Científicos encuentran evidencia de una tormenta solar que ‘devastaría’ a nuestra civilización hoy en día
Si sucediera hoy, los apagones eléctricos podrían durar meses y las comunicaciones quedarían destruidas
Los anillos de unos árboles en los Alpes han revelado que hace 14 mil años, una tormenta solar extrema azotó la Tierra. Según los científicos, si sucediera hoy, devastaría la civilización humana.
Los científicos pudieron reconstruir la tormenta solar a partir de anillos de árboles antiguos que se encontraron en los Alpes franceses y mostraron evidencia de un aumento drástico en los niveles de radiocarbono hace unos 14.300 años. Ese pico fue el resultado de una tormenta solar masiva, la más grande que los científicos han encontrado.
Si ocurriera un evento similar hoy, los científicos detrás del nuevo estudio advirtieron que podría dejar fuera de servicio la red eléctrica durante meses y destruir la infraestructura de la que dependemos para las comunicaciones. Consideran que la naturaleza extrema del evento recién descubierto debería ser una advertencia para el futuro.
“Las tormentas solares extremas podrían tener enormes impactos en la Tierra. Estas supertormentas podrían dañar los transformadores de nuestras redes eléctricas de manera permanente, lo que provocaría meses de apagones enormes y generalizados”, describió Tim Heaton, profesor de estadística aplicada en la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Leeds. “También podrían provocar daños permanentes y dejar inutilizables los satélites de los que todos dependemos para la navegación y las telecomunicaciones. Además, crearían graves riesgos de radiación para los astronautas”.
De acuerdo con la opinión científica, se necesita más estudio para garantizar que el mundo esté protegido contra eventos similares que vuelvan a ocurrir. Y se necesita más investigación para comprender realmente cómo y por qué podrían ocurrir.
Los científicos habían descubierto nueve tormentas solares extremas, o eventos de Miyake, que ocurrieron en los últimos 15.000 años. El más reciente de ellos ocurrió en los años 993 d.C. y 774 d.C., pero el recién descubierto fue dos veces más poderoso que aquellos.
Los investigadores no saben exactamente qué sucedió durante esos eventos de Miyake, y estudiarlos es difícil porque solo se puede hacer de manera indirecta. Por lo tanto, incluso para los científicos es difícil saber cómo y cuándo podrían volver a ocurrir, o si es que es posible predecirlos.
“Las mediciones instrumentales directas de la actividad solar comenzaron en el siglo XVII con el recuento de las manchas solares”, explicó Edouard Bard, profesor de clima y evolución oceánica en el Collège de France y CEREGE. “Hoy en día, también obtenemos registros detallados utilizando observatorios terrestres, sondas espaciales y satélites”.
“Sin embargo, todos estos registros instrumentales de corta duración son insuficientes para una comprensión completa del Sol. El radiocarbono medido en los anillos de los árboles, utilizado junto con el berilio en los núcleos de hielo polar, proporciona la mejor manera de comprender el comportamiento del Sol en tiempos más remotos”.
La tormenta solar más grande que los científicos pudieron observar y estudiar ocurrió en 1859 y se conoce como el evento Carrington. Causó una gran perturbación en la sociedad, destruyó las máquinas de telégrafo y creó una aurora tan brillante que los pájaros actuaban como si el sol estuviera saliendo.
Sin embargo, los eventos de Miyake, como la tormenta recién descubierta, habrían sido mucho más poderosos. Como parte del proceso de analizar los supertormentas, los investigadores cortaron pequeños círculos de árboles antiguos que se estaban convirtiendo en fósiles y luego analizaron el radiocarbono que estaba presente en ellos.
Su trabajo se publicó en un nuevo artículo, ‘A radiocarbon spike at 14,300 cal yr BP in subfossil trees provides the impulse response function of the global carbon cycle during the Late Glacial’ (que en español sería Un pico de radiocarbono a 14.300 años calibrados antes del presente en árboles subfósiles proporciona la función de respuesta al impulso del ciclo global del carbono durante el último periodo glaciar), en la revista The Royal Society’s Philosophical Transactions A: Mathematical, Physical and Engineering Sciences.
Traducción de Michelle Padilla