Reseña de ‘Sean Combs: Ajuste de cuentas’, un documental de Netflix tan aterrador como agotador
Las acusaciones se suceden sin pausa en esta docuserie implacable, producida ejecutivamente por 50 Cent, el rival histórico de Diddy
En el primer episodio de esta docuserie de cuatro horas sobre Sean “Diddy” Combs, su exsocio Kirk Burrowes vive un momento de revelación. Durante años había ignorado un episodio inquietante ocurrido en los noventa, convenciéndose de que solo se trataba de un momento oscuro y pasajero para Combs. “¿Eso me convierte en parte del culto a Sean Combs?”, se pregunta frente a cámara.
Esa duda, admite, también la compartieron otras personas del entorno de Diddy, luego de descartar señales claras del daño que podía causar. “Quizá fui el primer discípulo, creyente y, contra todo pronóstico, su principal protector”, reconoce. Y no solo cerró los ojos, también sufrió en carne propia.
Su experiencia coincide con los relatos de otros entrevistados en Sean Combs: Ajuste de cuentas, de Netflix. Primero caen bajo el encanto de Diddy, después empieza la inquietud y, más tarde, terminan minimizando lo peor mientras él ofrece incentivos que los mantienen atrapados, hasta que ya no ven salida.
Asimismo, sorprende la cantidad de voces que el equipo logró reunir, todas describiendo lo aterrador que resulta hablar contra alguien tan poderoso y peligroso. Hoy está en prisión, lo que quizá les da margen para hablar, pero la serie sostiene que este guardián de la industria musical sabe vengarse de quien se cruce en su camino.
Aunque Ajuste de cuentas es una serie bien construida sobre el ascenso y la caída de Combs, la experiencia resulta implacable. Para cuando llega el final, el espectador queda exhausto ante la lista, que parece no terminar nunca, de abusos, manipulaciones y episodios de terror que perfilan a un individuo con un poder desbordado.
Además, la serie plantea que el problema con Diddy es su nivel de riqueza: pertenece “al 1 por ciento del 1 por ciento del 1 por ciento” y está convencido de que es como un “Superman negro”. Lo tenía todo, así que, según se sugiere, lo único que le quedaba era controlar a quienes lo rodeaban. A partir de allí, la producción ordena y detalla acusaciones de manipulación, abuso y violencia, algunas conocidas y muchas desconocidas, y se suceden sin pausa.
Y aunque buena parte del metraje se concentra en el pasado, las escenas más incómodas llegan cuando el relato se acerca al presente. Los meses de confusión marcada por las drogas que vivió Lil Rod mientras trabajaba dentro del torbellino creativo de Diddy para su álbum más reciente, The Love Album, dejan una sensación de inquietud distinta.
Pero los giros menores relacionados con la actividad criminal y los abusos atribuidos a Diddy terminan por sentirse asfixiantes y algo difíciles de seguir. Y ese parece ser justamente el objetivo de la serie: construir el archivo definitivo contra este hombre. Lo logra, aunque habría ganado fuerza con una narrativa más trabajada. 50 Cent, un auténtico provocador de Diddy desde que aparecieron las primeras acusaciones de su exnovia Cassie, participa como productor ejecutivo.
Ambos llevan más de veinte años enfrentados, aunque él insiste en que el proyecto no surge de un conflicto personal. Desde el comienzo dejó claro que quería realizar un documental que expusiera los presuntos vínculos de Diddy con abusos y muertes, y hay que reconocerle la constancia. Al final, no queda un solo cabo sin revisar.

Resulta decepcionante que la serie no dedique más tiempo a la enorme batalla legal de 2025 que cierra el relato: United States of America v. Sean Combs. En ese caso, Diddy fue declarado culpable de transporte con fines de prostitución, aunque quedó libre de los cargos más graves de trata sexual y asociación delictiva.
Además, para frustración de muchos, al menos uno de los miembros del jurado no logró comprender las dinámicas complejas que viven las víctimas y los agresores. “No puedes querer las dos cosas”, dijo este jurado en una entrevista, al referirse a que Cassie regresara repetidamente con Diddy. Por su parte, Clark, quien estuvo presente en la sala, señala que los jurados parecían cautivados por Diddy de una manera que afectaba su neutralidad. “Estaban deslumbrados”, resume Clark, con dureza.
Entonces, ¿se rompió el culto a Diddy? Entonces, ¿se rompió el culto a Diddy? No del todo. Sin embargo, Ajuste de cuentas —y los otros documentales que, inevitablemente, están en camino— formará parte de ese proceso.
Traducción de Leticia Zampedri






