Comité de la OTAN evalúa misión en Afganistán
La operación de seguridad de la OTAN en Afganistán se volvió víctima de un “engarce de misión” a medida en que la organización militar se vio enredada en trabajos de reconstrucción del país, dice el funcionario a cargo de proceso de aprender las lecciones de la misión
La operación de seguridad de la OTAN en Afganistán se volvió víctima de un “engarce de misión” a medida en que la organización militar se vio enredada en trabajos de reconstrucción del país, dijo el miércoles el funcionario a cargo de proceso de aprender las lecciones de la misión.
El asistente para operaciones John Manza y 30 enviados nacionales de la alianza están compilando un reporte sobre casi dos décadas de trabajo de la OTAN en Afganistán. El grupo recibió la tarea luego que el presidente afgano huyó del país y el ejército afgano, entrenado por la alianza militar, se desplomó cuando el presidente estadounidense Joe Biden anunció la retirada de sus soldados del país, abriendo el camino para que el Talibán tomara el poder.
Manza les dijo a legisladores de la Unión Europea que de las importantes lecciones discutidas por su equipo —que incluye además opiniones de expertos militares y políticos, incluyendo de Afganistán— “la más obvia es el engarce de misión”.
La OTAN se hizo cargo de la Fuerza Internacional de Asistencia de Seguridad en Afganistán en 2003, casi dos años después de que una coalición encabezada por Estados Unidos invadió el país para derrocar al Talibán por albergar a Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda
Manza explicó que la alianza tenía inicialmente unos 5.000 soldados estacionados mayormente en Kabul y sus alrededores, pero en espacio de tres años su enfoque pasó a “lidiar con las raíces del terrorismo” ayudando a reconstruir el país, plagado por divisiones étnicas y tribales y con una población escasamente educada.
El número de soldados de la OTAN aumentó a alrededor de 60.000 para 2006, con equipos civiles y militares diseminados por el país tratando de estimular el crecimiento económico y mejor gobernanza en casi todas las provincias.
“Este incremento realmente substancial no tuvo los efectos deseados”, dijo Manza. “La insurgencia seguía ganando fuerza. La nación seguía sufriendo grandemente por la corrupción y el comportamiento del gobierno no estaba mejorando”.
Manza dijo: “Uno tiene que preguntar, y nosotros hemos estado preguntándolo mucho en el comité que presido, si esos goles que teníamos entonces eran realistas”. Agregó que aunque la comunidad internacional no parecía estar logrando sus objetivos, “nuestra respuesta a ese poco progreso fue hacer más”.
“Mirando atrás ahora, está claro que este esfuerzo enorme no podía ser sostenido por un período largo”, dijo Manza.