” a Trump.
Los mensajes anónimos fueron relacionados posteriormente con una empresa dirigida por uno de los principales colaboradores de la campaña de Trump.
El mismo año, alguien usó mensajes de texto para propagar rumores falsos sobre un confinamiento nacional por el COVID-19. Funcionarios del gobierno atribuyeron luego el mensaje a gobiernos de otros países empeñados en sembrar discordia y temor.
Los mensajes de texto ofrecen varias ventajas respecto a las redes sociales pues permiten diseminar información falsa sin dejar rastros, de acuerdo con Darren Linvill, profesor de la Universidad Clemson que estudia las técnicas de desinformación.
Para empezar, dijo Linvill, las redes sociales están pensadas para llegar a la mayor cantidad de gente posible, mientras que los mensajes de texto son enviados a personas particulares. Quien los envía sabe a quién lo hace y le apunta directamente a esa persona.
“La gente generalmente no desconfía de la información de un mensaje de texto”, expresó Linvill. “Es algo más personal. Alguien tiene tu número de teléfono y trata de hacerte llegar información”.
Si bien las grandes empresas de las redes sociales han logrado contrarrestar en cierta media la desinformación en sus plataformas, los mensajes de texto no tienen filtro alguno. Las campañas de desinformación a través de las redes sociales son más fáciles de detectar, en tanto que los mensajes de texto son privados, comunicaciones de persona a persona.
Programas de software que permiten enviar cientos o miles de mensajes de texto usando números falsos hacen que resulte muy difícil identificar a la persona que los envía.
Los textos enviados en Kansas usaron una plataforma de mensajes diseñada por Twillio, una empresa de San Francisco. Twilio no identificó al cliente que envió esos mensajes, pero un portavoz dijo que lo había suspendido por violar sus reglas respecto a la desinformación.
En la votación de Kansas se pidió a la gente que se pronunciase en torno a un cambio en la constitución estatal que hubiera despejado el camino para que la legislatura, controlada por los republicanos, regulase más severamente o suspendiese directamente el derecho al aborto.
Un “Sí” aprobaba la enmienda que hubiera restringido el derecho a abortar, un “No” rechazaba la enmienda y preservaba ese derecho.
Lindsay Ford, director adjunto de una organización sin fines de lucro que promueve la participación de la ciudadanía en el proceso electoral llamada The Voter Network, señaló que los textos circularon en un momento clave, cuando alguien que intenta manipular al votante tiene más probabilidades de conseguirlo.
“Es el momento en que la gente menos interesada (en el proceso) empieza a prestar atención, justo antes de la votación”, dijo Ford. “Si esperan por algo que los ayude a decidirse y no han visto nada en otros sitios, y ese fue el primer o el único texto que recibieron, es posible que los haga tomar la dirección equivocada”.