Los Juegos en la burbuja: China lleva las medidas al extremo
Oficialmente, los Juegos Olímpicos de Invierno se desarrollan dentro de lo que los organizadores llaman “el área cerrada de actividades”
Oficialmente, los Juegos Olímpicos de Invierno se están desarrollando dentro de lo que los organizadores están llamando “el área cerrada de actividades”.
Es una forma elegante de decir “un circuito cerrado” y que comúnmente se le conoce como “la burbuja”.
Y las burbujas son ahora parte de la normalidad en la mayoría de los eventos deportivos.
La premisa de la burbuja es sencilla: Mantener adentro a aquellos que pasaron múltiples pruebas solo para tener acceso a los Juegos Olímpicos, dejar al resto del mundo — y, ojalá, al COVID-19 — fuera. Ha funcionado en la NBA la NHL, Grandes Ligas, torneos de Grand Slam de tenis, deportes universitarios, los Juegos Olímpicos reprogramados de Tokio que se realizaron el verano pasado y muchos otros eventos más.
Todos dentro de la burbuja están, en teoría, libres del virus cuando ingresaron y se presume que tienen oportunidad de mantenerse de esa forma si siguen las reglas estrictas. Para algunos no ha funcionado el plan. Su experiencia olímpica terminó antes de que comenzara después de dar positivo. Pero para la mayoría está funcionando.
Y para todos es desalentador.
“El camino de todos rumbo a Beijing ha sido todo menos ordinario”, dijo la patinadora de velocidad estadounidense Brittany Bowe.
La ruta después de que llegan a Beijing es poco menos que ordinaria, también.
Las instalaciones deportivas están abiertas para miembros de la familia olímpica, mientras el resto de Beijing está básicamente cerrado. La Ciudad Prohibida, está, en realidad, prohibida. La Gran Muralla algunos días se puede ver, pero no es posible visitarla. El área de llegadas del Aeropuerto Internacional de Beijing parece un pueblo fantasma, cuando generalmente es todo lo contrario, salvo algunas personas que cuentan con un equipo completo de protección encargados de realizar pruebas de coronavirus y llevar a los visitantes a su autobús indicado.
Los hoteles olímpicos están rodeados de vallas; policías y guardias son los únicos que abren y cierran las puertas para los autobuses y otros vehículos autorizados. Cuando los Centros de Medios de cada instalación cierran por el día, las superficies son desinfectadas y analizadas para la presencia del virus. No hay oportunidad de una caminata por la ciudad, no hay expediciones a centros comerciales ni visitas a restaurantes locales.
Y en caso de que a alguien se le olvide en dónde está y cuáles son las reglas, hay señalamientos masivos en cada posible salida que indica: “Favor de mantenerse dentro del área cerrada de actividades”.
“Son Juegos Olímpicos sin amigos y sin familia, lo que es la parte más complicada”, lamentó Emily Sweeney, competidora de Estados Unidos de luge. “Estuve conversando con uno de los letones y diciendo ‘nos estamos volviendo un poco locos debido al COVID’, pero ambos estuvimos de acuerdo en algo, sobre su importancia en este momento. Después tendré la oportunidad de tomar un respiro. Es una burbuja... pero el término ’burbuja’ y el hecho de ser siempre sometida a pruebas simplemente me mantiene alerta”.
Kevin Fischnaller, un italiano de la prueba de luge, dio positivo dos días antes de entrar en competencia y fue retirado de la villa; su primo, Dominik, terminó colgándose la medalla de bronce. Elana Meyers, del equipo estadounidense de bobsled, se perdió sesiones no oficiales de entrenamiento la semana pasada — y la oportunidad de llevar la bandera de Estados Unidos en la ceremonia inaugural — debido a que se encontraba aislada después de dar positivo; ahora ha sido autorizada y planea competir en dos eventos.