Atlas de la pandemia: las distintas reacciones en el mundo
En México, el gobierno hizo poco, más allá de pedirle a la gente actuar con responsabilidad
Las naciones del mundo abarcaron toda la gama en sus respuestas a la pandemia de COVID-19 y a veces pasaron de medidas estrictas a laxas, o viceversa, en el transcurso de unos cuantos meses. A continuación una mirada al estado de la pandemia en todo el mundo:
AUSTRALIA
Australia ha alcanzado un éxito notable en la lucha contra el virus, aunque ha habido momentos de ansiedad. El primer caso australiano fue confirmado en enero y el primer ministro Scott Morrison prohibió a los residentes realizar viajes internacionales en marzo. Las autoridades impusieron restricciones de viaje dentro del continente insular y cerraron las escuelas y los negocios. Además, Australia confió en las pruebas y rastreo de contactos. La estrategia parecía funcionar bien hasta un brote en Melbourne que según las autoridades se debió a controles laxos en hoteles donde los residentes que regresaban del extranjero permanecían en cuarentena Los funcionarios tardaron en reaccionar, pero a medida que el nuevo brote se expandía rápidamente, el estado de Victoria impuso un confinamiento estricto en julio que duró casi cuatro meses. Al final, la cuarentena resultó exitosa, y casi todos los aspectos de la vida australiana han vuelto a la normalidad. En total, la nación de 26 millones ha reportado unos 28.000 casos y más de 900 muertes.
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CANADÁ
Después de que los casos de COVID-19 aumentaran en la primavera, Canadá aplanó la curva epidémica con un confinamiento. Pero como en otros países, comenzó la fatiga frente al COVID-19, las restricciones fueron relajadas y se desató una segunda ola. Toronto, la ciudad más grande, se encuentra en cuarentena otra vez, pero las escuelas están abiertas. Una enorme marca negra ha sido la muerte de adultos mayores en residencias de retiro y cuidados a largo plazo: más de 8.460 de las 13.430 muertes de Canadá han ocurrido allí. En general, ha habido más de 460,000 casos confirmados de COVID-19 en Canadá desde que inició la pandemia, un marcado contraste con los Estados Unidos que registra casi la mitad de esa cifra cada día. El uso de cubrebocas nunca se convirtió en un problema político en Canadá, y es generalizado. Canadá fue el tercer país en comenzar a administrar la vacuna de Pfizer.
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FRANCIA
Francia reportó el primer caso de COVID-19 de Europa, detectado el 24 de enero en un individuo que había estado recientemente en China. El país también fue el lugar de la primera muerte relacionada con el virus fuera de Asia, el 28 de enero. Más tarde se supo que el virus había llegado incluso antes de lo que se pensaba: un hospital francés descubrió que había tratado a un hombre infectado el 27 de diciembre. Desde entonces, el país ha figurado entre los peores recuentos de casos y número de muertos del continente, que ha cobrado 50.000 muertes en Francia. La crisis ha expuesto las debilidades de su admirado sistema de salud pública, ya golpeado por recortes presupuestales. De marzo a mayo, Francia experimentó uno de los confinamientos más estrictos de Europa, y cerró los famosos cafés del país. Francia entró en una segunda cuarentena en el periodo previo a Navidad.
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MÉXICO
México confirmó su primer caso de COVID-19 a fines de febrero y nunca instituyó restricciones duras dirigidas a detener su propagación. No hubo toques de queda ni requerimientos para el uso de cubrebocas, sólo peticiones repetidas para actuar responsablemente. El presidente Andrés Manuel López Obrador minimizó la severidad al principio, y prácticamente nunca se le vio públicamente con un cubrebocas. Mantuvo que no quería recurrir a medidas “autoritarias”. También era muy consciente del impacto devastador en la ya debilitada economía mexicana, y que quedarse en casa significaría no comer para muchas familias. Se ha confirmado que más de 114.000 mexicanos han muerto por COVID-19. Se estima que la cifra real es mucho mayor debido a la extremadamente limitada realización de pruebas.
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NUEVA ZELANDA
Cuando el virus comenzó a propagarse en marzo y circuló en eventos como conferencias y bodas, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, actuó rápidamente y cerró las fronteras de la nación e impuso un confinamiento estricto. Su lema: “Ve duro y hazlo pronto”. Ardern intentó eliminar el virus por completo —una visión más audaz que la sola contención. El confinamiento resultó ser notablemente exitoso, y Nueva Zelanda pasó más de 100 días sin ninguna propagación comunitaria. Pero entonces, varios brotes pequeños surgieron en Auckland. Hasta ahora, Nueva Zelanda ha logrado acabar con cada nuevo brote con cuarentenas específicas y el rastreo de contactos. Eso ha significado que los neozelandeses han podido disfrutar de libertades que aún son la envidia de muchos otros países. Han regresado al trabajo, la escuela y los estadios deportivos sin restricciones significativas. A fines de noviembre, el país de cinco millones había reportado alrededor de 2,000 casos y solo 25 muertes.
