¿Cuántos niños tienen que morir como los de Nashville antes de que EEUU cambie sus leyes sobre armas
Si estas historias te suenan a números, si te parece que se entremezclan, ¿no será porque se han convertido en algo tan habitual que resultan obscenas?
Esta mañana revisé cómo estaban mis dos hijos, que dormían en sus camas. Ambos tienen menos de 11 años, y me preocupaba el hecho de que uno tiene dolor de garganta y el otro asma y mucha tos. No estaba segura de si podrían ir a la escuela y me preocupaba. En Nashville, hay padres igual que yo, con una diferencia crucial: no van a despertar a sus hijos. Los van a velar.
Ahora sabemos que después de un ataque en The Covenant School en la ciudad de Tennessee el lunes, murieron tres adultos y tres niños. Las víctimas más jóvenes tenían solo nueve años.
La policía metropolitana de Nashville publicó imágenes de CCTV que muestran al tirador, identificado como Audrey Elizabeth Hale, 28, conduciendo hacia la escuela antes de abrir fuego contra los estudiantes y el personal con un rifle de asalto. La policía asesinó a tiros a Hale durante el confrontamiento.
Es trágico, terrible y enfurece. ¿Qué es lo peor? Sucederá de nuevo. No es la primera vez que tenemos que escribir sobre la muerte de niños inocentes a manos de armas en la supuesta tierra de la libertad, y no será la última. La noticia de la escuela primaria Uvalde en Texas en mayo hace un año era igual de impensable. Diecinueve niños entre las edades de cinco y 11 años, la misma edad que mis hijos, y dos maestras, murieron después de un tiroteo dirigido a la Escuela Primaria Robb en Uvalde, Texas.
Entonces, ¿qué va a hacer ahora EEUU al respecto?
Recuerdo informar sobre la trágica muerte de Adam Toledo en 2021. La policía mató a tiros al niño de 13 años en un callejón después de perseguirlo. Las imágenes de la cámara lo mostraron momentos antes de que lo mataran: los brazos levantados, una sudadera Nike negra de gran tamaño, una gorra desaliñada al revés. Las palabras en su pecho, “Just Do It”, como una premonición. Solo un chico. Momentos después, estaba muerto.
Tamir Rice también era un niño. Solo tenía 12 años cuando el oficial de policía blanco Timothy Loehmann le disparó en 2014 en Cleveland, Ohio. Según los informes, Tamir llevaba una réplica de una pistola de juguete; lo mataron casi de inmediato, después de que la policía llegara al lugar.
Muchas víctimas de la violencia armada son jóvenes, pero también hay pérdidas de personas de mayor edad e igual de terribles. Breonna Taylor, una trabajadora médica, murió después de una redada fallida en su apartamento. George Floyd murió a manos de un exagente de policía blanco de Minneapolis. Destacan algunos nombres. Muchos, con justa razón, han provocado protestas. Pero otros ya serán olvidados.
¿Por qué? Bueno, si estas historias te suenan a números, si te parece que se entremezclan, ¿no será porque se han convertido en algo tan habitual que resultan obscenas? ¿Casi como que (por supuesto que nunca para las familias) se han convertido en rutina?
Después de todo, el tiroteo en la escuela de Nashville es el tiroteo masivo número 129 en Estados Unidos en 2023. Los titulares se fusionan en uno y el mundo suspira: docenas de muertos. Una tragedia en un campus universitario, un lugar de trabajo, un spa, un club nocturno, una tienda de comestibles, un estudio de baile. Un hombre armado con un rifle y chaleco antibalas abre fuego en un supermercado en Buffalo, Nueva York, y nadie se escandaliza. Se horrorizan, sí. Pero no se sorprenden.
Es simplemente otro día común en Estados Unidos, otro tiroteo masivo. Otro terrible desperdicio de vida.
A veces las víctimas son aleatorias. Con demasiada frecuencia, son miembros de comunidades de minorías étnicas. ¿Cuántos padres, madres, trabajadores médicos y niños tienen que morir antes de que Estados Unidos reaccione? ¿Cuántas veces tiene que pasar esto antes de que la gente como Marjorie Taylor Greene deje de pedir más “chicos buenos con armas”, como si eso fuera a resolver el problema?
El presidente de EEUU, Joe Biden, se comprometió a tomar medidas contra la violencia armada: anunció una serie de acciones hace dos años para detener la venta de las llamadas “armas fantasma” y fomentar la adopción de leyes de armas de “bandera roja”. Además, denunció la violencia armada en Estados Unidos como una “epidemia” y una “vergüenza internacional”.
En abril del año pasado, prometió que introduciría un “paquete integral” de medidas para frenar los asesinatos. Biden calificó el último tiroteo en una escuela en Nashville como “enfermizo” y “desgarrador” y renovó su llamado a prohibir armas de asalto. Perfecto. Pero no puedo creer que todavía estemos hablando de lo mismo.
Biden tenía razón, hay una plaga que asola Estados Unidos: las armas.
Y seguiremos viendo padres llorando a sus hijos, seguiremos escribiendo “pensamientos y oraciones” en las redes sociales, hasta que Estados Unidos finalmente despierte y elimine la Segunda Enmienda, de una vez por todas. Hasta entonces, más niños morirán. Y no hay nada que podamos hacer al respecto.
Traducción de Michelle Padilla