Cambio climático: 'Fatalismo', peor que el negacionismo
El negacionismo de quienes no creen en el cambio climático ya no es el peor enemigo en la batalla por contener el calentamiento del planeta: Más perjudiciales todavía son los “fatalistas” que piensan que ya no se puede hacer nada para combatirlo
No es el fin del mundo. Aunque lo parezca.
El cambio climático va a empeorar. Sin embargo, por pesimistas que sean los últimos estudios científicos, incluido el informe del lunes de las Naciones Unidas, los científicos coinciden en que es posible combatir el calentamiento global.
La ciencia dice que no le llegó la hora al planeta Tierra ni a la humanidad. Se pueden tomar medidas para prevenir lo peor si se actúa pronto, afirman.
Tras décadas de tratar de concientizar al público, movilizar a los gobiernos para que tomen medidas y combatir a los sectores que no creen en la ciencia, los investigadores dicen que deben librar una nueva batalla: el “fatalismo”. La sensación de que no hay nada que hacer y de que no tiene sentido tratar de contener el calentamiento. Es la razón por la que muchos jóvenes dicen que no van a tener hijos.
Jacquelyn Gill, científica de la Universidad de Maine, notó en el 2018 que cada vez menos gente le dice que el cambio climático no es real y más, “a la que le decimos ‘fatalistas’, que creen que ya no hay nada que hacer” para salvar el planeta.
Gill afirma que eso no es cierto.
“Me niego a escribir el obituario de algo que sigue vivo”, declaró Gill a la Associated Press, aludiendo a la Tierra. “No hemos llegado a un punto sin retorno. Pero cuesta hacérselo entender a la gente”.
El “fatalismo” “es sin duda un fenómeno real”, expresó la profesora de psicología del Wooster College Susan Clayton, quien estudia los estados de ansiedad asociados con el cambio climático. “Es una forma de decir, ‘no hace falta tomar medidas porque ya no hay nada que hacer’”.
Gill y otros seis científicos que hablaron con la AP acerca del “fatalismo” no niegan los daños que causa la acumulación de gases al clima. Pero insisten en que la situación no es desesperada.
“Todo el mundo sabe que las cosas van a empeorar”, dijo Jennifer Francis, del Centro de Investigaciones Climáticas Woodwell. “Podemos hacer muchas cosas para no llegar al peor escenario posible”.
El Panel Intergubernamental de la ONU sobre el Cambio Climático acaba de emitir su tercer informe en seis meses. Los primeros dos se enfocaron en lo grave que es el calentamiento y en el daño que causa a la gente y a los ecosistemas, en tanto que el informe del lunes explica hasta qué punto los desajustes dependen de la cantidad de combustibles fósiles que quemamos. Indica que el mundo sigue avanzando en la dirección equivocada en su lucha contra el cambio climático, con nuevas inversiones en infraestructuras para explotar los combustibles fósiles y más deforestación para cultivar la tierra.
“No están diciendo que estamos condenados a un futuro de destrucción y de creciente miseria”, declaró Christiana Figueres, ex secretaria del panel de la ONU abocado al clima, que ayudó a elaborar el acuerdo climático de París del 2015 y quien ahora dirige una organización llamada Global Optimism (Optimismo Global). “Lo que están diciendo es que ‘el camino actual es un atlas de la miseria’, hacia una creciente destrucción. Pero no tenemos que elegir eso. Ese es el elemento que siempre queda al margen de la conversación”.
La directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente Inger Andersen dijo que informes como este tratan de alentar al mundo a que se haga algo para mitigar lo que la ciencia describe como una crisis. Al mismo tiempo, no se quiere generar una parálisis de la gente, por pensar que todo está perdido.
“No estamos condenados, pero es vital actuar rápido”, sostuvo Andersen. “Cada mes, o cada año que pasa y no hacemos algo, el cambio climático se torna más complejo, más caro y más difícil de resolver”.
“El mensaje que tenemos es que las actividades de los seres humanos crearon este problema y que los humanos pueden resolverlo”, dijo James Skea, uno de los autores del informe del lunes. “No está todo perdido. Todavía podemos hacer algo”.
“No estamos hablando del fin de la civilización”, dijo Michael Mann, científico de la Universidad Estatal de Pensilvania.
Pero sostuvo que el “fatalismo” representa una amenaza peor que la de los que niegan que haya un calentamiento global que compromete el futuro del planeta. Opina que algunas de las personas, organizaciones y empresas que negaban el cambio climático ahora promueven la teoría de que es demasiado tarde para contenerlo.
Mann mantiene un publicitado enfrentamiento con Guy McPherson, quien enseñase ecología en la Universidad de Arizona, hoy jubilado y uno de los líderes del movimiento fatalista.
McPherson dice que no forma parte de ningún sistema monetario, que no cobra nada desde hace 13 años, no vota y vive por sus propios medios desde hace una década. Afirmó que todas las especies se extinguen y que los humanos no son la excepción. Pronosticó que la humanidad se extinguirá en el 2026, aunque en una entrevista con la Associated Press expresó que “el 2026 no es una fecha fija”. Habló del 2030 y de cambios en el hábitat de los humanos por la pérdida de hielos en el Ártico.
Francis, la experta del Centro Woodwells, pionera en el estudio de los hielos del Ártico y a quien McPherson admira, dijo que, si bien no habrá hielo en el Ártico en el verano boreal del 2050, McPherson exagera los efectos de ese fenómeno. La gente de la zona será muy afectada, mientras que “el resto de nosotros experimentará un calentamiento y crecida de los mares acelerados, desajustes en los fenómenos climáticos y climas extremos, pero la mayoría de las comunidades se adaptarán de un modo u otro”.
“Bajo ningún concepto se puede decir que la raza humana se extinguirá para el 2026”, acotó Francis.
Ya podría ser imposible evitar que no haya hielos en el Ártico durante los veranos, pero con las nuevas tecnologías y una reducción en las emisiones, cree Francis, “tenemos posibilidades reales de prevenir otros escenarios catastróficos”.
Clayton dijo que, “no importa qué tan mal se ponen las cosas, siempre podrían estar peor”.
“No es lo mismo algo malo que la peor de las posibilidades. Eso es algo muy tranquilizante”.
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Frank Jordans colaboró desde Berlín.