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RUSIA
A fines de marzo, el presidente ruso Vladimir Putin ordenó un cierre parcial de la economía, que después fue extendido hasta mediados de mayo. La mayoría de las restricciones relacionadas con el virus fueron levantadas durante el verano, en lo que los críticos vieron como un intento de impulsar la participación en las votaciones de julio sobre las enmiendas constitucionales que extienden el gobierno de Putin. Los casos por el nuevo coronavirus comenzaron a aumentar rápidamente otra vez en otoño, y alcanzaron récords de nuevas infecciones y muertes —duplicaron los establecidos en primavera—, pero las autoridades han rehuido a otro confinamiento o cierre de la economía. A mediados de diciembre, Rusia tenía el quinto mayor recuento de casos confirmados con más de 2,6 millones, y la mayoría de las regiones impusieron restricciones leves, como ordenar a los adultos mayores a que se aislaran o requerir a las empresas que algunos de sus empleados trabajaran desde casa. El grupo de trabajo estatal del país ha reportado más de 47.000 muertes en la pandemia, pero la agencia estatal de estadísticas de Rusia, Rosstat, dice que más de 78.000 personas habían muerto hasta noviembre, incluidos casos en los que el virus no fue la principal causa de muerte y otros en los que el nuevo coronavirus no había sido confirmado.
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COREA DEL SUR y COREA DEL NORTE
Corea del Norte sostiene que no ha ocurrido un solo caso en su territorio, una afirmación ampliamente disputada por expertos externos. A pesar de su afirmación de cero infecciones, Corea del Norte restringió significativamente el tráfico fronterizo, envió fuera a diplomáticos extranjeros y aisló a los residentes con síntomas, entre otras medidas estrictas. Los analistas dicen que un brote de la pandemia en Corea del Norte podría ser devastador porque su infraestructura de atención médica sigue en ruinas.
Corea del Sur ha registrado alrededor de 31.350 casos. En febrero y marzo, cuando vio un aumento dramático en casos virales vinculados a una secta religiosa, Corea del Sur tuvo la mayor cantidad de infecciones fuera de China continental. Desde entonces, su número de casos ha disminuido gracias a sus agresivos planes de rastreo de contactos, pruebas y tratamiento, y el uso público generalizado de cubrebocas. Más tarde, cuando relajó sus lineamientos de distanciamiento físico, Corea del Sur experimentó rebrotes, aunque más pequeños.
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SUECIA
Después de que el primer contagiado del virus llegara a Suecia en enero, el país escandinavo de 10 millones optó por un enfoque diferente —y muy debatido— para manejar la pandemia, y mantuvo abiertos a grandes sectores de la sociedad: se basó principalmente en recomendar que sus residentes actuaran de manera responsable, sin un mandato de uso de cubrebocas y sin confinamiento. Suecia sí prohibió las reuniones de más de 50 personas, cerró las secundarias y universidades, e instó a los mayores de 70 años o en grupos de mayor riesgo a aislarse. Ese enfoque más suave significó que las escuelas para los niños menores, los restaurantes y la mayoría de los negocios siguieran abiertos, lo que creó la impresión de que los suecos vivían sus vidas como de costumbre. El resultado: una de las tasas de mortalidad más altas en el mundo. Cuando la segunda ola llegó en otoño, un rápido incremento en el número de casos nuevos y la presión sobre los servicios médicos empujaron al gobierno a tomar medidas más estrictas, incluida una prohibición nacional en la venta de alcohol después de las 10 p.m. en bares y restaurantes. Suecia después impuso las restricciones más estrictas por el virus hasta la fecha, al prohibir las reuniones públicas de más de ocho personas.
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REINO UNIDO
El Reino Unido fue golpeado por la pandemia un poco después que los países de la Europa continental como Italia y España, pero, a pesar de la advertencia, le ha ido peor que a sus vecinos, con más de 64.000 muertes confirmadas oficialmente. El primer ministro Boris Johnson, quien fue hospitalizado por el virus en abril, ha sido acusado de esperar demasiado tiempo para imponer un confinamiento nacional. El Reino Unido también carecía de equipo de protección y capacidad para realizar pruebas a gran escala para la COVID-19, factores que contribuyeron a que pacientes infectados fueran dados de alta en los hospitales y regresaran a los hogares de ancianos, donde el virus se propagó rápidamente y cobró miles de vidas. Un confinamiento de tres meses que inició en marzo logró frenar el brote, aunque con un costo enorme para la economía, y la realización de pruebas se ha ampliado enormemente. El virus comenzó a salir de control nuevamente cuando los británicos regresaron a sus lugares de trabajo, escuelas y universidades. Un nuevo confinamiento de cuatro semanas en Noviembre trajo un respiro temporal, aunque la esperanza volvió a llegar cuando el Reino Unido se convirtió en el primer país en autorizar la aplicación de una vacuna contra el nuevo coronavirus.