AP Fotos: Médicos luchan contra pandemia en la Italia rural
Médicos italianos combaten la pandemia en las zonas rurales del país, visitando a los pacientes en sus casas
Con un equipo completo de protección, el doctor Luigi Cavanna visita a sus pacientes en sus casas de pequeños poblados y zonas rurales de la región de Emilia-Romagna, en el norte de Italia.
Puede que el tranquilo paisaje campestre se vea diferente a los abarrotados hospitales urbanos, pero la enfermedad es la misma.
El médico comprueba los niveles de oxígeno de sus pacientes, utiliza ultrasonidos para escanear sus pulmones y hace pruebas diagnósticas de COVID-19 a los enfermos y sus familiares. Muchos no necesitan o no quieren un traslado al hospital, y agradecen que Cavanna acuda a verlos a sus casas.
“No tiene precio cuando los enfermos nos dicen que están en deuda con nosotros. Quieren recompensarnos, pero su agradecimiento y su sentimiento de verse atendidos es lo que nos recompensa inmensamente”, dijo Cavanna a periodistas de Associated Press que le siguieron para una ronda de visitas domiciliarias.
Tiene 70 años, de modo que podría haberse jubilado en marzo, pero decidió seguir trabajando porque hacen falta médicos en Italia, uno de los países más afectados por la pandemia con más de 60.000 muertos.
“Algunos dirían, ‘¿por qué estás ahí arriesgándote?' Porque si bien este virus puede ser problemático para los jóvenes, para los mayores puede ser muy peligroso”, dijo. “Al fina, no hice ningún cálculo de autoprotección. Sólo intento trabajar como lo he hecho siempre”.
Como otros médicos italianos que hacen visitas domiciliarias, cree que hay una relación más íntima con los pacientes cuando los visitas en sus casas. También siente que está ayudando a los hospitales al liberar espacio para pacientes que no pueden recibir asistencia en su casa.
El doctor Mauro Morganti, que trabaja en la vecina Lombardía, la región italiana que ha identificado más casos positivos, hace visitas domiciliarias desde 1996.
Cuando la pandemia golpeó Lombardía en primavera, recuerda, estaba “aterrado como todo el mundo”, y en ocasiones tenía reparos a visitar a los pacientes en sus casas.
Pero cuando dos de sus pacientes murieron, sintió aumentar su compromiso con la labor.
“Estaba bastante traumatizado por el hecho de que no estuve ahí para ellos, no les había visto”, dijo.
“Decidí correr un riesgo un poco mayor, pero atender personalmente a mis pacientes”, dijo. “Y creo que es mejor así”.