El ego y no el amor, verdadero origen de la reacción violenta de Will Smith
El amor se utiliza como pretexto para ejercer diferentes tipos de violencia, sobre todo, contra las mujeres, ¿qué fue lo que en verdad hizo reaccionar a Will Smith que en los últimos años ha sido un “gurú” de las emociones?
Ya es de dominio general el episodio que marcará la entrega número 94 de los premios Oscar, protagonizado por Will Smith y Chris Rock, ambos actores afroamericanos; por lo que ha comenzado a generarse una conversación en torno a la violencia machista, el patriarcado y la ridiculización de las mujeres como elemento del “humor”.
El contexto es la reacción del protagonista de I’m Legend ante una de las expresiones de Chris Rock, en la que hizo referencia a la apariencia de su esposa, Jada Pinkett Smith, quien decidió raparse la cabeza debido a la alopecia que sufre por una enfermedad autoinmune. Aunque en un inicio al actor se le vio divertido, la reacción de su esposa fue de enfado evidente, acto seguido, Smith se levantó de su asiento, se dirigió al escenario y abofeteó al comediante que, ante su sorpresa, apenas pudo articular palabra. Will Smith continuó gritándole desde su asiento que dejara de hablar de su esposa.
Minutos más tarde, cuando recibió el Oscar a Mejor Actor, Smith intentó justificar su reacción y aseguró que lo había hecho por “amor” y para proteger a su familia.
“He sido llamado en mi vida a amar a la gente, a proteger a la gente, a ser un río para mi gente (...) Quiero ser una vasija para el amor”, dijo el actor en su discurso de aceptación. “Pero el amor te hace hacer cosas locas”, explicó tras compararse con el “loco padre” de las hermanas Williams.
Esta escena, que se ha repetido infinidad de veces en redes sociales, ha dividido la opinión sobre quién estuvo mal o quién estuvo peor, sin embargo, también ha reabierto el debate sobre la toxicidad en las relaciones y la masculinidad mal entendida.
Jada Pinkett Smith pasó de víctima a invisible
La violencia contra una mujer negra y enferma se dio por partida doble, pues no sólo fue objeto de la burla de Chris Rock, quien insensiblemente la comparó con Demi Moore cuando protagonizó G.I. Jane, sino que después quedó relegada ante el protagonismo de su esposo, Will Smith, que bajo el pretexto de “protegerla”, se mostró violento e incontrolable frente a todos los colegas de la industria y los cientos de miles de personas que veían la transmisión.
Nadie prestó le prestó atención, y su imagen y la violencia estética de Rock quedaron opacados por el ego de Will Smith que, cuando reclamó al comediante a voz en cuello, ni siquiera utilizó su nombre, sino que se limitó a referirse a ella como “mi esposa”.
Luego, en el discurso frente a las cámaras cuando recibió el Oscar, terminó de anular la presencia e imagen de su esposa. Pues habló de la familia Williams, de las actrices de la cinta, de la producción, incluso de su madre, pero no mencionó a Jada.
El amor como pretexto de la violencia
Por su parte, la narrativa bien conocida de “lo hice por amor”, acompaña la violencia contra las mujeres, desde las humillaciones hasta los golpes y el feminicidio. Es la misma excusa de los celos, del acoso y las tragedias que se viven en el mundo a diario.
El papel de “protector” que se adjudica el hombre para “alejar” todos los peligros de su pareja y familia, no es más que una plataforma hacia el exterior pues, como en este caso se aprecia, la acción sólo profundizó la gravedad de la ofensa y no reparó ningún daño en la víctima.
Lo que Jada sintió o pensó del comentario que la involucró no está en la cobertura de noticias, que se enfoca en la pelea entre dos hombres, a pesar de que su propio esposo se divertía con la broma antes de protagonizar un hecho tan lamentable como el que sucedió segundos más tarde. En el posicionamiento de la Academia, que condena “cualquier tipo de violencia”, tampoco hay una referencia Pinkett Smith.
Este es sin duda un precedente en la premiación, que ha batallado por mantenerse a flote luego de perder el interés de los espectadores año con año. Éste iba a ser el triunfal regreso a la presencialidad, sin embargo, muchos expertos lo catalogan como el inicio del fin.