De una vida de lujos a la cárcel: La caída de ex PM malayo
Los lujos estrafalarios a los que estaba acostumbrado son hoy un recuerdo
Es la primera vez que un ex primer ministro de Malasia va a la cárcel. La caída en desgracias de Najib Razak, hijo del segundo primer ministro que tuvo el país y sobrino del tercero, no solo es una enorme mancha para su familia sino que pone en duda la hegemonía que ejercía su partido en la política malaya.
La Organización Nacional de Malayos Unidos siempre contó con el apoyo de la mayoría de la etnia malaya y encabezó la coalición del Frente Nacional que gobierna el país casi ininterrumpidamente desde su independencia de Gran Bretaña en 1957.
Najib, sin embargo, se vio envuelto en un enorme escándalo de corrupción en torno al fondo estatal de inversiones 1MDB poco después de asumir el gobierno en el 2009. El Departamento de Justicia de Estados Unidos y otros investigadores dicen que asociados de Najib se robaron al menos 4.500 millones de dólares del fondo entre el 2009 y el 2014, que lavaron a través de cuentas bancarias en distintos países, financiando películas de Hollywood y compras extravagantes, incluidos hoteles, yates de lujo, obras de arte y joyas. El entonces secretario de justicia de Estados Unidos Jeff Sessions describió el escándalo como una “cleptocracia de lo peor”.
Fiscales estadounidenses dijeron que, en el marco de las operaciones de lavado, 700 millones de dólares fueron transferidos a la cuenta del “funcionario malayo 1”, que se descuenta era Najib, quien fue condenado a 12 años de cárcel en julio del 2020 por el Alto Tribunal malayo, tras ser hallado culpable de abuso de poder y lavado de dinero.
Najib, quien tiene 69 años, dice ser inocente y estaba en libertad a la espera de que se resolviese una apelación que presentó. La Corte de Apelaciones confirmó la condena en diciembre, diciendo que sus acciones habían sido una “vergüenza nacional”, y el martes un tribunal federal superior avaló esa decisión, disponiendo que Najib empezase a cumplir su condena de inmediato.
Najib alguna vez se describió como un político liberal y reformista, líder de un país mayormente musulmán de 33 millones de habitantes. Educado en Gran Bretaña, habla un inglés impecable, con un acento refinado, tiene su propio blog y muchos seguidores en las redes sociales.
A menudo, no obstante, parece distante del ciudadano común y de los malayos del campo, que son la base de su partido. La oposición se mofó de él porque en una ocasión dijo que prefería comer quinoa, el grano sudamericano importado que es muy costoso en Malasia, en lugar de arroz, base de la dieta malaya.
Las investigaciones revelaron que a Najib y, sobre todo, a su esposa, Rosmah Mansor, quien también fue imputada, les gustaban los lujos. En el 2018 se confiscaron efectivo, joyas, relojes y carteras por valor de al menos 273 millones de dólares en sus propiedades, según la policía. Se encontraron 12.000 joyas, incluidos 2.200 anillos, 1.400 collares, 2.100 pulseras, 2.800 aros, 1.600 prendedores, 14 diademas, 567 carteras, 423 relojes y 234 pares de anteojos para sol.
Najib irrumpió en la política en 1976, tras la muerte de su padre. Fue el legislador más joven en la historia del país (tenía 22 años al llegar al parlamento) y asumió como primer ministro en el 2009, en reemplazo de Abdullah Ahmad Badawi, a quien se atribuyó la pérdida de la mayoría del Frente Nacional en las elecciones del año previo.
Como ministro de economía y primer ministro, Najib sorteó la crisis financiera mundial del 2009, abolió leyes de seguridad de la era colonial y se acercó a las minorías étnicas. Cuando era presidente, Barack Obama lo describió como un “reformista que tiene mucho que hacer”.
El Frente Nacional, sin embargo, siguió cediendo terreno en el 2013, en que perdió el voto popular, a pesar de lo cual conservó 133 bancas en un parlamento de 222 escaños.
En respuesta, Najib impuso nuevas medidas de seguridad y aumentó sus esfuerzos por ganarse a los islamistas y a las minorías étnicas. Un ex viceprimer ministro, Anwar Ibrahim, fue condenado por sodomía por segunda vez en el 2015 y encarcelado, en lo que dijo fue un caso inventado por el gobierno para debilitar a la oposición.
Al aumentar las presiones por el escándalo de 1MDB, Najib destituyó a correligionarios que lo criticaron y silenció a la prensa.
Un nuevo secretario de justicia absolvió a Najib en el 2016, diciendo que el dinero recibido era una donación política de la familia real saudí y que la mayor parte había sido devuelta.
Una elección en el 2018 puso a prueba el daño causado por el escándalo. Su coalición obtuvo apenas 79 escaños, contra 121 de la Alianza de la Esperanza, encabezada por el ex primer ministro nonagenario Mahathir Mohamad.
A pesar de todo, Najib siguió teniendo influencia y su partido encabeza el gobierno desde que una serie de deserciones provocó el derrumbe del gobierno de Mahathir.
“Creo que el veredicto de culpabilidad es algo muy bueno para Malasia. Los malayos esperaban desde hace mucho que lo encarcelasen”, dijo James Chin, profesor de estudios asiáticos de la Universidad de Tasmania, de Australia, en declaraciones a la Associated Press.
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Peck informó desde Bangkok.